Caso abierto: Patti Smith - "Dream of Life" (1988)

"Quizás volvamos algún día / pero esta noche, sobre las alas de una paloma / arriba, a la tierra del amor". Es posible que Patti Smith nunca hubiese escrito nada tan llano como las estrofas que se suceden en la canción 'Frederick' hasta llegar a esa advertencia de partida armoniosa, que además no tardó mucho en ser una realidad. Patti vio por primera vez a Fred Sonic Smith en marzo de 1976, envuelto en un abrigo azul y apoyado en un radiador durante una fiesta que la compañía de discos de ella organizó al paso de su gira por Detroit (Michigan), y el flechazo fue sonado, definitivo. En las dos caras del single Because the Night (1978) Patti ya había trasladado al verso el ansia de los meses en que su relación tenía que ser forzosamente a distancia (en la canción titular, que fue su mayor éxito comercial) y también, con ferocidad, el arrebato de atracción que nunca pudo eludir ("Eres la adrenalina corriendo por mis venas / estimulas mi corazón, saludando cristalino" entona un tanto ida en 'Godspeed', la cara B). 'Frederick' era distinta; una ofrenda de amor directa, bautizada con el nombre de él, y el primer indicio que podían identificar los oyentes de Wave (1979) de que iba a ser el último álbum del Patti Smith Group. No todo se reduce a que abandonase su carrera musical para entregarse a su alma gemela, como muchos críticos le reprocharon injusta y superficialmente, sino que se vio estancada en su deber mediante la música. "Hubo una época en mi vida en la que estaba completamente implicada en lo que estaba haciendo", comentaba en 1988. "Me imaginaba a mí misma desintegrándome en la luz, tocando la guitarra eléctrica, cosas así. Cuando conocí ese sentimiento, no podía conformarme con menos. No tenía ningún deseo de insistir sin sentir eso. No podía subirme al escenario y ser falsa. (...) Ya había probado y experimentado qué era hacerlo con todo mi ser; así que parar no fue para nada difícil". Sus sentimientos por Fred ayudaron a hacer el barrido definitivo a su creciente falta de convencimiento. 

Patti y Fred se casaron en 1980 y durante el primer lustro de la década solo se la mencionó anecdóticamente en la prensa musical, con más sorna que curiosidad, desestimando su retiro doméstico como una traición imperdonable al inconformismo capturado en su arte. A ella siempre le ofendieron esas conclusiones. En 1995 se explicaba: "No me importa que me llamen ama de casa, pero yo no desaparecí para ser una ama de casa. (...) No hay trabajo más duro que ser una esposa y una madre. Es una posición que debería ser respetada y honorada, no contemplada como una especie de alternativa tonta". Los recién casados se instalaron en Detroit, visitaron la Guayana Francesa por su primer aniversario de boda y tuvieron a su primogénito en 1982. Él se sacó la licencia de piloto y ella se dedicó a estudiar y a escribir disciplinadamente, empezando hasta cinco libros, entre los cuales ya figuraban las memorias sobre sus vivencias con el fotógrafo Robert Mapplethorpe, publicadas en 2010 como Just Kids. Aunque siguieron improvisando musicalmente en casa muchas veces, la idea de empezar a trabajar seriamente en un álbum no se materializó hasta que se hizo evidente la necesidad de incrementar sus recursos económicos, y para ello su trabajo tenía que volver a franquear los límites de su romántico aislamiento. La idea, según Patti, ya la había incentivado Fred hacía tiempo, aunque no se materializó: "Él me animó a cantar de nuevo, y escribió canciones específicamente para mi voz. Habló un tiempo sobre hacer un disco y escribir las canciones juntos, entonces tuvimos [el primer hijo] Jackson". A mediados de 1986 ensayaron algunas cosas con Richard Sohl, el pianista del Patti Smith Group, y empezaron a concretar las sesiones de grabación en el estudio The Hit Factory en Nueva York, interrumpidas cuando Patti estaba en avanzado estado de gestación de su segundo retoño, su hija Jesse, que nacería en junio de 1987. 

