En el trastero: 100 Watt Smile - "And Reason Flew" (1998)

No sé si para un artista es más oportunista o más injusto que el sello que edita el disco de su nuevo grupo invierta en una pegatina para cada copia donde se mencionan nombres famosos a los que se le asocia. En la caja del CD con el que debutó 100 Watt Smile había una de estas, escueta, recordando que Carrie Bradley (voz, guitarra, violín) había formado parte de The Breeders y estirando el recorrido de la relación de Scott Greiner (guitarra, voz) con Liz Phair -spoiler: no sale en los créditos de sus discos, y la biografía lo dejaba en un "tocó con ella y fue su ingeniero de sonido en sus años en Chicago"- para atraer a unos cuantos curiosos más. En el número de noviembre de 1998 de Rockdelux ella aboradaba el tema comentando que "la compañía puede emplear mi pasado para vender un producto. Vale de gancho para llamar la atención, pero una vez que el CD está en el reproductor estas etiquetas ya no sirven de nada". Al menos el apunte curricular de Carrie Bradley tenía verdadera enjundia: su vinculación con el grupo de Kim Deal no era anecdótica y la huella que ésta le había dejado descubría mucho de lo que se escuchaba en And Reason Flew (1998). Quien lo viera expuesto en su tienda de discos tenía en esa pegatina una pista fidedigna de lo que podía llevarse a casa, contradiciendo un poco su afirmación conforme no servía de referencia. Jordi Meya, entrevistando a Carrie para Rock Sound (octubre de 1998), se lanzaba a decirle que en la redacción de la revista algunos creían que había llegado el nuevo disco de The Breeders, pero ella no hacía del asunto un tema tabú: "Era consciente de que se parecía un poco, pero no tanto. Pero tiene su lógica. Cuando Kim decidió contratarme lo hizo porque le gustaban ciertas de mis cualidades, tenemos gustos y estilos similares. Yo toco el violín de la misma manera que ella toca la guitarra, con mucha melodía. Tenemos voces similares. Me encantó tocar con ella y supongo que influyó mucho en mí". 

Lo de Kim y Carrie era admiración mútua y muchos enlaces. Ambas iluminaban a la audiencia con sonrisas de cien vatios como la que bautizó a esta banda desde sus posiciones en Pixies y Ed's Redeeming Qualities, respectivamente, formación esta última donde Bradley estaba rodeada de paisanos de Kim (todos venidos de Ohio a New Hampshire, Massachusetts). Fuese desde un lateral con su violín y haciendo segundas voces o cantando una canción country en el centro del escenario, su presencia transmitía el mismo equilibrio dulce que nadie atinaba a describir sobre Kim Deal tocando en Pixies. El peculiar combo de country-folk -sumemos ukelele, bongos y guitarras acústicas al violín- no tenía semejantes cuando empezaron a tocar en locales emblemáticos de Boston como The Rat o The Middle East, y a Deal le fue sencillo caer rendida ante un repertorio que debía remitirle a los tiempos en que iba de bar en bar con su hermana cantando canciones de Hank Williams o The Everly Brothers. En 1988 Kim reclutó a Carrie en cuanto The Breeders empezaron a preparar sus primeros temas y entonces ya registraron 'Drivin' On 9', la canción de Ed's Redeeming Qualities que la tenía enamorada y que más adelante se convertiría en una de las más queridas por los compradores de Last Splash (1993), el exitoso disco para el que acabaron grabando la versión definitiva. Dom Leone, que la compuso, murió en 1989 de un cáncer que le fulminó en menos de un año y no llegó a ver publicada ni su propia interpretación. "Es deprimente ver cómo la vida toma el camino que tú no deseas", apuntaba Kim en Rockdelux (octubre de 1993). "En esa canción Dom decía que quería conducir por las carreteras del país, ¡pero ya no puede! ¿No es triste?".


Aunque la muerte de Dom y la posterior partida del percusionista Neno Perotta no acabaron con Ed's Redeeming Qualities, la banda nunca lo tuvo fácil para sobrevivir y acabó separándose en 1997, para cuando Carrie ya llevaba un tiempo dando forma a 100 Watt Smile en San Francisco (Californa). El proyecto partió de su colaboración con el batería Martin Hart y más adelante se añadieron Scott Houston (bajista venido de New Hampshire) y Scott Greiner (a quien Hart, que se dedicaba a instalar cocinas, conoció trabajando en un estudio construido dentro de un establo). La primavera de ese mismo año Kim Deal había recurrido a Carrie para tocar unas pocas fechas como The Breeders cuando todo el mundo daba por acabado al grupo (la formación de Last Splash se había desintegrado, Kim había formado The Amps en 1995) pero todo era tan caótico a su alrededor que la intención de grabar un disco nuevo quedaba muy lejos, no había objetivo. 100 Watt Smile llegaba en un momento en el que cualquier fruto del árbol genealógico de The Breeders sería recibido, por lo menos, con una bienvenida expectante y como un consuelo aunque no viniese de un miembro principal. Así fue para Rüdiger Ladwig, propietario de una agencia de conciertos alemana que hacía poco había escindido una rama del negocio como sello discográfico. "Fue un accidente. Teníamos algunas maquetas", explicaba Carrie en Rock Sound, "y al capo de Trocadero [Records] le gustaron tanto que decidió sacarlo inmediatamente". El grupo completó la grabación del álbum en San Francisco y se masterizó en los estudios Skyline de Düsseldorf (Alemania). And Reason Flew ya podía encontrarse en Europa en mayo de 1998, pero en sus tierras no lo publicaría el sello Thirsty Ear hasta 1999.

