Escenarios: Thalia Zedek Band - Sidecar (Barcelona), 25 de febrero de 2010

Uno nunca sabe a qué atenerse cuando va a asistir a un concierto en la sala Sidecar. Es legendaria y tiene su encanto, eso es innegable, pero debes preocuparte por llegar temprano para poder estar en un lugar que te permita seguir la actuación con facilidad, y luego encomendarte a quien sea para que el sonido esté a la altura. En cuanto a lo expuesto, uno de dos: me esmeré y tuve sitio en primera fila, pero el sonido enturbió un poco el concierto de una Thalia Zedek ya legendaria a la que tenía cara a cara por fin después de varias oportunidades perdidas en los últimos años. No hubo la suerte de contar con una mezcla cristalina como la de The Leisure Society un mes atrás, y no es que eso sea tan importante para el rock feroz de Zedek; de hecho esa crudeza formal incendió como debía las canciones de ese Liars and Prayers que presentaba en Barcelona casi dos años después de su publicación. Pero dentro de ese blues que te mancha los dedos y la ropa de negro habitan sutilezas (piano, viola, trompeta) que se perdieron un poco bajo la contundencia de la guitarra de Thalia, enchufada a un amplificador que le dio problemas durante el primer segmento del concierto y que la tuvo un poco desconcentrada y preocupada.
Liars and Prayers fue la columna vertebral absoluta del setlist, y se ratificó la vuelta de Thalia a la electricidad atizadora que aparcó un poco cuando inició su carrera en solitario. Verla en esta gira debe ser lo más próximo a lo que era asistir a una velada en directo de la banda que compartía con Chris Brokaw, y aún así distinto por el formato que tiene actualmente. Por una parte, impresionó la versatilidad a la viola de David Curry, que pasada por varios pedales de distorsión y encharcada en feedback podía hacer las veces de segunda guitarra, expresiva como la de un John Cale enloquecido, y cuando volaba seca por debajo de la voz de Zedek, o en los pasajes instrumentales más delicados, te situaba en un lugar completamente solitario y reflexivo. A la batería sigue teniendo al imparable Daniel Coughlin, que tocó con una contundencia incontenida por completo; el bajo lo toca Winston Braman y a los teclados está Mel Lederman, al cual sí se lo ahogó casi totalmente en la mezcla.
De Thalia, de su mirada herida pero reconfortante, de esos arpegios arrebatadores que solo pueden ser suyos, poco puede decirse que no se haya escrito ya durante más de dos décadas de trabajos excelentes. Desde la desolación al inicio de 'Next Exit', que se desarrolla en una espiral obsesiva en busca de la salvación, pasando por rincones delicados como 'Green and Blue', blues tosco ('Lower Allston'), abatimiento pendiente de un hilo ('Do You Remember') o golpes directos como los de 'Body Memory', la intensidad de la interpretación es algo constante. Pocos recuerdos para el pasado, solo tres: tocó 'Brother' y la excelente 'Sailor', de su segundo álbum en solitario; y despertó los fantasmas de 'Disanctified (Full Circle)' para el bis. Ver a la banda fue, en todos los casos, algo embelesador. Mención especial, antes de que me olvide, para la inédita 'Through Their Eyes', una canción con un crescendo épico que apuntó muy alto y emocionó como las mejores de su repertorio.
Tras Barcelona, aún le quedaban ocho ciudades españolas por visitar en menos de dos semanas. No dudo de que en todas cumpla con creces; honestidad y buen hacer son de garantía perenne con Thalia Zedek.
Setlist:
next exit / body memory / come undone / do you remember? / new one in A / green and blue / brother / lower allston / sailor / stars / through their eyes / begin to exhume // disanctified (full circle)
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