Momentum: Esclarecidos - "Esclarecidos 2" (1985) / "La Fuerza de los Débiles" (1996)

Esclarecidos por Jesús Peraíta, 1985

El verano de 1984 da sus últimos coletazos y el periodista Miguel Ángel Arenas se reúne con Esclarecidos para una entrevista que aparecerá en el primer número de Rockdelux, la revista musical que en noviembre va a tomar el relevo a Rock Espezial. Es todavía en esa donde Ignacio Julià reseña el flamante single del grupo madrileño, Arponera (1984), tal que así: "¿Qué ocurriría si tú, gamberro incurable, deslizaras un buen tajo de LSD en la cena de la banda que ameniza la fiesta mayor de tu pueblo? Pues algo parecido a lo que han condimentado los Esclarecidos, gente sensata y lúcida, como su nombre indica, inventores del sonido pachanga para esta década. No te lo pierdas". Lejos de ser una humillación, es un elogio golfo a lo que tanto costaba calificar de la música de Esclarecidos: la sensación de reconocerse en un costumbrismo que cautivaba desde un humilde de tú a tú; de que su inspiración lo mismo bebía de otras épocas que de observar al prójimo en el día a día. Le cuentan a Arenas que 'Arponera' fue un accidente inspirado por las ganas de escribir una "canción, canción de toda la vida (...) que se pueda escuchar dentro de diez años, como 'Están Clavadas Dos Cruces' (Miguel de Molina), que es eterna". El tiempo probó su lograda atemporalidad, convirtiéndose en una de esas composiciones emblemáticas que hacen inolvidable a un grupo y una pieza fundamental del cancionero popular español, y no solo para entender la década de los 80. En la entrevista advertían: "En lugar de Nueva York, Londres o Roma, queremos empezar a hablar de Soria o Alpedrete", y ahí está la arponera encarnando esa intención, trasnochando en La Línea de la Concepción para comprar tabaco y oro de contrabando como una inusual demostración de amor con la que, sin embargo, no cuesta nada identificarse.

No empezar hablando de su gran hito siempre es difícil. 'Arponera' se coló en hogares de toda España cuando La Movida ya era una bandera de modernidad con la que se envolvían los políticos, precedió al que unánimemente se considera su álbum imprescindible, Esclarecidos 2 (1985), y definió a grandes rasgos a una banda demasiado inquieta para dejarse encasillar. Los hermanos Nacho (saxo alto) y Cristina Lliso (voz), su marido Alfonso Pérez (batería y letras), Fernando Mata (guitarras) y Coyán Manzano (bajo) integraban un grupo de amigos que se juntaron sin mayor pretensión que la de tocar música en su tiempo libre, y la esencia de esa postura relajada siempre perduró en su manera de hacer las cosas. Desde que en 1981 cofundaron una de las primeras discográficas independientes del país (Grabaciones Accidentales) y hasta su disolución, no participaron en la farándula que hizo estrellas y superventas a muchos de sus coetáneos. En sus primeros singles y el mini-LP Esclarecidos (1983) había pop-rock desenfadado -aunque siempre con el ojo agudo de Pérez en las letras- pero también canciones que miraban al post-punk británico y experimentos que les alineaban con la facción más excéntrica de la escena madrileña. 'Arponera', ya con Pepe 'El Víbora' (saxo tenor) y su productor cómplice Paco Trinidad incorporados a la formación, trajo consigo y sin advertencia previa el adjetivo "elegante", que ya no dejó de utilizarse con ellos, y Cristina selló la marca con unos guantes finos que se ponía siempre que tenían una actuación. Entre las últimas respuestas de esa primera entrevista en Rockdelux leo: "No tenemos conciencia proletaria, ni ningún tipo de conciencia social; más que nada, lo nuestro es una conciencia estética de las cosas", y me sorprendo, porque las observaciones de sus letras combinadas con el tono sereno, franco que pronto pulió Cristina siempre me han hecho pensar en Esclarecidos como una banda con una sensibilidad acusada para el retrato humano y social. Su desprejuiciado acercamiento a diferentes géneros musicales, sobre todo a partir de Esclarecidos 2, también se corresponde con eso y da fe de su abertura de miras.

