Escenarios: Madonna - Estadi Olímpic de Montjuïc (Barcelona), 21 de julio de 2009


Dentro de unos días, el primer día de agosto, se cumplirán diecinueve años de la mítica retransmisión que TVE1 hizo del primer concierto de Madonna en Barcelona, una artista ante la que caí rendido a partir de entonces, a la edad de seis años, y de la que se me pasó esa fiebre fanática a la altura de 1996, cuando se enroló en algo que nunca me gustó ni me gustará: el musical Evita. A partir de entonces, le seguí la pista pero con algo de recelo; como el adolescente que se revela de sus padres, a la edad de trece años mis horizontes musicales se expandieron, y en plena época de descubrimiento digamos que Madonna y yo tuvimos una crisis. Por suerte, la superé al cabo de pocos años conforme me liberaba de prejuicios, y recuperé el entusiasmo por los diferentes estímulos (visuales, musicales, estéticos) que no ha dejado de proporcionar al mundo del pop desde hace más de veinticinco años, con más o menos acierto. Que visitara Barcelona precisamente con esta gira me resultaba un poco frustrante, pues su último disco Hard Candy es un claro caso de no-acierto (subida al carro del R&B que fluye a trompicones, tan sobado en los discos de aspirantes a estrella pop que nunca estarán a su altura), y el concepto de la gira está muy por debajo de la cohesión musical y teatral de lo que son los dos mejores espectáculos a los que ha dado forma hasta ahora: el Blond Ambition Tour, en el momento de máximo apogeo de su carrera; y el más reciente Confessions Tour, un espectáculo elaborado en una gama cromática y estética exquisitas y con un repertorio congruente e infalible.

El planteamiento del Sticky & Sweet Tour es otro: el espectáculo es despojado de la cualidad teatral en favor de algo más crudo, más cercano a un concierto de pop-rock, aunque nunca al uso. Se trata de una gira de corte quizás más comercial que baja un poco el listón en el atrezzo pero que nos muestra a una Madonna desenfadada, más kitsch y más traviesa. Con unos veinte minutos de retraso y tras un pequeño amago de lluvia, se apagaron las luces de un notablemente lleno Estadi Olímpic de Montjuïc (45000 personas aproximadamente) y al poco apareció ella sobre su trono, con una belleza todavía imponente y con un rostro sonriente y relajado que no abandonó en toda la noche -es la primera vez que ha hecho una segunda parte de una gira, y se la nota tranquila conociendo sus triunfales hazañas del año pasado. Dentro de la impresión de "aleatorio desafortunado" que tiene el repertorio en general, la primera hora de show no decae en ningún momento: la iniciales 'Candy Shop' y 'Beat Goes On' (con la aparición de un enorme coche clásico sobre el escenario) son sorprendentemente resultonas en directo, 'She's Not Me' es uno de los momentos más divertidos gracias a las dobles de distintas épocas de Madonna, y los hits intercalados en el segundo segmento -el de estilo urban, tomando como referencia estética el trabajo de Keith Haring- son irresistibles ('Into the Groove', 'Music', un agradecidísimo rescate de 'Dress You Up', 'Holiday' con su breve recuerdo a Michael Jackson). Los golpes de efecto funcionan, todo está ahí: las coreografías, los juegos de pantallas, las invitaciones de Madonna a cantar, sus paseos por la pasarela, la interpretación alternativa de temas sobre ésta o sobre el escenario. Sin embargo, el Sticky & Sweet se resiente de algo, y es la dirección musical: bajo la coartada de que es un show para bailar y pasarlo bien, las versiones remozadas de los temas se suceden despojadas de su marcada personalidad, sustituida prácticamente todo el tiempo por un machacón ritmo house que acaba restando algo de encanto a su cancionero, por lo lineal. Y cuando no, se da a la moda de los mash-ups (desafortunado cruce entre 'Vogue' y '4 Minutes', más teniendo en cuenta que la última la interpreta más tarde). A parte, dos tercios de Hard Candy ocupan el grueso del repertorio, algo loable por poco nostálgico pero no tan eficaz para sostener un concierto: las canciones nuevas no están hechas de la pasta memorable de los rescates.

La elección de los temas afecta especialmente al tercer y penúltimo tramo, el más reposado y aburrido, que se escuda en el folklore balcánico para dar forma a un pastiche gitano que, sin embargo, viene precedido por una bonita interpretación de 'The Devil Wouldn't Recognize You', con Madonna sentada sobre un piano dentro de una pantalla de leds en forma de cilindro en la cual se proyectan delicadas imágenes de gotas de agua. Luego se suceden la terrible 'Spanish Lesson', 'Miles Away' (hit facilón y olvidable de su último disco) y 'La Isla Bonita', que entusiasma al público. 'You Must Love Me' cierra el bloque con una interpretación sobria e impecable, emocionante teniendo en cuenta la lectura de que se la canta a sus fans. Tras el descanso, está lista para volver a poner toda la carne en el asador, y el concierto vuelve a despegar con la traca final (tras un vídeo-interludio predicador sobre el cambio climático y el estado del planeta): 'Like a Prayer' (otro tema al que el ritmo machacón anestesió algo de sentimiento y vulgarizó), 'Frozen', 'Ray of Light' a la guitarra eléctrica y el desenfreno de 'Give It 2 Me', sin duda el himno más incontestable de su último trabajo y para el que una ya devastada pero felicísima Madonna vocaliza un playback (algo de lo que hubo escasos momentos aunque muchos duden) y se acerca vertiginosamente al público para recordar que es su última oportunidad para cantar.

Entertainment puro y duro plagado de trucos, y claro, eficaz. en resumen: no está entre sus giras más memorables, esas obras maestras de la historia del pop que he nombrado antes, pero es que el Sticky & Sweet Tour juega en otra liga. Voy a decir "más austera", aunque nadie pueda entender cómo se puede definir como "austero" un espectáculo de esas características. pero en el contexto de su historial de apariciones en directo, las directrices lo son. Las emoción de poder tener finalmente tan cerca a esa personita que te ha fascinado tanto en diferentes grados y durante tanto tiempo, para otro día.


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