Imperdible: Camera Obscura - "Biggest Bluest Hi-Fi" (2001)

El verano de 2001 mi vida estaba lejos de encarrilarse hacia nada emocionalmente estable, pero al menos parecía que lo único que quedaba de las aguas que me habían ahogado a lo largo de la adolescencia era el sedimento, ensuciándome los zapatos. Enfilaba el último curso de bachillerato todavía dentro del armario, sin que nadie me hubiese tocado en toda la pubertad y ansioso porque ocurriese, con una camiseta verde donde dibujé el logo de Lush -el del disco Split- con poca finura, un reloj de inspiración náutica que subrayaba mi escuálida muñeca con su tamaño imposible y gafas con la montura dorada, pero me había reencontrado con una versión más socarrona de mí mismo que poco a poco había vuelto a asomar en cuanto se marcharon del instituto los memos que se metían conmigo. Unas semanas antes de que los dos aviones impactasen contra las Torres Gemelas, mi madre hizo una de esas (muchas) cosas que estaban por encima de nuestras posibilidades y contrató Canal Satélite Digital. De repente, había MTV y VH1 en casa, y aunque ambas cadenas ya estaban lejos de ser la cantera musical que yo imaginaba que eran en los 90, a lo largo del año que nos duró el capricho pude llenar varias cintas de VHS de cuatro horas cada una. Suerte que estaba MTV2, el canal donde apartaban lo que pretendían vender como alternativo pero, exceptuando un par de programas, funcionaba como cualquier emisora de radiofórmula. Yo estaba a la caza de tesoros de archivo, pero se olía el cambio de paradigma y el foco estaba en el revival de garage rock encabezado por The Strokes; en MTV2 los videoclips de The Hives, The White Stripes y The Vines se programaban con la misma insistencia que los de Jennifer Lopez y Britney Spears en la cadena madre. En medio de ese frenesí guitarrero empezó a colarse, muy de vez en cuando, un videoclip en blanco y negro que no tenía nada que ver con los demás. La canción empezaba con el clásico ritmo desnudo de 'Be My Baby' de The Ronettes, y de debajo de un edredón salía una chica con la cara lavada, camisa blanca y corbata, que te cantaba desde la cama mirando fijamente a la cámara; mirándote fijamente a ti. Lo hacía desde un tono frágil que sonaba como cuando te quieres acercar a alguien para ayudarle y lo haces con prudencia, porque no quieres molestar ni entrometerte, pero con la determinación de no desistir hasta que rompa su coraza y te coja la mano que le estás ofreciendo. Era inevitable, si sabías qué era sentirse solo y soñar con dejar de estarlo, notar un cosquilleo en la boca del estómago cuando la canción llega a la mitad y las cuerdas replican la melodía vocal con ímpetu. Yo, con mis gafas doradas, mi reloj gigantesco y la psique todavía tierna por los años de marginado, lo noté. Había descubierto a Camera Obscura.

El vídeo de 'Eighties Fan' fue dirigido por quien produjo magistralmente la canción, Stuart Murdoch de Belle and Sebastian, paisano suyo de Glasgow cuya conexión con ellos motivó que Camera Obscura arrastrasen la comparación con el grupo de su colega desde que se publicó ese single. Para mí no había comparación posible. Escocia era un territorio que no había rastreado como Inglaterra o Norteamérica en mis primeros años de descubrimientos musicales; aún faltaba tiempo para que me enamorase del debut de Aztec Camera o de las canciones que no grabaron como dios manda Strawberry Switchblade; tiempo para que fuera consciente de que Cocteau Twins, Edwyn Collins y The Delgados eran escoceses. En 2001 solo conocía el 'Get Me Away from Here, I'm Dying' de Belle and Sebastian porque Carol van Dyk (Bettie Serveert) lo versionó en acústico y lo colgó en su página web. Por algún motivo, era un grupo que había pasado por alto. Así que Camera Obcura, mediante el gesto cálido de Tracyanne Campbell (voz, guitarra) en 'Eighties Fan', fueron mi primera vía de acercamiento a todo un universo de referencias musicales y cinematográficas de los años 50 y 60 que de algún modo conectaba con el twee pop de los 80, que también desconocía. En la portada de su primer álbum Biggest Bluest Hi-Fi (2001) había algunas pistas -la mirada de Catherine Deneuve en el poster; el diseño de la lámpara; la camiseta a rayas que lleva Fiona Morrison, una amiga suya fotografiada en la habitación de Tracyanne- que ayudaban a colocar lo que sonaba por los altavoces en el deseado marco espaciotemporal.

Camera Obscura en directo en Londres, el 5 de diciembre de 2001, fotografiados por David Sinclair.

