Momentum: Neneh Cherry - "Homebrew" (1992) / Colaboraciones con Tricky (1995)


Son las seis de la tarde del 14 de julio de 1996; el domingo de clausura del Doctor Music Festival, que ha celebrado su primera edición en Escalarre (Lleida). En el escenario grande, precediendo a la reaparición de Patti Smith en hora vespertina, está programada una actuación no menos esperada. Neneh Cherry no ha publicado un álbum desde hace casi un lustro y va a destapar canciones que estarán en Man, cuyo lanzamiento está programado para después del verano. Las expectativas son altas para una artista que había transgredido todas las etiquetas de género a base de aunar estilos dispares (rap, pop, hip hop, rock, soul, jazz) y que había manejado su carrera con la calma de la sensatez, desatendiendo los compromisos artísticos y formales que se dan por sentados cuando una se convierte en un personaje de primera línea del pop masivo, como le ocurrió al publicar Raw Like Sushi en 1989 tras el éxito del tema 'Buffalo Stance'. Después de cuatro años de noticias intermitentes y confusas ('7 Seconds' con Youssou N'Dour, 'Trouble Man' para un disco tributo a Marvin Gaye, un bochornoso 'Love Can Build a Bridge' junto a Chrissie Hynde y Cher) pero con el aval de las decisiones certeras que le llevaron a parir sus discos anteriores, en la secuela del año de gloria del trip hop -un género musical que ella ayudó a esculpir pero que se bautizó y amamantó en su ausencia entre discos- se esperaba que Neneh Cherry diera una vuelta de tuerca al aventurado cruce de estilos que la hacía única.

Lo que ocurrió en Doctor Music no fue menos desorientador que sus colaboraciones aisladas: ataviada con vestimenta de tipo militar, se dedicó a hacer estallar canciones añejas como 'Inna City Mama' a base de guitarrazos setenteros e hizo una versión lo suficientemente fiel de 'Crosstown Traffic' de Jimi Hendrix. El desconcierto puso a todo el mundo en guardia, y cuando apareció Man poco antes de que empezase el curso escolar la reacción fue tibia. Era un disco correcto de pop-rock, pero en ese momento Cherry no parecía ser consciente de lo conservador que resultaba al lado de su catálogo anterior: "Fue grabado durante un tiempo problemático. Acababa de tener a mi tercera hija y perdí a mi padrastro [el trompetista Don Cherry], el hombre que me educó. Fue un período duro. Paradójicamente las canciones salieron vivas, directas, repletas de energía". Después de Man, la lista de colaboraciones dispersas aumentó -incluso algunas de mayor recorrido como cuando formó parte de CirKus o ahora grabando con el grupo de jazz experimental The Thing-, pero no ha vuelto a publicar un álbum a su nombre. El riesgo implícito en todo lo que ha ido haciendo en los últimos tiempos certifica que Man era solo un movimiento a medio gas para una mujer insumisa, que había sorprendido a todos sobreviniendo el repentino éxito de su debut con un silencio discográfico que no rompería hasta 1992, matizando la vivacidad combativa que había hecho de ella una figura de vanguardia en el mundo del pop en 1989. "Aquello me produjo una presión que no había previsto. Me etiquetaron rápidamente como una artista hip hop y tuve que intentar desmarcarme", dijo. Ese primer álbum no era más que el culmen de su periplo musical desde la temprana edad de quince años, contribuyendo con su personalidad a bandas como The Slits, Rip Rig + Panic y Float Up CP. Su aportación al disco benéfico Red Hot + Blue (1990), el primer proyecto musical en beneficio de las investigaciones para la cura del SIDA, convalidó su relevancia: apropiándose libremente del 'I've Got You Under My Skin' de Cole Porter, entregó un tema de baile tan elegante como el original del autor pero tenso, oscuro y serio, atinando para recoger el miedo que se tenía a la imparable enfermedad. Fue su último compromiso con el establishment durante una buena temporada. Recogió los bártulos junto a su marido y fiel colaborador Cameron McVey y sus hijos, y se mudaron de Londres a su Hässleholm natal (en Suecia) para alejarse del alboroto mediático en el que había estado nadando dos años.

