En el trastero: Guv'ner - "The Hunt" (1996)

Me he llevado sorpresas algunas veces documentándome para un artículo, pero es la primera vez que mis fuentes más sustanciosas para localizar declaraciones de un grupo se resumen en el periódico que publica un colegio de primaria y varias páginas web sobre moda y maternidad. Un poco inusual. En internet no sobrevive (ni siquiera en un triste webzine desfasado por el código de programación) ninguna entrevista con este combo que en la década de los 90 se codeó con lo más distinguido de la farándula artística neoyorquina. Tampoco en las revistas que atesoro en papel, donde los descubrí en su día leyendo una reseña de este The Hunt (1996) que, sumada a la intriga que despertó en mí esa portada -aun viéndola en una miniatura de poco más de dos centímetros-, me alentó a buscarles. ¿Quién era esa chica con los labios manchados de color frambuesa? ¿Qué sujetaba en la mano? (Todavía no lo sé.) ¿Por qué era una réplica casi exacta de la Kim Gordon de esa misma época? Resultó ser Pumpkin Wentzel, bajista y vocalista del grupo, en una foto claramente espontánea. En el circuito indie americano ya habría quien reconociese a Wentzel junto a Chloë Sevigny en el corrosivo corto con el que se promocionó X-Girl, la marca de ropa que la bajista de Sonic Youth creó junto a una estilista llamada Daisy Von Furz. Como Mimi Parker y Alan Sparhawk en Low, Georgia Hubley e Ira Kaplan en Yo la Tengo, Cristina Martínez y Jon Spencer en Boss Hog o los propios Kim Gordon y Thurston Moore en Sonic Youth, Pumpkin Wentzel y Charles Gansa (voz, guitarra) eran una pareja de novios leal en el centro de un grupo de rock.

Con la residencia fijada en Nueva York recién empezado su idilio en 1993 (para detalles más íntimos, esta hoja promocional), Pumpkin se reencontró con la hermana mayor de una de sus mejores amigas de la infancia, Julie Cafritz, un nombre de culto en la escena de la ciudad desde que militase en la banda Pussy Galore. Bautizados con el nombre Guv'ner, la pareja le dio una maqueta casera y consiguió que les produjese un single, completando la formación Michael Rohatyn a la batería. Gracias a Cafritz, cayeron en el radar de Sonic Youth cuando Thruston Moore se hizo con la cinta y eventualmente les editó el primer álbum en su sello Ecstatic Peace! La mejor descripción de lo que hacían está en el New York Times, donde se reseñaron un par de conciertos suyos en 1994: en enero, decían que "Charles Gansa cantó como un delincuente juvenil introspectivo (una tendencia hoy día) y claramente sabía tocar más la guitarra de lo que dejaba ver. (...) El grupo era una broma pop, pero bastante buena"; y en julio insistían: "Mientras algunos grupos de rock se esfuerzan por hacer del ruido una virtud, Guv'ner alcanzan un pop tan ingenuo y difícil de manejar que a menudo la música tenía que dar un frenazo para que pudieran concentrarse en cantar". Publicar un disco como Hard for Measy for You (1994), con tanto retal mal cortado hecho pasar por canciones, parecía una provocación arty en nombre del punk-rock muy propia de Thurston Moore. Los rastros simpaticotes no bastaban para que te cautivase su discontinuidad. La sorpresa se traducía mucho más a menudo en irritación o desconcierto que en entusiasmo, y la sensación al acabar era la de haber asistido a una performance que no habías terminado de entender.


Otra pareja proverbial del indie rock norteamericano, Laura Ballance y Mac McCaughan, les acogió en su sello Merge y en el EP Knight Moves (1995) quedó claro que no tardaron nada en corregir el desorden de ideas inicial y restaurarlo en canciones concisas, socarronas dentro de la estética indie para el holgazán erudito, demostrando que podían hacerse querer más. El fichaje de Danny Tunick a la batería poco después, decía Julie Cafritz, "ha provisto a la banda de un nuevo brío", y sobre la realización del segundo álbum añadía: "Han viajado mucho y esas ganas de ver mundo se notan en este disco. Tuvieron la suerte de que Don Fleming (co-productor junto a ella) se ofreciese voluntario para aplicar su magia. Quizás eligieron grabar en el estudio Rare Book Room por necesidad -querían un sonido más amplio, no había suficientes sillas en Cafe Cognac (donde siempre habían grabado)- pero pronto se vio que fue una decisión sabia. (...) Había un bonito sofá de cuero donde me podía sentar mientras Don timoneaba la mesa de mezclas, gran variedad de restaurantes de comida para llevar y, por supuesto, ese sonido grande. Creo que el álbum salió muy bien".  Revisado hoy, cuando ya hemos vivido el revival de los años 90 con las correspondientes disecciones de la década y el regreso de varias de sus figuras más reputadas, uno se pregunta por qué se hicieron populares discos de Pavement o de Sebadoh y no ocurrió lo mismo con The Hunt. Cuando suena la música, el viento azota las palabras de Julie Cafritz y refuerza la lógica de plantearse esa incógnita: aquí también hay ganchos imposibles de resistir; aquí también confluye lo intelectual con lo juguetón; aquí también hay letras transversales que casan lo cáustico y lo genuinamente sentimental; y, lo más importante, también hay un grupo sólido que vuela mientras toca las canciones.