En Radio 3, Julio Ruiz hizo de 'Furry' su single elegido del disco y con escucharlo un par de fines de semana en Disco Grande estabas vendido a pasar el síndrome de abstinencia de The Breeders con 100 Watt Smile. Sin restarle mérito a su talento en absoluto, era imposible disociar a las dos bandas escuchando las retorcidas dinámicas de esa canción, que sin perder de vista un norte pop se sirve de golpes de efecto abonados a la sorpresa -un arpegio tuerto, una descarga de distorsión, un estribillo que es puro humor negro, parones traicioneros- y se recrea en una letra dadá ("Me lavaría la cara pero he perdido el punto donde la olvidé (...) La serpiente se puso la piel, el aire huele a instituto, el cielo se inunda de amarillo") cuyo supuesto sinsentido se entiende cuando Carrie explica que "me gustaría llegar al nivel de Tom Waits, David Byrne, Laurie Anderson, David Lowery, Black Francis, Paul Simon e incluso Beck, a quien veo más como un poeta beat. Pero no me siento como una cantautora con mensaje, estoy más cerca del pop que eso". También usan la carta del despiste con efectos menos inmediatos, como en 'Face On Your Head', que más que una composición cambiante es una criatura que de inofensiva canción country se transforma en un azote tormentoso y en otro estribillo hecho de luz campestre en menos de cinco minutos. Ahí sí que, en un momento dado, el violín de Carrie irrumpe con autoridad, arañando las cuerdas con las convulsiones de un John Cale enojado tocando en un grupo de blues rock psicodélico.  Detalles así les van definiendo para nosotros más allá de las referencias obvias.

El ambiente en el disco empieza a construirse de la nada, con la repetición de una nota seca y el ritmo de Martin Hart introduciendo los acordes mayores de la épica-doméstica 'New Jersey', una fábula en la que Carrie se recuerda lo vital que es no aislarse durante demasiado tiempo y mirar a su alrededor. La secuencia de las canciones distribuye con toda la intención las más agrestes en la primera mitad del álbum y poco a poco vemos cómo se van reclinando en delicadezas más melódicas y limpias, empezando por una sublime 'Sleepwalkers', una nana para acompañar a quienes tienen en el anhelo de afecto el motivo de su insomnio ("Las sombras parecen demasiado profundas para cruzarlas sin las botas puestas / me abrí paso entre todas las ovejas que contaste") que bien podría ser el punto álgido de And Reason Flew. Unas veces su voz de tiza te arrulla con un punto de ensueño para luego entornar los ojos en un giro sagaz ('Flagrante Delicto'), otras no logra esquivar la dulzura absoluta ni con ráfagas puntuales de distorsión ('Aorta'); unas es inevitable imaginar qué habría pasado si hubiera compuesto en The Breeders (ella también parece imaginarlo: la preciosa 'If You Won't Too' podría ser un corte del álbum que no grabaron en esa época, mientras que en 'Dewlaps' se le cuelan alusiones a 'Invisible Man' y 'Hag', de la banda madre) y otras queda claro que lo suyo puede ser un rock más robusto ('Number 7', el tributo encendido de Carrie a Dom Leone: "Con los labios negros como ciruelas / viajaste pulgadas incalculables, te cortaste las alas con un aire suave / entre supervivientes y firmes equivocados") y, sobre todo, más sinfónico (el intrincado uso del violín en 'Birthmark' y las secciones más extrañas la salvan de un estribillo escrito teniendo en mente a los universitarios descerebrados de América). Como todas las canciones de finales del siglo XX que aluden a la llegada del año 2000, la que da título al álbum tiene un aire de trascendencia servido desde la serenidad de la guitarra acústica: "Crecemos en nuestro sitio como las parras de plástico / revende tu pase para el nuevo milenio / por quince pavos y pico / antes de bajar a las minas", canta Carrie. ¿Qué ha pasado? En el aire queda suspendido el pesimismo de la clase trabajadora atrapada sin remedio, y la mujer de la voz de tiza y la sonrisa de cien vatios despierta en el extremo opuesto del mundo que en 'New Jersey' contemplaba como si lo estrenase. El sentido común se esfumó, pero a su alrededor.

100 Watt Smile duró lo suficiente como para dar forma a un segundo álbum homónimo, autoeditado en 2001, que lamentablemente tuvo una repercusión nula en comparación con la curiosidad que despertó el primero. Carrie se reunió con los miembros de Ed's Redeeming Qualities para celebrar que finalmente se reeditaban las grabaciones que realizaron antes de que falleciera Dom Leone, se reencontró con las audiencias más numerosas de su carrera cuando The Breeders giraron para conmemorar el 20 aniversario del emblemático Last Splash y ha creado nuevos proyectos como The Great Auk. "Cuando retiré a mi última banda de rock (y cumplí los cuarenta el mismo año)", decía refiriéndose a 100 Watt Smile, "decidí que ya era hora (y probablemente la llave de la eterna juventud) de tocar la trompeta, el primer instrumento por el que recuerdo pelear seriamente cuando era una cría (no hay caso). Duré como diez minutos -¡me duele la boca! (...) La fascinación por la paradoja y mi apreciación de la misma define mi manera de encarar la vida y de escribir música".

Para escuchar en Youtube:
100 Watt Smile - And Reason Flew
(El disco está disponible en el resto de plataformas de streaming, pero con todos
los títulos de las canciones mezclados entre sí, haciendo imposible la correspondencia
entre la lectura y la escucha. Crear una lista de Youtube con los archivos
adecuados era la única alternativa para ilustrar la reseña).

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