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Mostrando entradas de marzo, 2012

En el trastero: Dangerous Birds (1981-1983)

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Aunque cueste imaginárselo, Thalia Zedek (primera a la izquierda en la foto) también fue joven y bisoña. Ya hace unos cuantos años que en su rostro, en sus ojos de color verde blanquecino, reconocemos el relieve del dolor de la culpa, de los errores que han acabado en fracasos personales y sentimentales; de quien se sabe peligrosamente adicta y (auto) dañina sin poder remediarlo. Incluso envueltas en la furia implícita del torrente de guitarras, sus composiciones en bandas como Live Skull o Come siempre han estado infectadas de una melancolía tan hermosa como enfermiza (más tenue en sus discos en solitario), al tiempo que escarban en ese lado del cerebro que nos causa las más asfixiantes pesadillas. En Massachusets (Boston), con veinte años recién cumplidos, Zedek formó el que consta como primer grupo serio de su carrera en todas sus biografías, Dangerous Birds . Se trataba de una formación íntegramente femenina en la que compartía guitarras, voz y pluma con Lori Green (tamb

Imperdible: Lene Lovich - "Stateless" (1978)

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Ese gesto, esa mirada de sofoco de Lene Lovich en la portada, fundida en la oscuridad de la esquina de una calle vacía como si fuese una refugiada, una fugitiva, no debería engañar a nadie más allá del juego. Cierto, tituló a su disco de debut Stateless (1978), "sin patria", pero echando un vistazo a su biografía hasta llegar a ese punto uno solo puede interpretar su autodenominación de apátrida como algo categóricamente celebrador y enorgullecedor: nació en Detroit (Michigan) -como Madonna e Iggy Pop-, hija de un yugoslavo y una inglesa, y allí (en una zona que ella definía como particularmente dura y violenta) se crió hasta que sus padres se separaron y su madre se la llevó a Gran Bretaña. A partir de entonces, en el ambiente más campestre y relajado de Hull, su inquietud la llevó a emprender todo tipo de aventuras que fueron puliendo la verdadera intención de sus aspiraciones; una línea de pintura acrílica que va de las esculturas que hacía en la escuela de arte hasta

Minutos: Felt - 'Declaration' (1987)

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Hace un tiempo le leí una anécdota a Kristin Hersh sobre como ella y Dave Narcizo (batería de Throwing Muses) eran miopes de adolescentes y tardaron mucho en llevar gafas. Cuando finalmente se las pusieron, contaba, a ella le dio la sensación de que el mundo real dolía. Bordes y siluetas afiladas, tajantes; colores primarios sin mezclar radiando una luz intensa. La imprecisión del desenfoque resultaba un lugar más cálido y acogedor que le permitía no verlo todo; a través de la suave neblina que recubría todas las cosas pesaba más la imaginación que el innecesario exceso de información proporcionado por la visión correcta. Dentro de la discografía de Felt , 'Declaration' suena a momento decisivo de enfoque y demasía de realidad. Conocida es una cita de Lawrence Hayward (voz y cerebro de la banda de Birmingham) en la que decía que el objetivo que tenía para Felt era publicar diez discos y diez singles en diez años, y de hecho así fue: suya es la década comprendida entre

Imperdible: Everything But the Girl - "Eden" (1984)

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A Tracey Thorn le temblaba la voz. Tenía a penas veinte años y, aunque se animó a entonar algunas canciones cuando entró en el cobertizo de un jardín donde se grabó el debut de Marine Girls , donde componía y tocaba la guitarra rítmica, si la escuchamos en pequeñas piezas como 'In Love' podemos intuir que le costaría lanzarse; que debió hacerlo mirando al suelo con el corazón en la boca o fijándose en si estaba encajando bien los dedos en los trastes, mientras en su cabeza solo pensaría en acabar rápido. Así debe sonar un sonrojo. Esa ingravidez apoyada en mínima percusión, bajo y guitarra, esa inocencia lo suficientemente despejada como para calar hondo con sus impresiones sobre amores primerizos y desidia juvenil, eran señas de identidad intransferibles de Marine Girls que marcaron años más tarde a toda una generación de bandas con maña para la ternura y el costumbrismo (como Le Mans en nuestro país, sin ir más lejos) y a artistas de lo más dispar . Las chicas no se separ

Al Revés: Alias Galor

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Cuando empecé a saber del surgimiento de la escena musical independiente en España en la década de los 90, en un especial retrospectivo que Rockdelux partió en tres dossiers durante la temporada primavera-verano de 1998, muchos de los nombres que ahí se mencionaban habían desaparecido o estaban a punto de hacerlo, y muchos de los discos que se destacaban no constaban ya en el stock de ninguna distribuidora (alguna también había quebrado), ni podía pedirlos en la desaparecida Discos Satchmo de Lleida porque las discográficas que los habían publicado apenas habían tenido aliento para publicar el trabajo de un par de bandas, ejerciendo una función muy puntual alejada de lo que entenderíamos estrictamente como negocio. Mi insaciable curiosidad por completar el puzzle de lo que había sido esa época me requería llevar a cabo tareas propias de la arqueología, al principio sin coordenadas -hallando discos de manera insospechada, escondidos entre el desorden de tiendas que nunca los vendie