Escenarios: Primavera Club (Barcelona), 24 al 28 de noviembre de 2010
Reviso mi informe sobre el Primavera Club del año pasado y me doy cuenta de que decidí destacar solo seis conciertos, si la memoria no me falla prácticamente los únicos que vi en condiciones. Este año, a priori, no había en el cartel nadie que me entusiasmara tanto como podían hacerlo Scout Niblett o Tara Jane O’neil sobre el papel; pero contra toda previsión (fuera por pillarme más despierto o más curioso) el recorrido por este cartel plagado de nombres que había ido investigando los últimos días ha acabado cundiendo más que el de 2009: todo lo bueno y todo lo malo ha conducido a algo, y las características de una banda me han llevado a entender a otras y viceversa. Profundizando en eso, si de algo me ha servido el Primavera Club es para confirmar mi predilección por la suciedad en la música, una cualidad sutil y para nada literal que se me antoja difícil de describir pero que me supone un problema cuando en un grupo brilla por su ausencia. Ese ‘algo’ quebradizo que hace que lo que s