Escenarios: Alondra Bentley - Sala Apolo (Barcelona), 18 de noviembre de 2009


Pequeñas mesas con manteles rojos, algunos de ellos con pequeños agujeros de quemaduras, situadas a dos, tres metros del escenario; una veintena de ellas, supongo. Seamos románticos y no injustos: es el aspecto que tiene la sala Apolo cuando acontecen en ella los conciertos intimistas, que enriquecen el oído con sutilezas habitualmente acústicas y a ritmo de medio tiempo. Poder ver a Alondra Bentley sentado en una de esas mesas en Apolo en vez de estar de pie en una sala de menor aforo es necesario y de agradecer. A pesar de haber visitado la ciudad en anteriores ocasiones este año, Bentley no había tenido la oportunidad de ir más allá de los apresurados showcases, así que por primera vez presentaba Ashfield Avenue sin necesidad de mirar el reloj preocupada por el artista que actuaría después. La acompañaron sobre el escenario los habituales Caio Bellveser (contrabajo, piano), Xema Fuertes (guitarras, banjo, teclados) y Pepe Andreu, que aportó puntualmente pizcas de trompeta con sordina. Entre todos ellos consiguieron hacer justicia al sonido del disco aunque dándole una perspectiva más terrenal si cabe, traduciendo los arreglos orquestales del estudio a un lenguaje más minimalista y cercano.

El disco sonó entero y Alondra no temió al hacer madrugar algunos de los temas más reconocibles (abrió con 'Some Things of My Own', y al poco rato ya sonaron la crepuscular 'Star for Mummy' y lo que sería el single, "…") sin que el setlist se resintiera demasiado; de hecho, cuando asaltado por una laguna creía que ya había agotado todos sus cartuchos, me sorprendió cerrando el set con el traqueteo de la magnífica (y mi favorita) 'Giants Are Windmills'. Quizás haya algunos tramos del concierto en los que la linealidad gana terreno (el trío de canciones que interpretó sola, entre ellas 'Clothes of Sand' de su admirado Nick Drake) pero Bentley lo salva a tiempo echando mano de alguno de esos temas jugetones llenos de swing: pocos pueden resistirse al encanto de 'Sugarman' (o Traceyanne Campbell cantándole a otra época), 'Shine', la ensoñación de 'I Feel Alive' o el aire de psicodélia folk a ritmo de vals (que me recuerda vagamente al 'Golden Brown' de The Stranglers) de 'Of All Living Creatures, Why a Human Being?'. Saliendo de allí, y reescuchando su debut mientras escribo, me doy cuenta del montón de temas con pegada, reconocibles y diferentes entre sí, que tiene.

Para redondear el setlist, además de estrenos con títulos como 'One Friday Morning' o 'Now I Met You' (correctos dentro de su estilo), en Barcelona hubo una serie de invitados más o menos sorpresa (Vicente Macià, Raül Fernández, Lourdes Hernández, Zahara) con quienes Alondra interpretó algunas versiones destacables (el 'Shipbuilding' de Elvis Costello acompañada al piano por Fernández; un tema de Burt Bacharach a dúo con Russian Red), reuniéndolos a todos en el último bis para cantar 'Flowers Never Bend with the Rainfall' de Simon & Garfunkel. Quizás por anecdóticas fueron más una distracción peligrosa de la atmósfera conseguida durante el set con su propio repertorio, pero su ejecución y su intención (esa sonrisa constante cada vez que tenía a un colega al lado) fueron sinceras y libres de pretensiones. Su personalidad entonando y sin entonar canciones deberían perdurar por encima del empeño por meterla dentro de un oportunista saco de cantautoras folk. Una lástima para el que la descarte por motivos como ese.


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