Imperdible: Beach House - "Thank Your Lucky Stars" (2015)

¿Sería adecuado decir que he renovado mis votos con Beach House? Se renuevan los votos si ambas partes contratantes ratifican su compromiso cuando se sorprenden de que siga vigente y hambriento un amor que en su día fue apasionado, pero aunque la naturaleza de toda relación entre oyentes y creadores parta de una realidad unidireccional (de ti depende cómo les quieres, cuánto y hasta cuándo, y ellos nunca lo sabrán), me parece cínico decidirlo solo yo. Además, lo que me está sucediendo se parece más al cosquilleo de un reencuentro con alguien a quien quisiste mucho y de quien te separaste, pero cuya calidez te cautiva en cuanto vuestros caminos vuelven a cruzarse. A principios de la década pasada vi a Beach House en directo cinco o seis veces en poco más de tres años. Venían mucho y se les esperaba siempre. La línea temporal que nos llevó desde una claustrofóbica noche en La [2] de Apolo a verles prevalecer ante audiencias de miles de personas en festivales fue vertiginosa, pero en realidad lógica ante lo que su música estaba tejiendo con el público. Conjuraban un amor inmenso -entendido no solo como romántico, sino como la más enorme de las emociones- y abandonarse a él era adictivo si te habían tocado la tecla adecuada. Solo el tiempo destapa si una música que te afectó con la fuerza de los amores a primera vista, consumados con lágrimas de complicidad, va a seguir contigo. Sin necesitar ponerme un disco de Beach House en los últimos cinco años creía que quizás la suya no, y tampoco me preguntaba porqué. Cambias, diverges y, si realmente no lo sientes, no lo lamentas. Pero a veces la mente va urdiendo a nuestras espaldas en busca de recursos que no sospechamos que necesitamos y, para ofrecérnoslos, los disfraza de ocurrencia desenfadada. Así acabó Thank Your Lucky Stars (2015) añadido a la lista de los discos con los que iba a regalarme los oídos en mis próximos paseos, hace un par de semanas; presuntamente al azar y sin tener ni idea de que iba a ser una carta de reconciliación, ya leída tiempo atrás, sí, pero con un impacto amplificado en la relectura.

Victoria Legrand (voz, teclado, bajo, guitarra) y Alex Scally (guitarra, teclado, bajo) se conocieron en Baltimore (Maryland), la tierra que vio nacer a John Waters, quien una vez les aconsejó: "Ni parpadeéis. Si paráis, otro ocupará vuestro lugar". En aquel entonces Legrand regresaba a los Estados Unidos después de pasar unos años estudiando interpretación en París, concluyendo que si tenía que apostar por una carrera inestable y arriesgada, la música era mucho más importante que la actuación. La conexión con Scally, que entró como bajista en el proyecto que tenia Victoria mediante un amigo mutuo, asomó cuando arreglaron juntos una versión de ELO y se dieron cuenta de lo fácil que les era comunicarse y ponerse de acuerdo. Sus gustos convergían en cosas como el folk, el rock setentero y los 90 de Portishead y Spiritualized. El recorrido simbiótico del dúo empezó sonando tan intrigante como candoroso, como la noche en vela de unos niños que se disfrazan de espadachín y de fantasma para sentarse en el suelo e imaginar qué son la brujería y el ocultismo. Las herramientas base de su lenguaje -caja de ritmos cruda, guitarra reducida a punteos insinuantes, teclados que destellan con la rugosidad de una fotocopia negra, a veces doblada en forma de barquito y posada en el agua- desarrollaron el ecosistema y la arquitectura de su universo particular. El álbum que les encumbró como algo verdaderamente especial, Teen Dream (2010), tan solo era el tercero, pero su recorrido emocional era incontestable. Victoria y Alex están entre el puñado de compositores que pueden crear un clima íntimo y personal sin hablar de específicos ni ser exhibicionistas; van directos a codificar la sensación, la emoción que define a una experiencia, y a la altura de Teen Dream su música estaba desbordada de empatía. Era de esos discos llenos de canciones emblemáticas, todas henchidas de un afecto altruista que enamoraba y acompañaba. 