La idea de la domesticidad marcaría fuertemente la naturaleza conceptual de Homebrew (1992), empezando por su grabación en la misma casa donde Neneh se había criado de pequeña y rematándolo con el envoltorio de Jean Baptiste Mondino para el disco: esa foto de ella al lado de un cochecito, con el nombre bordado encima, supone una declaración de intenciones tan o más fuerte que la de Raw Like Sushi. En el primer álbum experimentaba haciendo uso de una electrónica fría (que a la postre se ha quedado más anclada a los últimos años de los 80) y su impacto venía cimentado en su actitud -ese buen espíritu que le caracteriza, el de una mujer joven y vitalista que no deja de ser observadora y comprometida-, pero en Homebrew traspasa la claridad de pensamiento a la que accede lejos de la urbe y entra en juego una madurez inevitable. "Creo que muchas de las canciones del álbum tratan sobre ser consciente del panorama general pero saliendo adelante con tu pequeña realidad", explicaba en Rolling Stone. "Todos nos sentimos muy conmovidos y afectados por un montón de cosas que están pasando en el mundo. Pero para ser efectivos de cualquier forma, tienes que transformar tu realidad en algo que vaya a darte la fuerza para superar ese sentimiento abstracto de impotencia". El precedente más claro del sonido del segundo disco se encontraría en 'Manchild', del primero. Se vuelve a dar una fusión de estilos, suenan scratches y samples de nuevo, pero con un encofrado orgánico donde la voz de Neneh suena más suave y desenvuelta. Como muestra, un botón al principio de 'I Ain't Gone Under Yet': oímos a su hija pequeña y, con el fondo de una guitarra empezando a sonar, Cherry le dice "Estate callada cariño, déjame cantar solo esta canción, no voy a tardar ni un minuto". La pieza coge enseguida un cuerpo jazz con el añadido de la batería y, acto seguido, recita con todo el relajo del mundo un rap sobre su derecho a vivir su vida como guste y su negación a hundirse. Lo íntimo y la economía musical tienen un peso crucial en Homebrew: hay mensaje, hay actitud y hay mucho espacio.

'Money Love', una canción bailable de aire pendenciero -guitarra eléctrica, estribillo instantáneo- que puede recordar a los días de Raw Like Sushi, fue el primer single no en balde (discurso anti-materialista: "Tengo un pie en el puente sobre aguas turbulentas / una tarjeta de crédito mola, pero me conformaré con una moneda de veinticinco") pero el resto del repertorio se aleja de esa agitación excepto en contadas ocasiones: 'Buddy X', otra melodía ganadora construida sobre atractivos loops, podría machacar más su estribillo, pero se diluye antes de llegar a los tres minutos como una jam que no le apetece alargar más; 'Trout' -que habla de la importancia de impartir educación sexual en los colegios- cuenta con la colaboración vocal de Michael Stipe (R.E.M.) y aúna el pulso hip hop con un crepitante riff de guitarra que es esponja de esparto; y 'Sassy', junto al rapero Guru, es puro hip hop metropolitano pero sin perder la cadencia jazz y el misterio sensual que salpica todo el repertorio ("Nunca has visto a una chica así en la vida / porque es caradura y completamente segura", dice Guru). En 'Somedays' reconocemos la tristeza y la rugosidad formal de Geof Barrow dos años antes de debutar con su propio proyecto, Portishead, que aquí adapta al piano parte del 'Claro de Luna' de Beethoven para dar forma a la pieza más mustia. Es en medios tiempos como este donde se aprecia su madurez, especialmente en los dos que concluyen el álbum. 'Peace In Mind', entre campanitas y teclados ambientales, se explica sola desde el título ("Conseguí algo de paz mental en el cariño de un extraño / como pasa con el amor entre buitres, cogimos el uno del otro"); y 'Red Paint' ahonda en el sentimiento de indefensión en un mundo irrazonable. Está dedicada a su madre -la pintora Moki Cherry-, que presenció un tiroteo en un supermercado y fue lo que inspiró una canción de cierre inmejorable. Neneh canta "La insensibilidad se apoderó de mí, y sentí como me pintaba de azul por dentro / y me marché, cogiendo una parte tuya / como pintura roja en la suela del zapato", y no cuesta nada entender que esa insensibilidad que la lleva a alejarse de la escena no es otra cosa que un bloqueo protector para una empatía inflamada.


