Escenarios: The Kills - Sala Apolo (Barcelona), 10 de abril de 2008


Ya sabía de antemano que The Kills te pueden gustar porque te gustan o porque has visto un artículo de una página en "la Vanidad" o en "el Neo2" y sientes una atracción fatal por todo lo que tenga imagen decadente de Nueva York (y no te quieres perder lo que lo que los fashion victims consideran que es lo último y más excitante). El caso es que The Kills ya tienen tres discos, y si deberían ser el sabor del mes por algo es por haber publicado el más ameno de todos ellos, el que suena más limpio y más chispeante. Cierto es que Alison Mosshart (voz, guitarra) y Jamie Hince (guitarra, voz), ella y él, que cuando empezaron con el grupo se hacían llamar por los apodos rockeros VV y Hotel, tienen una imagen y una química que da buenos resultados encima del escenario, basada en la tensión sexual –a pesar de que ya no queden dudas de que nada hay entre ellos y te asalta la sensación de pantomima demasiado ensayada-, que consiguió hacer subir la fiebre entre el público que abarrotaba la sala Apolo ayer, haciendo uso de un registro de trucos que se pueden contar con los dedos de una mano, pero que surgen efecto especialmente entre los fashionistas.

Alison se mostró sorpresivamente feroz e ida; no dejó de moverse ni un momento (cuando la música cesaba, no dejaba de dar vueltas por el escenario, nerviosa como alguien que se encuentra en una encrucijada y debe cometer un crimen de forma inminente) y tan entregada a la audiencia como a la música. Lo mismo que hizo Jamie, pero a su manera; su convulsiva manera de tocar la guitarra le causó una herida en los nudillos que le sangró intermitentemente durante la velada. Él está siempre a punto de atravesar la fina línea que separa el espectáculo correcto y el del virtuoso que busca en la audiencia la adoración que se le presta a un dios. Las maneras de The Kills pueden considerarse 'pose' a las malas, pero luego acusamos a las bandas de no ofrecer nada y de no tener carisma, así que me siento dividido. Si bien la fórmula de guitarra eléctrica ensuciada a propósito + caja de ritmos puede acabar resultando algo limitada (nunca más deberían tocar juntas ‘Wait’ y ‘Kissy Kissy’, dos medios tiempos largos), los otros aspectos de la actuación son tan brutalmente dinámicos que salen airosos con un sobresaliente, y la audiencia se encargó de convertir ‘U.R.A. Fever’, ‘No Wow’, ‘Love Is a Deserter’, y sobre todo ‘Last Day of Magic’ y ‘Cheap and Cheerful’, en verdaderos himnos.

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