Imperdible: Najwa - "Donde Rugen los Volcanes" (2012)

En música no puedes dar nada por sentado, porque lo más probable es que en algún momento te tragues tus palabras. Un artista puede resultarte interesante en un momento dado y después decepcionarte con sus decisiones hasta que le haces cruz y raya, con un margen de error y de faltas variable según el apego que le tienes (el permiso y la paciencia pueden durar tres, dos, un disco) y siempre según tu criterio. La firmeza y la urgencia a la hora de posicionarte ("esto no me gusta y ya no me gustará nada suyo a partir de ahora; lo sé") se anteponen a una flexibilidad más madura que te permitiría acercarte al siguiente trabajo del artista defraudador partiendo de cero, valorándolo por lo que es, apreciándolo o rechazándolo por lo que escuchas, pero sin el terrible lastre de tener que ser consecuente con los inexorables "nunca más" que pregonaste en voz alta sin que nadie te lo pidiera. Así de pasional te hace sentir la música, al fin y al cabo. Donde Rugen los Volcanes (2012) ha sido una sorpresa positiva que me ha llevado a hacer las paces con Najwa Nimri. Su trayectoria parecía alejarse de mis gustos de forma natural e irreconciliable: la electrónica más intrépida de su primer disco en solitario, Carefully (2001), se fue suavizando en cuanto a arrojo en las dos siguientes entregas -aún así, buenos momentos y buenas canciones de pop en Mayday (2003), un disco quizás demasiado ecléctico, sin unidad, y Walkabout (2006), más homogéneo y mejor redondeado-, pero no entendí su reencuentro con Carlos Jean en 2008 -Till it Breaks, plagado de clichés rockeros y con un envoltorio vulgarizado- y luego se me hizo extraño escuchar sus primeras canciones en castellano, cuando se volvió a rodear de una banda más cercana al pop-rock estándar en El Último Primate (2010), aunque debo decir que este último es un disco con piezas a reconsiderar una vez terminada la agradable digestión del que acaba de publicar. 

De la misma manera que opino que junto a Carlos Jean ha hecho sus trabajos peor acabados e irregulares en conjunto, tras escuchar Donde Rugen los Volcanes puedo afirmar que cuando colabora con Raul Santos (que ha producido y compuesto junto a ella el repertorio del disco, sumando al guitarrista Huma en algunos casos) se da una química ingrávida y mágica cuyo valor deberían tener muy en cuenta los dos para no volver a separarse durante tanto tiempo. Da la sensación de que han conseguido lo que pretendían con su primera colaboración hace más de diez años, como si este álbum cumpliera con la promesa y las intenciones de Carefully de forma sublime. Escuchado ahora, aquel disco quizás suene más agreste y menos potente de lo que recordábamos; Björk y Howie B estaban en mente y tanto los arreglos de cuerda como el ADN de las canciones eran lo suficientemente especiales como para cautivar, pero entre todo el potencial había arbustos que podar. Trabajaron juntos de nuevo en los años inmediatamente posteriores, pero en una dirección de pop más directo que dejó esa palpitación inicial en stand by hasta ahora. 


Najwa definió ese primer álbum como un disco "feliz, pero siempre con el hombre del saco detrás". Su madurez ha pasado por dejar atrás ese miedo molesto para saltarse los márgenes de la prudencia e idear un lugar íntimo y recogido, el refugio que cada uno se construye y habita al margen de una sociedad que le engulle sin entender cómo. Los diez años desde Carefully no han pasado en balde: romper la barrera lingüística, sustituir la mezcla de imágenes surrealistas e incorrecciones gramaticales en inglés por una cuidada selección de palabras valiosas en castellano ha sido algo clave para que aquí oigamos cantar a una mujer mucho menos tensa y más sincera con ella misma, y por lo tanto con los demás. Musicalmente, decisión acertada de economizar medios: una gama cromática cerrada de sintetizadores y la voz de Najwa, con la que juegan en alguna ocasión pero que en general suena más próxima y nítida que nunca. Junto a Raul ha dado forma a un puñado de canciones que resbalan en un paisaje plastificado y por estrenar, decorado con hologramas temblorosos de representaciones gráficas del sonido. Cada beat parece accionarse mediante pequeños botones de goma, y los trayectos de las líneas de teclado (como en 'Mi Cama') parecen cintas infinitas de luz, como las de un proyector de diapositivas en una habitación oscura. 

Donde Rugen los Volcanes (titulado así a partir de una historia que le explicó un amigo sobre la idea fantasiosa de que los volcanes conectasen el Sol con la Tierra) suena relajado y, por raro que parezca, individualista y altruista a la vez. Hay un par de momentos convulsos que llaman la atención entre el resto porque lidian con rencillas personales más conflictivas ('Nunca Estuve a Salvo', con esas notas de sintetizador que se derriten en disonancias, y 'A Ver Si Me Das', la más urgente y bailable) pero lo enigmático tiene el verdadero peso en estas canciones y es lo que las conecta con las de Carefully, desde la introducción ambiental y primitiva que es 'Nada Nos Puede Pasar' y la rítmica minimalista de la pieza titular a la oscuridad subyugante de 'Somos Su Nuevo Invitado' ("Desnuda este tejido dorado / hasta donde alcance mi mano / (...) Agárrame el pelo, atraviésame nadando"); desde la búsqueda de paz incorpórea en un mundo plagado de trampas de 'Pájaros de Mal Agüero' y 'Lenguaje Verde' (un tema embelesador construido sobre un loop vocal que se repite como un mantra) a los momentos más intimistas ('Mi Cama'; la extática y tierna 'Oigo el Zumbido'), que culminan con el aliento noctámbulo de 'En Esta Noche', una pieza romántica ("Una flecha de cristal alumbrándome el camino / (...) Quiero sentir que es la primera vez que miro") en la que cada verso de Najwa se ve respondido por su propia voz reproducida al revés, creando un efecto sedante y hermoso.

Nimri ha diseñado un lugar irreal, ideal y utópico pero lo ha configurado a partir de algo tan verdadero como los roces, las caricias y los tirones. Atravesando los rayos de luz lisa o entrecortada de los sintetizadores hay un sentimiento cálido tangible. Creo que así de placentera nos vendían la realidad virtual. 


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