El álbum, que iba a llamarse Ensayando como guiño al ritmo con el que se juntaban para practicar y grabar cuando lo permitían sus trabajos diarios ("trabajamos en otras cosas: hay tres arquitectos, un economista, etc... Paco es el único que vive de la música como productor") se gestó en los estudios Trak de Madrid entre la primavera y el otoño de 1985, rodeados de invitados como Manuel Illán, Miguel Herrero o Mariano Lozano-Patas. 'Arponera' es solo una entre un puñado de canciones que suenan tan sofisticadas como contagiadas de una frescura nuevaolera; un medio tiempo a compás 3/4 como los de Cocteau Twins, pero con los pies en la orilla del Mediterráneo y la cabeza en una nube de soul soplada cariñosamente por los saxos. 'Recorrerá Tu Piel' transita una senda parecida, mezcla de lo celestial y lo revuelto, pero aparca el sentimentalismo para dejar la intriga en el aire ("No se creerá nuestras caras / no entenderá nuestras palabras / solo tendrá un intenso frío / y un enorme desasosiego / recorrerá su piel"). "Nos decían que si hacíamos música 'culta', ahora dicen que somos más comerciales, pero yo creo vamos haciendo lo que nos sale", comentaba Cristina en 1986. El eclecticismo es la máxima de esta colección de composiciones firmadas en conjunto a partir de las palabras de Alfonso Pérez. Lliso canta con ímpetu sobre tahúres y trapicheos (la escena agitada por el soul cabaretero de 'Saxofón Night Club'; el personaje desorientado de 'Los Pies Fríos'; el que se ausenta del hogar en 'Pipeline', una pieza de pop coronada por unas guitarras acústicas etéreas), se funde hasta quedarse en blanco viendo tocar en directo a Miles Davis ('Miles, Miles, Miles'), se imagina como fiel acompañante de su particular Tintín (la funky 'Milú'), observa una situación sórdida en una noche de verano (a ritmo de salsa en 'Él Dormía en un Fotomatón', dirigida desde las congas y el piano por una variación en la melodía de 'Cuéntame Qué te Pasó') y hace de una novela negra uno de los momentos más cautivadores del disco ('Bajo la Nieve': "Me gusta borrar la nieve / pero no la puedo tocar / y yo sé que en ella está la información / de un turbio crimen pasional (...) en mayo todo se sabrá"). Dejando a un lado el instrumental 'Dos Españolas Solas', la concluyente 'En Plan Velas' es el momento más intimista del disco; el instante de insatisfacción de una mujer enfrentada a la desidia repetida de una pareja demasiado triste: "Después de una noche en plan velas / alegarás depresión / como tantas otras / excusaré mi presencia, iré a escuchar habaneras / en un viejo local de falso ambiente tropical". La idea de viajar a lugares exóticos como Tokio, la Sabana de Senegal o Groenlandia, por placer, como fantasía o para escapar, no era extraña en el imaginario de los grupos españoles de los 80, pero aquí Esclarecidos se quedan en el decorado decadente y el álbum acaba con unos puntos suspensivos de resignación y soledad. 

Esclarecidos por Gero Álvarez, 1996

Entre los colaboradores puntuales de ese primer álbum ya figuraba Suso Saiz a la guitarra, un pionero de la música ambiental y de vanguardia en nuestro país que resultaría clave en la última etapa del grupo. Esclarecidos siguió funcionando a razón de un disco cada dos años y, después de Por Amor al Comercio (1987), que era una continuación refinada con momentos soberbios, Gonzalo Lasheras ocupó el lugar de Paco Trinidad como productor y guitarra y entregaron De Espaldas a Ti (1989) con un sonido debilucho, por otro lado nada que no pueda decirse de tantísimos discos producidos a finales de los años 80. La irrupción en las listas de éxitos de grupos como Cómplices y Presuntos Implicados, que se vendían poniendo énfasis en el intimismo y la elegancia, hizo que se les metiera en el saco del peyorativamente llamado pop adulto, como ocurrió a Everything but the Girl en esa misma época. Alfonso Pérez se desmarcaba del sambenito en 1993: "Ha habido un proceso claro de derechización de la música en este país y una coyuntura de crisis económica la hace todavía más conservadora. (...) No hay nada de sofisticado en Esclarecidos y 'Todos Mienten' era una especie de rechazo para demostrar que sabemos hacer ruido y que nos puede gustar, en un momento dado, gente como Barricada". 'Todos Mienten' era la pieza apabullante y distorsionada que cerraba Rojo (1991), un disco que aunque no era tan radical en su conjunto, sí era el primero en una pista de despegue diseñada para llegar a dar a su música un cuerpo más aristado, con los ambientes reforzados y enrarecidos si hacía falta; un ánimo temerario que buscaba tanto estimularles como romper con los estereotipos que se habían consolidado sobre su trabajo. Suso Saiz entra en acción en Dragon Negro (1994), que ya tiene algo de todo eso aunque sigue orbitando más cerca de la canción de autor que del terrorismo. Pero de cara al siguiente, Saiz se encuentra con una banda que le confía la responsabilidad de detonar, recomponer y colorear sus maquetas para alcanzar la meta. "Pero él nos contestó: ‘Depende del tipo de disco que queráis hacer. ¿Habéis escuchado esto y esto y esto?’ Y se refería a cosas muy diversas. Lo último de Bowie, Björk, Portishead, Tortoise… Lenguajes a veces muy nuevos y desconocidos para nosotros", explicaba Cristina en 1997. "El grupo necesitaba saltar un cierto abismo después de los cambios internos que hemos sufrido".