Aunque era evidente que se publicaría bajo el nombre de Patti Smith, el disco era una colaboración con Fred en todas las áreas. Ella escribió las letras e imprimió su criterio en las melodías vocales pero él compuso la música, supervisó y ejerció de productor junto con Jimmy Iovine (que ya trabajó con Patti en Easter) y Scott Litt, quien tuvo un crédito de "productor asociado" poco antes de ganarse absoluto respeto como ingeniero por su trabajo en Document (1987) de R.E.M. Además de Sohl al piano, el batería original Jay Dee Daugherty también había regresado, pero lo más chocante era comprobar que Lenny Kaye, guitarrista y cómplice de Patti en todas sus aventuras musicales desde que empezase a acompañarla en sus recitales de poesía en 1971, estaba ausente. Era irrefutable: solo Fred iba a encargarse de las guitarras en estas canciones. Cuando Dream of Life se editó finalmente en junio de 1988, la suavidad del material fue lo más cuestionado por los puristas, que se congratulaban al ver confirmada la teoría de que la poetisa se había ablandado con su retiro doméstico y carecía de inspiración. Los juicios prematuros para con este álbum perduran hasta el día de hoy; valoraciones filtradas por oídos impacientes que le restan mérito en el contexto de sus cuatro obras clásicas de los años 70. Pero Patti Smith había cumplido 40 años durante su realización; la serenidad que se apreciaba en la música reflejaba su madurez y una intención narrativa distinta. En un par de composiciones se intenta recrear el rock con que se la identificaba y ahí se evidencian las malas decisiones de producción descafeinada, habitual en muchos discos de pop-rock a finales de los años 80 vinculados a una multinacional. En cambio, hay una dimensión distinguida por su emotividad en el repertorio restante que anticipa a la Patti Smith que, en 1996, regresó para quedarse con una gran aceptación. Dream of Life quedó como un islote en su discografía hasta su retorno en los años 90, pero conociendo ahora los matices de su producción posterior (ya lleva seis discos de estudio, entre muchos otros proyectos) parece razonable imaginarlo más arrimado a su última etapa que a la primera. No obstante, lo que suena aquí no huele a incienso de sándalo y carne abrasada; lo conservador de la producción transmite una modestia que puede interpretarse como inseguridad, y quizás así fuera: inseguridad por aparecer de la nada en una industria musical que se había transformado, donde su lugar era una incertidumbre; por asomarse a la luz pública y levantar la voz, por necesidad, después de ocho años. 

"El principio subyacente es la comunicación entre hombre y mujer, entre padre e hijo, entre uno mismo y su creador. La comunicación planetaria. Es positivismo más allá de la esperanza, y también conciencia de las situaciones dificultosas", respondía Patti cuando le preguntaban por el mensaje que quería transmitir con Dream of Life. Hay que destacar que es el disco donde está 'People Have the Power', una canción de pop-rock asequible -elegida como single de presentación- que podía menospreciarse por su idealismo hippie ("Creo que todo lo que soñamos puede llegar a ocurrir a través de nuestra unión / podemos darle la vuelta al mundo / tenemos el poder"), pero en estas tres décadas desde su edición ha quedado demostrada su relevancia: el pueblo al que alude se la ha apropiado y ha hecho que perdure, convirtiéndola en un himno tonificante para resistir inclemencias políticas, humanas y sociales, demostrando que como sociedad todavía queremos creer en visionarios como ella para no desfallecer absolutamente. El seguidor clásico de Patti solo encontraría confort en Dream of Life cuando en 'Up There Down There' se adivina el sonido que tenía su banda diez años atrás (concretamente, en Easter) pero se repetiría que todo es un fiasco al escuchar 'Where Duty Calls', que trata sobre las guerras religiosas y en concreto sobre un atentado terrorista en Beirut el año 1983, que es el tema de más dudoso gusto en todo el álbum: estirado hasta los ocho minutos, nunca llega a arder como pretende, y los arreglos de reminiscencia oriental, en lugar de ser atrezzo acertado para ponernos en situación, no hacen más que lastrar una composición de intención rockera. 