A partir de ahí, Neneh Cherry podía haberse decantado por cualquier cosa. En 1994 su colaboración con Youssou N'Dour 'Seven Seconds' se convertía en otro éxito mundial a su nombre, fiel a sus valores y tocado de nuevo por su sensibilidad para lo humanitario. La muerte de Don Cherry en octubre de 1995 (en la casa de Neneh en Málaga, donde estaba cuidando de él) fue definitiva para que necesitase enfocar el álbum Man desde una perspectiva más sentimental y musicalmente convencional. Nadó y guardó la ropa, y entre esa ropa se quedó una opción que hubiera podido haber hecho de ese disco algo mucho más estimulante. Se trata de una serie de colaboraciones con Tricky, el hombre más buscado de 1995 gracias a la sorpresa que supuso la edición de su primer trabajo Maxinquaye y un viejo conocido de Neneh: ahí estaban los dos, en 1990, contribuyendo al esencial Blue Lines de Massive Attack (que se grabó en la residencia londinense de ella). En algún momento de 1996 llegó a correr el rumor de que se publicaría un EP a nombre de los dos, pero en cuanto Man salió al mercado sus colaboraciones fueron desvelándose como temas añadidos a los CD-singles que se extrayeron de él (Woman, Kootchi y Feel It), haciendo que hoy sean rarezas prácticamente inaccesibles al estar descatalogados esos discos.

En octubre de 1996, Tricky detallaba en la revista Detour su frustración porque no se utilizase su trabajo en el álbum: "Yo sé que es una mujer que ha luchado y ha sufrido, ha tenido una vida dura, acaba de ver cómo moría su padre. Pero si la escuchas en los discos, es una mujer que quiere salvar el mundo, que ama a todas las personas, muy blanda. Esa no es ella (...) ¿Quieres salir como Kylie Minogue o como Billie Holiday? Yo preferiría salir como Billie Holiday, totalmente radical, totalmente real. (...) Lo que le escribí daba puto miedo, algunas cosas eran tan tristes que querrías llorar. La he visto cuando está destrozada y cuando está en la ruina y llorando, y capturamos ese espíritu. Sintonicé con ella totalmente, y aunque yo escribí esas letras, vienen de su energía. Yo creía que era perfecto. Pero asustó a todo el mundo. Y me resentí". Las canciones más duras siguen bajo llave en algún lugar. Neneh ya había empezado a explicarse al respecto en el verano de 1995, cuando atendió a la prensa antes de un concierto aislado en Niza y todavía no se sabía que Man se retrasaría un año por el fallecimiento de Don Cherry: "Siempre he intentado saltarme la norma y desgraciadamente el hip hop se ha convertido en música popular. Quería alejarme, volver a las raíces. (...) Tricky empezó a colaborar con nosotros, pero lo abandonamos porque su estilo es demasiado personal, demasiado marcado. Su trabajo es excepcional, una completa locura, pero una presencia así podría crear confusión, porque este álbum debe marcar un repentino cambio de actitud".

Solo una de esas piezas al alimón, 'Together Now' con su traqueteo sensual, acabó en los discos de ambos (en el caso de él, en el de su proyecto puntual Nearly God). Para los seguidores de Tricky, en especial para los que siguen fascinados con sus hallazgos musicales en esa primera etapa de su carrera, los resultados de estas sesiones con Neneh (exceptuando quizás la repetitiva 'I Wanna Know') son interesantes añadidos a su discografía: 'Crack Baby' está literalmente intoxicada de la droga que menciona en el título, envuelta en claustrofobia y polvo espeso -samples de una tos asmática enervante y de una voz de bebé, el sonido de un mechero que intenta encenderse sin éxito-; y 'Had You In Me' contiene capas divergentes que acaban causando una sensación similar de caos y alteración. 'Devotion', en cambio, podría llegar a poner roja de envidia a Martina Topley-Bird, la vocalista más emblemática de Tricky: todo sosiego y suavidad ("Ahógame con emoción / abandóname con devoción / ¿por qué no estamos hablando?"). Con el habitual desfile de sonidos tribales, chasquidos y humareda, cualquiera de estas tres podría ser un número de peso en el aclamado Maxinquaye del artista de Bristol, y a Cherry la sitúa en una senda de rugosidades y riesgo que de haberla seguido con mayor seguridad (apostando por ella) nos habría brindado una continuación mucho más temeraria de Homebrew. El 11 de noviembre de 1996 compartieron el escenario de la sala Olympia de París, pero fue a horas distintas dentro del festival organizado por la revista Les Inrockuptibles; el periodista que estaba allí para hacer un reportaje sobre Tricky explicó que Neneh y Cameron McVey salieron a verle mientras actuaba y se marcharon a los cinco minutos porque "les estaba dando una lección".

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