Por el atajo: Cocteau Twins - "The Spangle Maker" (1984)
Tres mausoleos repartidos en las dos caras de un vinilo a cuarenta y cinco revoluciones. Mausoleos, porque se erigen como pequeños monumentos tallados con devoción en piedra gélida y porque permanecen enigmáticos, guardianes de secretos llevados al lecho de muerte que uno solo puede jugar a imaginar cuando se planta unos minutos ante su belleza. Solo Elizabeth Fraser (voz) los conoce todos. El flujo de la fonética apasionada que no conoce restricciones según el diccionario, a penas la sugestión de un título o una palabra que nos ha parecido entender espontáneamente como pista, es en gran parte responsable de lo que estoy explicando. Incluso diría que además de mantener a las canciones en un paraje irreal, hace que la voz de Fraser se abra de una forma que no puede cuando la rigen las palabras que ya conoce (como hizo años antes y retomó años después de la publicación de este EP).
'The Spangle Maker', pieza titular, empieza en un ambiente tenso y nublado que a penas dura unos compases. "El fabricante de lentejuelas". La estrofa tiene un toque tan afable en medio del misterio que podríamos llegar a pensar que Fraser está explicando detalladamente la magia con la que el artesano desenvuelve su trabajo. El alterne de eso con otra sección más encendida, en la que parece que emprendamos un pausado viaje espacial (aquí sí resuenan las palabras "Arruinado y perdiendo el aliento, silbando", como si reivindicara el esfuerzo y la dedicación del personaje) nos mantiene en vilo por hipnosis hasta que nos dirige al riego por aspersión de pintura argentada que es el último minuto de coda, resplandeciente como el cuerpo de un astro.
Cocteau Twins ya habían hecho grandes progresos en la investigación de sus posibilidades de manera bastante rápida (debutaron en 1982), pero este EP es la primera prueba sólida, previa a la publicación del disco Treasure (1984) donde aún arriesgarían más. Los pájaros endiablados de sus primeros días habían planeado rápido y huido de los cascotes de níquel en busca de polvo de oro. The Spangle Maker tiene implícita una melancolía que refresca; la caja de ritmos sigue sonando abiertamente artificial y hundida en reverberación, pero las guitarras de Robin Guthrie (aquí cuentan por primera vez con Simon Raymonde al bajo, que ya se quedaría hasta la separación) adornan unas partituras más emotivas que antaño, y lo hacen expresándose con más mimo y más abstracción. Los otros dos temas son medios tiempos en compás 3/4, 'Pearly Dewdrops' Drops' profusa en su recreación de un entorno invernal y nostálgico (pequeñas campanas, voces con distintos discursos en el estribillo, el siseo de los platillos); y 'Pepper Tree' perdida en la neblina del deseo, más discreta, en suspense mediante un piano rígido y del que picotean como si cogieran sal de un tarro. Ese piano nos lleva al tic-tac de un reloj que actúa como silenciador de la música, planteando un último interrogante.
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