Escenarios: Christina Rosenvinge - Luz de Gas (Barcelona), 10 de junio de 2010


¿Alguien se acuerda de las declaraciones románticas delante de todo el público de un plató en "Lo que Necesitas es Amor"? O, ¿por qué ir tan lejos en el tiempo? El formato aún se aprovecha en los programas de testimonios; seguro que cazar algo así no es tan difícil haciendo zapping. Yo no necesito ni encender la tele para tener fresco el recuerdo de una situación similar: solo tengo que acordarme del concierto de ayer de Christina Rosenvinge en Luz de Gas. La velada, cobijada bajo el título "En Persona", no iba a ser un concierto al uso, sino que se iban a intercalar preguntas por parte de los asistentes, con suerte algo de tertulia con la artista, historias y curiosidades, peticiones lanzadas al aire en busca de la sorpresa de verlas cumplidas, pero no; hubo una barrera que nunca se rompió y los únicos valientes que salieron a la palestra micrófono en mano fueron aquellos que querían declararle su amor y admiración y vieron la oportunidad de oro para hacerlo. Para mí, acercarse a ella brevemente después de un concierto, en cierto ambiente de intimidad mientras te firma un disco, y comentarle cómo te gusta su música, es una cosa; y manifestarse extasiado para decirle que es la mejor de España y que es fantástica delante de toda una audiencia, es otra distinta, algo bochornosa y que poco tiene que ver con la intención de la propuesta.

Solo se le preguntó por qué no cantaba temas de Álex y Christina, cuándo saldría el nuevo disco (cuestión que, emparejada con la pregunta sobre la época de 'Chas, y Aparezco a Tu Lado' se quedó sin respuesta por aturdimiento) y qué sonaba en su iPod (pregunta resultona aunque recurrente a la que Christina tampoco sacó mucho jugo). Los únicos títulos que se mencionaron haciendo amago de petición fueron de la época de Los Subterráneos (…), y luego salió una chica que comentó que 'Nadie Como Tú" era "como yo siento cuando siento" (sic), a lo que Christina solo supo escapar sonriendo y diciendo "vamos a aprovechar y tocaremos esa". Cabe plantearse qué elementos fallan en este formato, y es que al final todos somos culpables: desde los excesivamente tímidos que no osamos a intervenir con alguna cuestión que pudiera resultar estimulante (quejarse del absurdo de todo es entonces injusto, claro) a la propia Rosenvinge, que podía haberse preparado alguna historia para cubrir en caso de que ocurriera lo que ocurrió (pienso en las historias que explican Kristin Hersh o Nina Nastasia con toda naturalidad habitualmente mientras afinan o por placer).

Así, los tensos parones que tenían al público como protagonista entorpecieron el ritmo de un notable directo en el que estuvo muy bien acompañada, y musicalmente sí fue una noche de sutilezas con algunas sorpresas: a Chris Brokaw (legendario ex-miembro de Come y Codeine), con una pierna escayolada y recién llegado de Boston, le cedió protagonismo en la interpretación de 'Stagger Lee', del disco que él ha publicado con Geoff Farina, y en otro tema de Dirtmusic; en ambos, Rosenvinge se limitó a hacer una segunda voz y a salpicar con espectrales notas de piano el buen hacer de Brokaw (verle a la guitarra siempre es un placer). Raúl Fernández, que se estrenaba como colaborador de Christina, tuvo su momento con la interpretación de la entrañable 'Envejece', y seguidamente ella cantó (en catalán, como pudo chuleta en mano) una preciosa canción en la que él tocó el piano, ambas de su proyecto Refree. Y a Charlie Bautista, multi-instrumentista que la acompaña desde hace ya siete años, le dejó cantar a solas al final de 'Anoche', canción que compusieron a medias para su último disco hasta la fecha. En cuanto al repertorio de Christina, la noche empezó con una cristalina versión de 'Por la Noche' -el mejor ejemplo del sonido preciosista que consiguieron haciendo variaciones de los mismos acordes con cuatro guitarras-, presentó tres temas nuevos (el primero de ellos con un pie metido en el blues, los otros continuistas en el estilo pop sin trampas de su última entrega) y no arriesgó mucho al recuperar temas antiguos, pues los había tocado en la anterior gira: 'Dream Room' (elección de Chris Brokaw), siempre enigmática y dulcemente siniestra, y 'As the Wind Blows' fueron lo más antiguo que sonó en Luz de Gas y me hicieron dar cuenta de cómo echo de menos a la Christina más aventurera; ignoró por completo Continental 62 y el resto del setlist lo llenaron canciones recientes como 'Eclipse' (ha hecho mucho más daño otras veces), 'La Distancia Adecuada' o 'Negro Cinturón', que reservó para el bis. Antes de eso, el set principal acabó con una versión de 'All Tomorrow’s Parties' en la que Brokaw tomó el papel de Nico y que fue una de las interpretaciones más sonadas e interesantes de toda la noche, creando un sonido tenso y vivaracho que le faltó a otros segmentos. Una velada extraña, al fin y al cabo, que nunca debió otorgar un papel relevante a la palabra (hablada).

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