Este repertorio salió del horno tan complejo como pegadizo. 'Motorcycle Man' da inicio a The Hunt con la sensación de empezar una aventura con la adrenalina hasta arriba, conservando Charles Gansa un punto desquiciado en la voz y exhibiendo la elasticidad de su estilo a la guitarra, un virtuosismo de gusto heterodoxo que los críticos de The New York Times ya habían calado en sus años mozos. Esa sensación refrescante de escape y pérdida de control rodando ladera abajo es también el fundamento de 'Stone's Throw' ("Siente la liberación y la ausencia de culpa / siente el pragmatismo de derribar lo que construiste") y 'The Nazarene' (una burla de la figura de Jesucristo que llega al clímax cuando dan la vuelta al 'You're So Vain' de Carly Simon en el estribillo: "Soy tan vanidoso / que sé que esta canción es sobre mí"), donde demuestran que son una banda de garage rock de lo más sólida. Lo que aprendieron entre los dos álbumes es que podían darle secciones imprevistas a una canción sin faltar a la armonía, liberándose de la molesta atonalidad que asediaba Hard for Measy for You. Aquí puedes tararear la melodía cantada, pero también unos riffs que se contorsionan como anguilas en tus oídos.

Quizás no llegaron a oler el reconocimiento del que disfrutaron otros compañeros de generación porque la I de intrincado pesa más que la I de inmediato, pero píldoras que prueban lo contrario son la encantadora 'She's Evil' (como si Charles y Pumpkin fuesen a robar piruletas y pospusieran la misión al encontrarse por el camino un paquete de tabaco), 'Break a Promise' (si hay que elegir una canción pop perfecta y pasada por alto del indie rock de los 90, para mí es esta) y 'Feet On Wood' (la anticipación ante un evento importante hecha música). Es una pequeña decepción que después de ocho piezas con una fuerte identidad, cada una memorable a su manera, el último tercio del disco vuelva a verles indagando en antiguos vicios y se junte un experimento instrumental perezoso ('Southern Baptist w/Sparklers') con un desquite histérico ('Rockbending') y una canción para mocosos (a 'Leave Me Be', no obstante, se le acaba cogiendo cariño). Eran los años 90 y nadie parecía poder escapar a la decisión de meter al menos una docena de temas en un CD. Yo me hubiese saltado ese trío y hubiese pasado a la concluyente 'Ghost of Your Controllership', donde recuperan el pulso para intrigar y dejan un buen sabor de boca para rematar el álbum.

En el número de octubre de 2015 del periódico del colegio Saint Ann de Brooklyn se refieren a Pumpkin Wentzel como su enfermera. Ahí se recogen sus declaraciones más recientes: "Fue divertido y romántico. Escribimos la mayoría de nuestra música estando de gira, y nos lo pasamos bien. Aún así, al cabo de un tiempo se volvió difícil y tedioso. Ocuparse de la vida en casa no era tan fácil como ahora con toda la tecnología". Aunque publicaron un disco más (Special Worship, 1998), la pareja fundó en 1997 una línea de ropa para mujeres embarazadas que se convirtió en su principal apuesta de futuro, abriendo una tienda en el SoHo neoyorquino que duraría hasta 2003 donde no solo vendían las prendas, sino que la usaban para programar conciertos para público infantil y potenciar el espacio como un lugar de encuentro para padres jóvenes y con inquietudes culturales. Wentzel se sacó el grado de enfermería cuando se acabó la aventura. Charles Gansa ha seguido vinculado a la música esporádicamente componiendo bandas sonoras y formando parte de otro trío, Ma'am, pero en la actualidad lleva años trabajando como logopeda. Siguen juntos. "Los dos nacieron el 23 de julio. Son leos. Las estrellas se alinearon a la perfección", que decía Julie Cafritz.

Para escuchar en Spotify:

También en Bandcamp.

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