Escenarios: Día de la Música en la Plaça de l'Odissea (Barcelona), 21 de junio de 2009


El pasado domingo, la Plaça de l'Odissea acogió por segundo año los principales eventos programados para el festejo del Día de la Música en Barcelona. Mezcla de nombres nuevos y sospechosos habituales, de presuntas nuevas promesas y consolidados en un (por llamarlo así) mainstream indie, para la posteridad deberé agradecer la presencia de las dos féminas que colorearon la tarde, cada una a su manera, porque lo demás no llegó a llamar mucho mi atención; aunque siendo justos, cabe decir que no llegamos a tiempo para ver el set de Remate (que luego subió de nuevo al escenario para cantar junto a Cohete una ralentizada versión de 'Time to Pretend' de MGM) y que no esperamos a que empezara Vetusta Morla, cabezas de cartel de la noche.

Fueron, pues, Alondra Bentley y Christina Rosenvinge quienes despacharon los sets más sólidos de los que vi, a pesar de que a ambas les hemos visto conciertos más intensos en otras ocasiones. Bentley repitió el formato con el que actuó en el Parc de Joan miró hace unas semanas dentro del Primavera Sound, acompañada de contrabajo y segunda guitarra (banjo puntualmente), y pasó de puntitas por el cancionero de su disco de debut ante un público quizás demasiado disperso que murmuraba en exceso, restando lustre a las aplicadas revisiones de temas notables como 'Sugarman', 'Star for Mummy' o el pequeño hito que es '…', dejando patente que Alondra puede remitir en ocasiones al tremolo vocal de Ella Fritzgerald o al registro entre inocente y roto -siempre azucarado- de Traceyanne Campbell. En Joan Miró tocó ante un sol de justicia que le debía provocar al menos un dolor de cabeza, pero esta vez hubo quizás demasiadas distracciones -y un tiempo limitado de apenas veinte minutos- que impidieron que alcanzara las cotas de emoción de su anterior visita. Tras ella, Templeton me parecieron un grupo que muy poco -y muy poco personal- tenía que añadir a la fórmula de pop en español con guitarras distorsionadas, que bordea en la radiofórmula insípida y que tiene influencias sixties y supongo que de Los Planetas y La Habitación Roja. Alondra se subió con ellos al final, para cantar la versión que han grabado de 'Crazy' de Gnarls Barkley, a la que han añadido un toque jazz que tiene más que ver con ella que con ellos (por suerte) y que interpretaron festivamente. 

Y antes de irnos, la tercera visita en lo que va de año por parte de Christina Rosenvinge, esta vez con banda íntegramente española (las otras dos fueron en solitario y con la banda americana con la que grabó Tu Labio Superior, respectivamente). Con los años no solo su obra discográfica ha ido mejorando hasta límites que pocos parecían prever, sino que en directo está más que demostrado que es muy difícil que Rosenvinge dé un mal concierto, sean cuales sean sus músicos de acompañamiento, entre los cuales sigue fiel el multi-instrumentista -y cada vez más pluriempleado entre las bandas estatales- Charlie Bautista. Básicamente, ofreció un setlist a base de selecciones de lo que vimos en la sala Bikini en febrero, con mucho material de su último trabajo y reduciendo los guiños a su catálogo anterior a los momentos más pegadizos ('King Size', 'A Liar to Love') o emblemáticos (agradable ver que la versión estilizada de 'Señorita' no se ha caído del setlist, al igual que 'Tok Tok', aunque me siga pareciendo demasiado poco sutil en directo). 'La Distancia Adecuada' y 'Anoche' siguen asomándose al final, pero esta vez se despidió con la urgencia desbocada de 'Tres Minutos'. La ausencia de una segunda guitarra llena de matices como la de Chris Brokaw no se notó en demasía, y es que Charlie Bautista goza de similar destreza aunque diferentes formas; además, es curioso como sobre el escenario con Russian Red parece una figura casi paternalista que cuida de alguien, mientras que con Rosenvinge se le ve más dispuesto a arrojarse sin miras desde un acantilado. Ella volvería a pisar el escenario al final del concierto de Vetusta Morla para cantar 'chicago' de Sufjan Stevens con ellos, pero el recorrido que nos debía llevar a ese incentivo dio algo de pereza.

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