Escenarios: Best Coast + Furguson - Razzmatazz 2 (Barcelona), 17 de diciembre de 2010

Vivimos una época en la que con facilidad se resuelven los misterios, si es que queda algo que pueda llamarse así. Gracias a determinada red social a la que es asidua, la tarde del mismo viernes que tocaba en Razzmatazz 2 sabíamos que a Bethany Consentino (guitarra, voz) le había resultado epatante y, seguramente, gustado mucho, que alguien le dijera que Best Coast "tocan canciones de Nirvana, con melodías escritas por Ben Gibbard y la voz de Courtney Love". A mis ojos eso no podía resultar un mayor esperpento estético, que no podía comprender, y que a ella le entusiasmara me dejó un poco intrigado, aunque lo atribuí a su cariño por el Live Through This de Hole, que ha alabado en el pasado. La cuestión es que esa pequeña apreciación de un fan pareció motivar a Bethany en el enfoque de su actuación adoptando puntuales tics que al que haya seguido un poco a la viuda de Cobain le sonarán a pequeños intentos de, por una noche y en su cabeza, hacer un poco como ella; pienso en las veces que tímidamente apoyó la pierna sobre el monitor o en cómo lastró las melodías arrastrándolas con un quejido apático al final de cada verso. Todo ello, mezclado con el cansancio propio del fin de una gira que ha durado meses, se cargó lo que uno podría esperar de un directo de Best Coast habiendo escuchado su disco de debut. Un trío puede ser un power trío y con su solidez barrer a bandas de siete músicos, pero si no está bien engrasado el resultado puede ser nefasto. Para muchos, lo que allí vimos tuvo que ver con el grunge más allá de lo expuesto antes, pero para mí fue simplemente un directo muy justito, con un montón de descosidos y un repertorio que interpretado a piñón fijo e integrado por una veintena de canciones desvela la reiteración de sus trucos -que, admitámoslo, tan bien funcionan en estudio.

Si una banda va a trabajar sin un bajista, las dos guitarras tienen que tener muy bien estudiadas las dinámicas para que los huecos queden cubiertos (algo que Sleater-Kinney manejaban tan bien, por ejemplo), pero si Consentino toca con una distorsión enmarañada y Bobb Bruno realiza punteos intermitentemente, la mayoría del tiempo lo único que oímos es a una cantante por encima del ruido de carcasa cayendo por un acantilado. No significa que no hubiera momentos salvables o que sonaran mínimamente decentes, como 'When I'm with You'. El resto no fue un bonito sonido amateur, simplemente una medianía. Y lo digo con tristeza, pero también encogiendo los hombros y mirando hacia el próximo concierto. No suyo, y no por nada.


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