Minutos: Smog - 'I Break Horses (Peel Session Version)' (1997)


Lo que me sucede con las voces femeninas desde la infancia –fascinación de las de mirada de ciervo- siempre ha sido algo tan natural que solo empecé a pensar en si sería raro cuando me lo destacaba alguien, o cuando se burlaban (si admiras a mujeres eres más mariquita), o cuando se confirmaban los nombres del cartel de un festival y me descubría desilusionado porque apenas había grupos de chicas; cosas así. Por supuesto no me agradan todas y por supuesto su género no es sinónimo de talento. Pero por cada voz masculina que me gusta, deben gustarme unas quince de mujer; me atrae enormemente la sensibilidad de su trabajo. Dicho esto y como contrapartida, cuando me tienta la voz de un hombre, lo hace de veras. Las que me gustan suelen ser voces graves y profundas, quizás por la calidez que puedo palpar en ellas cuando surcan aguas sosegadas, o la imposición implícita cuando suben el tono; o simplemente porque es el tipo de voz que me gustaría tener. Voces como la de Bill Callahan, el hombre detrás de Smog.

Leyendo un libro sobre Chan Marshall, que tuvo una relación sentimental con él a finales de los años 90, me sorprendió ver cómo la autora introducía a Callahan comentando que sus letras habían sido tachadas de misóginas, incidiendo en el tópico del alma torturada y oscura; algo engañoso que me parece fruto de una interpretación manipulada de sus (habitualmente) parcas palabras en las canciones y que le sirvió para crear un personaje basado en prejuicios, por lo poco que pudo averiguar sobre el idilio entre ambos músicos. Cuando un hombre describe con frialdad sus sentimientos de deseo, desapego o repulsión por una mujer se expone a que se cuestione si su perspectiva es machista, aunque si se da a la inversa no hay reparos para congratular a las autoras por hablar de todo lo que han pretendido silenciarles durante siglos, y con razón. En ese sentido, ‘I Break Horses’ debe ser enormemente polémica en los frentes feministas, pues en ella Callahan no tiene ninguna vergüenza para presentarse como un hombre que deja claro a su amante su desinterés en tener una relación seria, algo que puede ser fácilmente percibido como descarado y desconsiderado con la otra persona, cuando quizás es lo más honrado que  se le ocurre hacer por ella. Puntualizar sus intenciones no es únicamente un gesto egoísta que delimita su libertad y le exime de toda responsabilidad sobre los sentimientos de la otra parte, sino que a ella debe servirle para saber a qué atenerse. Lo que explica puede aplicarse perfectamente a un romance homosexual.

Las imágenes bellas (“Cabalgué hacia el océano / y el agua parecía oro empañado / cabalgué sobre un caballo roto”) no distraen de lo directo del mensaje: “Yo fracturo caballos, no cuido de ellos / vienen a mí, según parece / pidiéndome que les quiebre / (…) No me cuesta mucho / unas cuantas palabras en el lugar adecuado / y sus corazones ambulantes ya no lo son”. ¿Son palabras dictadas por un ego desmesurado? Quizás me estoy dejando seducir. Incluso se vuelve más explícito al respecto del intercambio sexual y el agobio posterior: “Primero me gustó su calidez entre mis piernas / (…) pero pronto se convirtió en una picazón, en una rascada, en un corte profundo / (…) Hoy me voy nadando a mi isla favorita, y no quiero verte nadando detrás”. Años más tarde en Pitchfork, Callahan explicó cómo el desapego del protagonista era muy intencionado y no necesariamente autobiográfico: “Una canción como ‘I Break Horses’ es malinterpretada a menudo. La escribí para ayudar a una amiga a entender que un chico con el que había pasado una noche quizás no le devolvería las llamadas al día siguiente o nunca. (…) Ese fue el impulso. Las raíces de la canción están en el bien”.
 
Originalmente una pieza intimista grabada en acústico para el EP Kicking a Couple Around (1996), a ‘I Break Horses’ se le insufló nueva vida en la sesión que Smog grabaron para John Peel en octubre de 1997, sabia decisión. Se trata de una lectura madurada que prende lentamente, desde el rasgueo de papel de seda con el que Callahan introduce la primera sección hasta la subida de intensidad que provoca la entrada del resto de instrumentos a la altura del estribillo (el piano tiene un rol fundamental para sostener la emoción) y que se extiende hasta el final sobre los mismos dos acordes.
 

‘I Break Horses (Peel Session Version)’ apareció en el EP Cold Blooded Old Times,
publicado en 1999

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