Para cuando la banda entró en los estudios Ca Va de Glasgow para grabar este disco, se habían tirado cerca de dos años ensayando y dando forma a las canciones en un local arruinado por la humedad que había pertenecido a los superventas Wet Wet Wet. El sonido y la formación de Camera Obscura venía perfilándose desde 1996, cuando Tracyanne y John Henderson (voz, percusión) se conocieron en un curso de grabación audiovisual de la universidad y aprendieron a armar canciones desde cero, sin experiencia previa. Gavin Dunbar (bajo), que tenía una pequeña tienda de discos por la que ellos solían merodear ("a veces la tienda olía a sándwiches de huevo, (...) era la habitación de Gavin, solo que en las Galerías Virginia, con una caja registradora en vez de una cama"), se les unió. El incipiente sello local Andmoresound hizo de ellos uno de sus primeros fichajes y les publicó dos singles autoproducidos (luego recopilados en Rare UK Bird, 1999) donde ya se reconocía esa melancolía de tintes retro, pero desde una óptica más austera, más Lou Reed que Nancy Sinatra (Tracyanne"Mis primeras influencias fueron las colecciones de discos de mi madre y de mi abuela, incluyendo a Yo La Tengo, The Pastels, The Velvet Underground"). Su experiencia en Ca Va grabando 'Eighties Fan' "fue nuestra primera vez en un estudio, y fue el pistoletazo de salida para la grabación del álbum. Nos dimos cuenta de que podíamos hacerlo bien", recordaba recientemente Gavin. Stuart Murdoch firma los arreglos de cuerda junto al grupo pero no produjo más que el tema estrella, quedando en manos del ingeniero Geoff Allan el resto del álbum.

A Gavin, John y Tracyanne ya les acompañaba Lindsay Boyd (el director de su sello, a los teclados), Lee Thomson (batería) y Kenny McKeeve (guitarra), la formación que grabó Biggest Bluest Hi-Fi en un momento de dulce afinación y espléndido refinamiento. "Para mí siempre es un cumplido cuando la gente dice que pueden oír cosas de los 60 en nuestra música"; contaba Tracyanne en 2006. "Lo he romantizado un poco, porque los 60 no fueron tan estupendos, especialmente para las mujeres. Pero me fascina cómo suenan esos discos, tan grandes. El sonido es impresionante". Lo que ocurre con Biggest Bluest Hi-Fi es que, incluso en sus momentos más festivos, desprende un aura de intimismo y poca pompa que uno no acabaría de relacionar con el sonido grande de una producción spectoriana de los años 60 (a eso se acercarían más adelante en su carrera), pero es desde su manera de entender y proyectar las emociones, tan tierna y afable, que estas canciones se reflejan directamente en el encanto del mejor pop y el mejor cine romántico de esa época. Las letras tratan la amistad y los amores de principiante desde un lugar tan limpio que cabe imaginar a la banda tal y como Tim Pope retrató a The Cure en el videoclip de 'Boys Don't Cry': sustituida por chavales de trece años, arropados por las sombras de sus figuras adultas en un telón a sus espaldas, como si el candor propio de la edad en la que todavía se te permite ser crédulo fuese una llama inevitable y necesariamente viva en ti. 

Más que idealizar el amor y la amistad, en Biggest Bluest Hi-Fi se apuesta por la intensidad de ambas cosas y sí, se exploran con sentimentalismo, pero también con naturalidad y abordando los grises con humor. La idea de estar juntos pero no revueltos planea sobre el jolgorio de 'Happy New Year', mientras que la posibilidad de separarse colorea de congoja la preciosa 'Swimming Pool'; en 'Anti-Western', donde sacan la misma carta conmovedora de 'Eighties Fan' en el arreglo de cuerdas, Tracyanne y John hasta juegan a tener una discusión en forma de dueto, y en 'Houseboat' -que tiene un tono de cómica ingenuidad- escenifican un amor no correspondido. Uno de los momentos mejor secuenciados está en el último segmento del álbum, cuando 'The Sun on His Back' nos colma de alegría marchando en acordes mayores para abandonarnos en 'Double Feature', una pieza que no hacía falta que mencionase el fin del verano en la letra, porque recoge exactamente esa sensación de nostalgia que llega con el fresco vespertino. ¿Qué decir de la voz de Tracyanne? Se mueve por todas estas canciones con presencia y seguridad, pero hay que escuchar atento cuando sostiene las notas acompañada solo del piano en 'Pen and Notebook', o cuando se muestra vulnerable y distanciada de sus amigos en 'Let's Go Bowling', los momentos más desnudos, para apreciar cómo de sutil es el quiebro de esa voz, como si luciera pequeñas rayaduras hechas con tres o seis granos de azúcar. 

El secreto de por qué es tan cautivador Biggest Bluest Hi-Fi -que en España publicó Elefant Records, iniciando una larga andadura discográfica con la banda-, más allá de la artesanía de sus armonías, sus sonidos acústicos y cristalinos y las intervenciones puntuales pero cruciales de cuerdas, trompeta, cascabeles y pandereta, es su calidez. Camera Obscura no pueden esconder (ni quieren, ni lo intentan) que en el fondo de cada pieza yace una buena intención, una buena corazonada; un tipo de filantropía que ya en 2001 tuvieron que encriptar en el lenguaje de otra época, y que 21 años más tarde definitivamente escasea a nuestro alrededor. Acabando este texto, me quito las gafas para frotarme los ojos y cuando las acerco para volvérmelas a poner, son mis antiguas gafas de montura dorada. En la muñeca izquierda llevo el reloj gigante azul marino. Las manillas marcan las 12:58 de la noche.

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