Imperdible: The Cure - "Japanese Whispers" (1983)

Tengo dos recuerdos primerizos de The Cure: el miedo que de pequeño me daba ver como a Robert Smith (voz, guitarra, teclado) se lo tragaba una araña en el videoclip de 'Lullaby'; y un especial que había grabado en una cinta de vídeo que andaba por casa, emitido por Televisión Española en 1987 dentro del programa Metrópolis, gracias al que tuve una temprana introducción a la música del grupo y a su historia y pude ver por primera vez bajo luz blanca a ese Smith esquivo y algo tímido, caricatura de pintalabios rojo carmín y pelo de muñeco de feria artesana punk. Fue en la época en que se publicaron las canciones incluidas en Japanese Whispers (1983) cuando el músico empezó a potenciar esa parte más desenfadada y colorista de su personaje, sin duda un reflejo de lo que estaba sucediendo en su música. Smith empezó a componer canciones alejadas del imaginario sombrío de su etapa más reciente y la cualidad accesible del experimento le sorprendió tanto que no quería editarlo bajo el nombre de The Cure, convencido de que la trayectoria del grupo se vería manchada por una broma que se le había ido de las manos. En 1982, tras la gira de promoción de Pornography (última entrega de lo que en retrospectiva se conoce como su trilogía oscura), The Cure tal y como se conocía se desintegró. Durante la grabación de ese disco las crecientes tensiones entre Robert, Lol Tolhurst (batería) y Simon Gallup (bajo) se hicieron insostenibles y la situación no se salvó. Según comentaba en una entrevista de 1983, "empezó como los otros discos, pero luego se transformó en algo diferente; se convirtió en un animal, y los otros no habían llegado tan lejos. Por eso rompió esa formación de The Cure: Pornography sacó de nosotros una intensidad inesperada y en un periodo de seis meses todo se desmoronó, empezamos a odiarnos. Llevamos nuestras personalidades al extremo causando peleas agotadoras". De hecho, fue Gallup quien abandonó la banda en el último concierto de la gira, pero después de eso Robert Smith no buscó un sustituto ni recuperó el contacto con el desertor cuando todo estaba más calmado. No sabía ni si The Cure seguiría adelante. Tolhurst, con el que al fin y al cabo no tenía ningún problema, le apoyaría en la aventura pop que iba a emprender cuando se lo propuso.

Chris Parry, jefe de su sello Fiction además de su manager, recordaba: "Convencí [a Robert] de que había sitio para The Cure en el pop, 'olvídate de lo gótico, de todo eso, pásatelo bien, escribamos unas cuantas canciones de pop, tú las escribes, las produces, y veremos qué ocurre. Y si no funciona, puedes romper el contrato'"Japanese Whispers, publicado en diciembre de 1983, no se considera un disco como tal dentro de la discografía de la banda, y es que de hecho no lo es. Pensado inicialmente para el mercado japonés pero publicado en todo el mundo para conmemorar un año triunfal a nivel de reconocimiento de público y crítica para el grupo, recopila las caras A y B de los tres singles de esa primera etapa de experimentos pop aparecidos desde noviembre del año anterior, y a pesar de haber sido concebidos como capítulos de tres o cuatro canciones cada uno, con diferentes productores y grabados en distintos estudios, tienen perfecto sentido juntos. Con estas viñetas multicolor (de las caras B originales solo se queda fuera 'Mr. Pink Eyes'), Robert Smith perfeccionó en muy poco tiempo su capacidad para componer canciones pegadizas y con ello equilibró la balanza de su discografía, que en sus últimos discos se había centrado casi por completo en su faceta más oscura. Con el éxito de este ejercicio otorgó a The Cure el crédito para que a partir de entonces la banda pudiera ser versátil y desacomplejada, permitiéndose alternar sus indagaciones en lo más denso y en lo más melódico sin perder su identidad ni censurarse por prejuicios de estilo. Cada uno de los tres singles funcionó mejor que el anterior y consolidó internacionalmente a The Cure.


El planteamiento inicial podía parecer demasiado calculado al decirlo en voz alta pero lo que escuchamos en el repertorio de esta recopilación es todo agallas, frescura y dedicación, no un puñado de canciones pop paridas con displicencia. Aunque nada es tan triste como 'Faith' o tan confrontacional como 'Play for Today', ninguno de los temas carece de cierta carga emocional. 'Let's Go to Bed' (producido por Chris Parry), un funk bailable al ritmo del bajo y los sintetizadores, es la pieza que lo inició todo; la primera muestra del nuevo imaginario de Robert, surrealista y absurdo de una forma entrañable ("Deja que te coja la mano, estoy temblando como leche / (...) Los fuegos ahí fuera, en el cielo / tan perfectos como gatos"), aunque en el fondo esté hablando del aburrimiento en una relación sentimental. 'The Walk', que ya escaló hasta el puesto 12 de las listas de singles del Reino Unido, le valió su primera acusación de sospechosa inspiración en la música de New Order (luego se repetiría con 'In Between Days'), y aunque es cierto que la línea de bajo sería prácticamente la del 'Blue Monday' de los de Manchester, 'The Walk' existe en un mundo completamente distinto, una fantasía a lomos de un riff de sintetizador exótico que tan pronto puede parecer nipón como recordar a lo que escribía Bernardo Bonezzi para Almodóvar & McNamara. Smith y Tolhurst siempre defendieron que para cuando se publicó 'Blue Monday' en marzo de 1983 'The Walk' ya estaba compuesta (se grabó un mes después con Steve Nye, que les intrigaba por su trabajo en el disco Tin Drum de Japan), y reducían la notable similitud al hecho de que ambos estaban utilizando el mismo tipo de equipo electrónico.

Pero las caras B demostraban que Smith no había perdido ni un ápice de su inquietud existencial, aunque ahora viniera presentada con el pulso trémulo del romanticismo o salpicada de témperas. Mientras 'Just One Kiss' navega la tensión entre urgente y triste (aunque su vestimenta la hace sobre todo bonita), 'The Dream' y 'The Upstairs Room' investigan un poco más allá en el tecno-pop menos superficial y te confortan de una manera muy singular. Pero la verdadera obra maestra del lote es 'Lament', una de las composiciones más inspiradas de toda la trayectoria de Robert Smith, que destaca por poseer la intensidad melancólica de los golpes emocionales que esconden Faith o Pornography pero pintada en amarillo, naranja y rojo. Cierra la recopilación la cara A del último de los tres sencillos, 'The Lovecats' (mano a mano en la producción entre Parry y el bajista Phil Thronalley), un número de jazz grabado en París que para Robert tenía desde el principio un aire de canción maliciosa para una película de Disney, responsable de que la banda cerrara el año entrando en el Top 10 de las listas británicas a la altura del número 7. No en balde, es uno de sus mejores singles. "La canción es una celebración", decía Robert en Smash Hits cuando acababa de publicarse. "Celebra el hecho de que este es el último single 'divertido' que vamos a hacer. (...)  a partir de ahora volveremos a dirigirnos al abismo".  Japanese Whispers es el anuario de un año en el que parecía que Robert Smith no podía equivocarse en nada.

Para escuchar en Spotify:

Comentarios

J. S. Vila ha dicho que…
Una banda épica que generó muy buena música en su momento.