No sé cuándo les dio John Waters el consejo de no parar, pero la recepción de Teen Dream como un clásico instantáneo solo hizo que propulsarles a llevar un ritmo imparable alternando giras y discos. Thank Your Lucky Stars fue fruto de un flujo creativo incontenible, el segundo disco que sacaron en el mismo año -solo dos meses después de Depression Cherry (2015)- y anunciado por sorpresa la misma semana que se publicaba. Al contrario de lo que pudiera parecer por la inusual maniobra, no se trataba de un conjunto de canciones descartadas; en el escueto comunicado aclaraban que las habían grabado en las sesiones de Depression Cherry (producidas, pues, junto a Chris Coady) pero todas habían sido compuestas después de las de éste. Con el estudio reservado para noviembre de 2014 y el repertorio que querían grabar cerrado en julio, siguieron inspirados para escribir y redondearon una nueva colección de temas, escrita en a penas dos meses. "Como ya teníamos un disco (escrito), no sentimos ninguna presión con estas canciones", explicaba Alex en 2016. "No les dimos cuerpo. No les pusimos puentes. No las orquestamos ni las arreglamos mucho. Las dejamos ser muy naturales. (...) Solo queríamos sacar un disco y no enviarlo a la prensa ni todas las cosas que tienes que hacer cuando lo publicas". A más de uno no le pasó por alto la palabra "político" en la nota de prensa, y para entender mejor el hilo narrativo del álbum vale la pena rescatar lo que el dúo dijo al respecto en una ronda de preguntas con sus seguidores: "'Político' es una palabra grande, para nosotros significa que las canciones lidian más con el mundo tangible de la cultura, y menos en el terreno de lo cósmico, el alma, el corazón... Para nosotros los temas muestran muchas reflexiones sobre los roles y las expectativas de las mujeres en nuestra sociedad, la cultura de internet, el alcoholismo, el abuso, etc. Es decir, para nosotros se sitúa más en el mundo de la gente, por lo tanto, es más político"

Es fácil sentir alivio, escalofríos y que el corazón te bombea con fuerza cuando Victoria se entrega en las canciones de escala colosal ('Silver Soul', 'Real Love', '10 Mile Stereo', 'Wild') que abundaban en Teen Dream y Bloom (2012), pero en Thank Your Lucky Stars la propuesta emocional es más sutil. El tono anhelante que llevó a su máxima expresión en esos discos respira aquí con una distinguida tranquilidad, a veces genuinamente serena, otras como ausente, contenida o intoxicada. No es un regreso a los oscuros juegos de alcoba de sus principios, pero hay una apuesta por la sencillez que responde a la exuberancia que alcanzaron en su evolución. El fondo es más complejo. En la portada tenemos una foto de su madre tomada cuando era una niña a finales de los años 50, enseñando a cámara la muñeca que le han regalado con una expresión educada pero no eufórica, y cuando te adentras en estas canciones entiendes que refleja la fricción entre los convencionalismos y los sentimientos desagradables que discurren en soledad en un universo que, como autora de todos los textos, Legrand define en términos muy femeninos. Incluso el título del disco ("Agradece tu suerte") es un comentario punzante en este contexto. En estas nueve piezas Victoria se fracciona en forma de observadora, acompañante, confidente, justiciera, sombra y alter ego de sujetos que presenta con el pronombre "ella" y de quienes habla sin tapujos, pero tampoco con obviedades. Es natural que no concibieran mezclar estas canciones con las de Depression Cherry, un disco con un repertorio que viró hacia lo etéreo -y lo sublimó- para escapar la grandiosidad formal; Thank Your Lucky Stars, en cambio, tiene una aspereza particular.