A mi juicio, los verdaderos tesoros a estudiar en Dream of Life son las piezas reflexivas, donde podemos escuchar a Patti en un registro inusualmente nítido o descubrirla más abierta que nunca a mostrarse vulnerable. Durante la gestación del disco, había muerto de SIDA el galerista Samuel J. Wagstaff, compañero y mentor de Robert Mapplethorpe, quien también empezaba a estar seriamente enfermo por complicaciones de la misma enfermedad, diagnosticada en 1986. Patti le dedica a Wagstaff la tierna 'Paths That Cross', donde se imagina que quienes fallecen vuelven a reencontrarse en algún lugar ("Caminos que se cruzan, se cruzarán de nuevo"), mientras en la misma 'Dream of Life' (una composición más floja), a pesar de la tensión contenida en la música, hay algo reconfortante cuando habla de sentirse conectada permanentemente a alguien mediante el pensamiento, aunque esté ausente. Ambas adolecen de una producción tan pulcra y estándar que raya lo artificial, casi llegando a sofocar la emoción. Pero precisamente eso, la emoción, es lo que va in crescendo en la sucesión de los últimos temas del álbum, donde afortunadamente consiguen proteger un sonido orgánico mucho más cálido y minimalista. 'Going Under' aporta un toque nocturno, danzando entre las figuras repetitivas de piano de las estrofas y un estribillo balsámico que ofrece tanto consuelo como tristeza subraya. Le sigue 'Looking For You (I Was)', "una canción para Detroit escrita en Nueva York", como dijo Patti presentándola en directo una de las pocas veces que la ha aireado desde entonces. Es una composición pop de guitarras de factura perfecta que, de no haber sido ninguneada desde el departamento de promoción (fue el segundo single), quizás estaríamos hablando de una de sus canciones más recordadas: pegadiza y jubilosa hasta el punto de radiar una candidez adorable (es otra declaración de amor y lealtad a Fred), si no hubiese pasado desapercibida hubiese alegrado la FM tanto como R.E.M., Prefab Sprout o The Go-Betweens el mismo año. 

La canción que lo cierra, 'The Jackson Song', fue lo último que se registró para el álbum y fue en directo, el 19 de marzo de 1988 en los estudios A&M de Los Ángeles. Grabada el día del cumpleaños de la madre de Patti y dedicada a su primogénito, la lírica de esta canción es algo a parte, una pequeña obra maestra. Dirigida desde el piano excelso de Richard Sohl y acariciada por un chelo y por un arpa, trasciende todo lo que las otras canciones nos han comunicado hasta entonces. Definirla como una nana es reducirla demasiado para toda la emoción que contiene. 'The Jackson Song' recoge el verdadero sueño de vida, mirando al futuro a través de los ojos de su hijo para darle una lección vital temprana, mientras la voz planea y hasta se quiebra conmovida: "Y en tus viajes verás / alas de guerreros, recuerda a papá / y si una mamá pájaro ves / plegando sus alas, me recordarás a mí". Todo ese énfasis en la vida y en el optimismo por lo venidero se probaron difíciles de aplicar en los años que siguieron a su publicación. Nada puede resumirlo mejor que estas palabras de Patti en The New York Times el 12 de diciembre de 1995, a un año vista del fallecimiento de Fred (a los 45 años) por un fallo cardiaco. "Cuando hicimos Dream of Life, tuve un hijo, el ingeniero tuvo un hijo y Jimmy Iovine, uno de los productores, tuvo un hijo. Tres niños nacieron en el proceso de hacer Dream of Life. Y ahora, cuando miro hacia atrás a ese disco, Richard Sohl, mi teclista, murió [en 1990] y Fred murió y Robert Mapplethorpe murió [en 1989], todos los cuales tenían roles clave en la creación de ese álbum. Así que nacieron tres niños y murieron tres hombres: esas son las hermosas formas de la vida".


Para escuchar en Spotify:
(álbum original hasta las pista 8; las dos restantes pertenecen a la misma
época y fueron añadidas en la reedición de 1996)

Comentarios

Pereiro ha dicho que…
A mí la producción de Dream of Life escuchada hoy me parece elegante