La Fuerza de los Débiles (1996) es de esos discos infravalorados en España a causa del momento en el que se publicaron; un daño colateral inevitable: incomprendido entre quienes asociaban al grupo con los clichés sobre su pasado, inviable para sonar en la radiofórmula y a la vez ignorado por una escena independiente imberbe que no abrazaba sin prejuicios a Kiko Veneno, ni siquiera a Alaska y Nacho Canut, como ocurriría años después. Esclarecidos estaban en esa tierra de nadie donde Javier Álvarez, Mikel Erentxun o Christina Rosenvinge no encontraban aceptación a causa de su inquietud por romper los convencionalismos imaginados sobre sus figuras. Pero de todos ellos son Esclarecidos quienes asumieron mayores riesgos. En 1992, Suzanne Vega dio carta blanca a Mitchell Froom para que añadiese ruido a un universo que hasta entonces había mantenido dentro de unos márgenes acústicos y prudentes, y Everything but the Girl renacieron por la vía electrónica el mismo 1996 inspirados por su asociación circunstancial con Massive Attack un par de años antes. En La Fuerza de los Débiles ellos tienen operando a su Brian Eno particular, que imagina unos arreglos a veces agresivos, a veces intrigantes, que aportan la expresividad necesaria para que este sea un álbum tan válido como uno de Portishead como retrato de las penas de finales del siglo XX. Un disco que menciona rincones de Madrid y que ilustra unas fotos tomadas por Gero Álvarez en el extrarradio de Budapest, pero que partía de la única intención de hacerlo "contemporáneo, contando la realidad que tenemos a nuestro alrededor, y en este sentido es sintomático que las escenas no descollen de una ciudad a otra", decía Cristina en La Vanguardia. El título sale de una letra que les regaló Pablo Guerrero, entonada sobre una pieza instrumental fantasmagórica, la más ambiental y libre, que a pesar del sigilo con el que se desenvuelve tiene el poder amenazador de una venganza, como si fuese un conjuro para alentar a los oprimidos inocentes a sublevarse. 

Es una obra seria en las antípodas de Esclarecidos 2: siguen mirando a su alrededor y explicando historias a distancias cortas, pero lo que ven ahora tiene otro peso; más peso. El inicio arrollador con 'Un Instante' (ese riff de rock duro) tiene hasta un punto optimista, pero enseguida nos adentramos en un cuaderno de apuntes sobre unos tiempos convulsos donde la soledad, la violencia y la incomunicación asfixian a diario. 'En Medio del Retiro', 'El Sabor de Su Aire' o 'Atándome' (adaptación de 'I'll Come Running' de Brian Eno) ponen acento a la indignación por la vía de la distorsión y el rock progresivo, pero el disco está plagado de sutilezas dirigidas por Suso Saiz. La voz de Cristina, cómoda en su registro grave, jamás había sonado tan entera como en 'Estoy Esperando a Mi Amor' (una canción no de amor, sino sobre anhelarlo eternamente contra el imparable tic-tac del reloj) ni tan relajada como en 'Suerte' (guitarra y unos scratches como único acompañamiento; dicen que es la única toma que hizo falta grabar). Mientras el público autodenominado indie se iba a ver en directo a Tricky a la sala Zeleste, se perdía que Esclarecidos habían parido en nuestros lares la canción que mejor absorbió la vertiente más sombría, hecha a capas de dolor granuloso, del trip hop ('Muertos': "Y quién le explica a un pobre la riqueza / y a un ciego la luz / Y quién le explica a un rico la pobreza / quién acostumbra a un vivo a morir"), un camino de sombras que también recorre 'Plaza de Callao'. El toque de banda circense en el estribillo de la sensible 'En Algún Desierto' y el ritmo ágil de 'Solo' (esa mezcla de pop en un punto imposible entre Can y el sonido Stax) ponen el contrapunto desenfadado. En esta última está su máxima sobre la osadía que define la génesis de este álbum: "Es imposible pescar sin ponerse cerca del mar".

Entrevistada en 2014, Cristina Lliso respondía a un halago hacia el disco diciendo que era "muy polémico para nosotros, por su sonido, y también nos pilló un poco cansados (...). Parte de nosotros estábamos muy interesados en toda esa parte de investigación, incluso con el sonido, el ruidismo, los loops... toda esa parte más de máquina que no habíamos explotado en absoluto. Y eso creó muchas fricciones lógicamente". Un par de años antes, también contaba que "éramos tan amigos que nos decíamos todo lo que pensábamos y hubo algunos, los más tranquilos [Miguel Herrero y Coyán Manzano], que con el último disco, La Fuerza de los Débiles, nos decían al resto: ‘Lo que estáis haciendo es una mierda, no tiene sentido y no lleva a ningún lado’. Yo fui la que tomó la decisión final". Esclarecidos se disolvieron oficialmente tras su último concierto, el 17 de enero de 1997 en la sala Caracol de Madrid, y consecuentes con la dirección experimental emprendida, su testamento fue un disco de remezclas de su último álbum, 5658 (1997). Cristina, Alfonso Pérez y Suso Saiz persiguieron juntos sus ganas de seguir investigando bajo el nombre de Lliso ("Yo nunca había cantado sobre un loop y [Suso] nunca había compuesto una canción, así que estábamos igualados. Era un proyecto suicida"), haciendo del título de su primera referencia toda una declaración de intenciones: El Futuro.

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