Incluso arrancando el álbum con una pieza que pertenece a su lado más cariñoso, la figura de la 'Majorette' que la titula es como la imagen de su madre en la portada; una chica que se mantiene en su sitio en el desfile, haciendo girar su bastón a pesar del desencanto que acumula en sus adentros. En 'She's So Lovely', Victoria se arrastra como un fantasma con grilletes para retratar a una mujer hermosa cuya presencia es desestabilizadora, triste; en 'All Your Yeahs' va de la mano de otra chica inquietante ("Calla, no llores / en la próxima vida / Ella me lleva hacia el agua / no dice una palabra") y la canción se divide entre la tensión sostenida de la primera parte, donde la voz surca aguas lisas, y el despegue posterior en un vuelo de la marca OMD, una electrónica retrofuturista que da una sensación de conciliación y movimiento a la resolución del tema, código estético que se repite en la dinámica 'The Traveller', donde enfrenta las visiones de alguien que aprovecha la vida y alguien que la mira pasar. 'Common Girl' (una observación sobre la frivolidad en forma de vals, con el teclado hirviendo) y 'Rough Song' son más incisivas, en la última usando una melodía extracándida para narrar las escenas embarazosas con las que una mujer alcohólica avergüenza a su hija en una fiesta. El disco acaba en una cumbre con un doo wop pasado por su filtro mágico, 'Somewhere Tonight' (la imagen de una pista de baile vacía donde solo se cruzan las luces de colores), pero es 'Elegy to the Void' la que suena a pieza central; la traslación sonora de un legado familiar que se derrama entre generaciones, la mirada atrás a toda una vida de caricias y errores, la sacudida del paso del tiempo frente al espejo, quizás sospechando que la muerte está cerca. Vuelven a hacerlo: los acordes majestuosos del principio se funden despacio con lo que suena como si los motores arrancasen, y empieza otro viaje; no sideral: recordad que dijeron que este disco no acontece en el cosmos, sino con la gente. Es un viaje en el tiempo y el traqueteo son los recuerdos, en una noche sin estrellas a las que pedir un deseo.

Para escuchar en Spotify:

Comentarios

Peter ha dicho que…
Hello Estanis,

Like my comment, I'm English but I'm guessing/hoping that judging by your work your English is very good. I apologise for my Spanish being nonexistent.

Please excuse my impertinence for using this comment page to contact you, thus far I have been unable to find any other way, though I will keep looking.

I have just bought a copy of your book 'Peace Isn't Quiet - La Musica De Kristin Hersh' and, as you will know from the above comment, I am unable to read a single word of it. I have searched for an English language edition but it seems, outrageously, that at the moment no such thing exists. I find this quite incredible as there are so few, indeed none as far as I can see, written works on Kristin who I believe is one of the most important and valuable (culturally speaking) artists of our time. It makes no sense to me, and I cannot understand why, there would not be an English language edition of your book. On purely commercial grounds it would surely sell well if it was available.

There are, of course, Kristin's own written works which I have already, and there is some significant coverage of the Throwing Muses in Martin Aston's history of 4AD. Richard King's 'How Soon Is Now?' also includes a couple of pages or so on the Muses, but as far as I can tell there is no dedicated written work on Kristin Hersh's music apart from your own.

Your book looks extremely well put together and presented so even though I can't read it I have no intention of returning it to the seller. I will keep it in the hope that I can find another way of accessing it.

It is of course in that hope that I am seeking to contact you now.

Is it in any way possible that you can direct me to or provide me with and English translation of your book?

I can't begin to express how grateful I would be if you could do that.

Once again, I apologise for barging into your comment page here with this otherwise unrelated request. I will continue to seek another, more appropriate means of contacting you.

In the meantime, thank you very much for your book. I look forward to being able to read it some way or other in the, hopefully, not too distant future.

With best regards,

Peter.
Estanis Solsona ha dicho que…
Hello Peter,

first of all, thank you so much for purchasing the book even though you knew you couldn't read it in Spanish. It means a lot to me and I understand your frustration with the fact that no book about Kristin's work has ever existed in English, almost 40 years into her career and with a trajectory as interesting as hers.

That frustration is precisely what led me to write my book, and to do it as good and beautiful as possible it had to be in my mother tongue, which I know is not the smartest decision in many ways but there was no alternative; this was a small, personal project and I had no big publisher behind me who could offer the possibility of having a professional who would translate it to other languages. I finished the whole book and had to find a publishing company that was interested in the story itself, in the whole life/work philosophy of Kristin and how she challenged the music business, not worrying if the book would sell as much as a book about Björk or PJ Harvey. That turned out to be Editorial Milenio. I know the English and American market would have welcomed a project like this even in a modest scale, but my knowledge of English (regardless of what this comment might make you think) is not excellent as to write a whole book or translate it, not even one written by myself. So I'm sorry to say I can't provide you with a translation, cause it's never been done and I don't have one (and there might be some rights issue involved too).

I'm really grateful for your interest and your comment, it's been a while since someone has mentioned the book to me (it came out 3 years ago this month, time flies). I send you my best wishes.

Estanis