Minutos: Paseos 2010 (1ª Parte)
Mezclando sin complejos canciones aparecidas este año, descubrimientos añejos (que para uno pertenecen al año que los descubre, ¿no?) o temas que no han significado algo para mí hasta hace nada a pesar de conocerlos, Paseos (ferrocarriles, bicicletas, metros, pasos en círculos en un comedor; diablos, pasos en círculos en sueños) es una lista que desverlaré en tres partes hasta fin de año, sin un orden particular, que incluye esos momentos musicales que han sido pequeñas obsesiones durante los últimos doce meses. Huellas que definen lo que ha sido mi año, en definitiva.
(Teen Dream, 2010)
¿Alguna vez habéis tenido la sensación de olvidaros progresivamente de los detalles de algo a base de acudir a su recuerdo con demasiada frecuencia? Es paradójico. Es como creer que estás coloreando sobre un folio sin darte cuenta de que lo que frotas sobre el papel es una goma, hasta que se hace un agujero. La comodidad que uno encuentra en pasar tiempo con alegres fantasmas que ya no están, intentando evitar que los colores sólidos se vayan volviendo translúcidos por abuso, es capciosa. La doliente belleza de este monumento (uno de los diez de Teen Dream) captura espeluznantemente ese doble filo de confort y devastación.
(directo Madison, mayo 2000)
Acompañado solo del piano, en una lánguida y libre versión de una canción que no publicaría hasta 2005, solo Chesnutt puede inmiscuirse entre arterias y venas partido en diminutos granos de arena y paralizarte. A partes iguales una declaración de afecto a través de la descripción de detalles cotidianos y un toque de atención tranquilizador: “Puedes ser sincero conmigo”. Que Kristin Hersh se muestre modesta e irónica a la hora de atacar una canción suya tras esto no es por nada.
(Exile In Guyville Reissue, 2008)
Originalmente un descarte de Exile in Guyville, ‘Ant in Alaska’ explica de manera tragicómica y mordaz el sentimiento de traición y abandono de alguien a la que dejan en un lugar escondida, prometiendo que la volverán a buscar, garantizando que todo será mejor de lo que era cuando eso ocurra. Ese rescate, no obstante, nunca se produce y empieza a darse cuenta de que ahí fuera todo el mundo está siguiendo con su vida y ella se ha quedado pendiente de una ilusión, un engaño cobarde, perdiendo el tiempo.
(Daytrotter Session, 2010)
El trio de Brooklyn frotado con algodones de Aladdin y perdiendo la distorsión hecha de virutas de metralla que caracteriza sus discos hasta ahora. Se rumorea que esta nitidez es indicativa de lo que nos espera el año que viene. ‘Death’ (originalmente cara b de ‘Moped Girls’) flirtea con la candidez siniestra de las letras que componía Phil Spector, donde todo es más lamentable de lo que parece: “Quiero seguir viva / quiero morirme, no ahora, de aquí a diez años / quiero vivir para ser su novia / quiero, quiero, quiero seguir viva”.
(Get Lost, 1995)
He leído reseñas de Get Lost, tanto de los medios como de seguidores de The Magnetic Fields, y nadie destaca ‘Love is Lighter Than Air’ –lo cual, siendo una de las tres que más me conmueve a mí, me produce ese egoísta sentimiento de orgullo, de ver algo donde no lo ve nadie. Los acordes mayores que brotan de esa guitarra con tensas cuerdas de cobre y el ritmo nos situarían en un paraje estival aunque Stephen Merrit no dijera “Summer, summer, summer”. Aprovechar el momento, no titubear, no posponer, no temer porque “El verano pasará a ser otoño, más vale que tu amada y tú vayáis a la playa / porque el amor es más ligero que el aire / se va flotando si lo dejas ir / (…) se eleva entre la nieve cuando cae”.
(Lio, 1980)
Mi amiga Natalia me descubrió esta canción hace unos meses cuando me pedí un banana split de postre en un bar, y nunca le podré estar lo suficientemente agradecido por dirigir mi atención a lo que suena como una canción de Devo sobre felaciones cantada por una adolescente. Los sintetizadores, la frescura con la que recita Lio y su descaro hacen de esta canción una ganadora.“Las guindas son barras de labios que dejan marcas en la Antártida”.
(No Guitars, 1997)
Que Mary Timony sitúa sus textos en terrenos fantasiosos, entre brujas y pequeñas explosiones medievales, es algo ya sabido. ‘Dragon #2’ es un medio tiempo, pero dotado de la urgencia provista por las notas ascendentes de guitarra; está articulado de manera que se da la misma intriga que cuando una abuela hace gestos para explicar un cuento. “El cielo rojo, la carretera larga, unidos en una canción / no hay lugar en el mundo en el que puedas esconderte de esta horrible nana”.
(Songs for Ravens, 2010)
La ternura con la que Julie Ann Bee expresa las sensaciones que percibe en las cualidades de la persona que describe (“mejillas rosadas y piel pálida”) y cómo le pide a esta que se deje querer (“deja que se te agranden los ojos”) no debería ser descartada por parecer excesivamente cándida. Al fin y al cabo, por mucho que con los años intentemos censurar y cerrar el paso a sentimientos que nos expongan tanto, hay una pequeña parte de todos que –creo- sigue funcionando de esa manera. La percusión tribal y una melodía nada obvia elevan más si cabe la fragilidad de sus sentimientos.
Comentarios
un besote y feliz año nuevo, que siga lleno de música.
como digo a menudo, no siempre comentamos pero leemos, y ahí estamos. feliz entrada al año nuevo para ti también,
un abrazo!!