Escenarios: The Breeders + Pinpilinpussies - Razzmatazz (Barcelona), 11 de julio de 2024


Llego temprano a la sala Razzmatazz. Media hora antes de que abran las puertas me encuentro con unas veinte personas -en el que ha sido declarado el día más caluroso de lo que va de año en Barcelona- haciendo cola bajo un sol inclemente del que nada las resguarda. Me añado y me siento de cuclillas, de espaldas a los rayos ultravioleta que me acorralan desde la derecha. Una mujer con acento italiano, móvil en mano, sigue el orden de la fila presentándose y diciendo que está haciendo un reportaje sobre el concierto para un blog y preguntando si puede grabarlos respondiendo a dos preguntas: desde cuándo escuchan a The Breeders y qué les ha movido a llegar tan pronto y a aguantar la canícula para asegurarse un buen sitio dentro. En general, todo el mundo colabora pero a penas puedo oír lo que explican; estoy distraído imaginando cómo decirle que soy demasiado tímido para participar, pero respiro aliviado cuando veo que al final no va a acercarse. Aun así, me pongo a pensar en mi respuesta: escucho a The Breeders desde los catorce años, poco después de que descubriese a Pixies, me comprase el libro que escribió sobre ellos Jordi Bianciotto para la emblemática editorial La Máscara, y la discografía de Kim Deal (voz, guitarra, bajo) que aparecía en las últimas páginas me inquietase irremediablemente, pues lo poco que cantó en Pixies era de lo que más me gustaba del grupo. También me acuerdo, cada vez que veo la portada de Last Splash (1993), de todas las tardes que pasé ese año con mi primer pedal de efectos para la guitarra eléctrica, trasteando con los valores para emular la paleta de sonidos que se inventó Kim para cada canción. ¿Qué hago aquí tan pronto? Media hora bajo el sol no es nada; quizás andaría media hora sobre el sol si tuviese que elegir entre eso y no volver a escuchar nunca más a The Breeders.

Una vez dentro, es la primera vez que voy a estar en primera fila en esta sala. Se ha llegado a decir que The Breeders no tocaban en una de la ciudad desde su concierto en Studio 54 (hoy la Barts) cuando estaban en la cima de su popularidad hace 30 años, pero vinieron a Bikini en 2002 y en 2013 fue el grupo sorpresa que Primavera Sound programó en Apolo la jornada antes de empezar el festival, regalándonos una interpretación soberbia e íntegra de Last Splash (hazaña que repetirían dos noches después en el Parc del Fòrum) dentro de la gira que reunió por primera vez a la mítica formación que grabó el disco -Kim, su hermana Kelley (guitarra, voz), Josephine Wiggs (bajo, voz) y Jim Macpherson (batería)-, la misma que ha permanecido unida desde entonces. Sin disco nuevo que presentar -All Nerve, la reválida que rejuveneció su repertorio, ya data de 2018- y felices de haber teloneado a Olivia Rodrigo en los Estados Unidos antes de aterrizar en Europa (una invitación que a priori uno creería fuera de lugar, pero que han encajado con el buen espíritu y la gratitud con la que hacen todo), The Breeders terminaban su gira de salas europeas en Barcelona y lo hicieron ante un público cálido y entregado a una retrospectiva que, si bien prioriza el álbum más unánimemente aclamado, se detiene en todos sus discos e incluso incluye una canción todavía inédita, aunque por el momento no avanza nada inminente porque Kim Deal va a publicar un disco en solitario antes.


Se encargó de caldear el ambiente Pinpilinpussies, dúo formado por la catalana Raquel Pagès y la vasca Ane Barcena que salió al escenario de uniforme y ofreció una descarga eléctrica condensada en una guitarra y una batería, dividiendo el repertorio entre las canciones en castellano que cantó Raquel (con un punto más melódico y el lodo del indie rock americano de los '90 goteando de las seis cuerdas) y, previo intercambio de instrumentos, las de Ane en euskera (más punkis, lo que la inclina más a desgañitarse con una voz recia y rota que a cantar per se). Se sobrepusieron a un problema técnico con rapidez y acabaron de ganarse al público cuando Ane terminó el concierto colocando el pie de micro entre la gente de las primeras filas para gritar en sus caras la última consigna reivindicativa. Se dieron un abrazo triunfal y después se las siguió aplaudiendo hasta cuando subieron al escenario deprisa y corriendo para recoger los bártulos. Fue un previo furioso, impreciso y que lo apostó todo a la pasión; en las antípodas del directo detallista que ofrecerían The Breeders, que arrancaron la noche al paso vivaracho de una 'Saints' que suena a bienvenida en sí misma ("El verano está preparado cuando lo estás tú"), encadenándola con otra pieza urgente y calurosa, 'Wait in the Car', y con el primer recuerdo de la noche a las canciones dulcemente oblicuas de Pod (1990), 'Doe'. 

Kim Deal, Kim Deal, Kim Deal… ¿Cuántas veces voy a decir este año que he visto sobre el escenario a una figura que honra la profesión de músico? Kim es de las que se dedican a la música con la humildad de quien tiene un trabajo fijo y con la meticulosidad de un artesano obsesionado por lo que se trae entre manos. En su expresión radiante es fácil adivinar cómo le gusta sentir que la música está pasando, que entre los cuatro están recreando un pasaje concreto poco menos que mágico o que la gente está coreando espontáneamente un solo de violín que esa noche nadie podía tocar (tanto sorprendió esto a las hermanas Deal que Kelley no pudo resistirse a pedir a los demás repetir la última parte de 'Drivin' on 9', para confirmar si la gente se lo sabía entero como le pareció). Eso es contagioso e ilumina, literalmente, al público. Algunos de los temas más queridos de Last Splash ('Invisible Man', 'No Aloha', 'Hag') sazonaron la primera mitad del setlist, alternándose con repescas del catálogo como las más antiguas 'Safari' o 'When I Was a Painter' y otras de su producción en la década de 2000 que son de obligada revisión para quien las haya infravalorado, porque fue particularmente bonito escuchar la voz de Kim dirigiendo la melancolía en suspense de 'Night of Joy' y dejarnos hechos una balsa de agua con azúcar con 'Off You', algo que se repetiría un poco más tarde bordando 'Do You Love Me Now?', una de las canciones más fascinantes de The Breeders por el lado plástico y de las más directas por el lado emocional. En directo es un buen ejemplo de cómo cuidan al detalle los arreglos originales de todas estas piezas; hasta un silbato aguanta Kim entre los labios para tocarlo solo dos segundos y tirarlo al suelo en un 'Cannonball' catártico para todo el mundo, que suena tan fresco como siempre. 

Cuando te sorprenden con 'Disobedience', la inédita, te quedas maravillado pensando cómo lo harán para armar un tema ligeramente épico y llevarlo a un sitio tan íntimo y poco pomposo. La soltura de Kelley Deal como guitarrista para inundar con ráfagas de ruido controlado 'New Year' o robustecer su breve solo surf en 'I Just Wanna Get Along' (la única que ella canta) es otra de las cosas que más cautivan a lo largo de la velada. En el tramo final vuelven a Pod para revisitar, seguidas tal y como ocurría en el disco, 'Iris' (monumental; da igual a qué altura la toquen porque siempre se erige como uno de los momentos capitales de sus conciertos) y 'Opened', y rematan el segmento oscuro con Josephine Wiggs calzándose la guitarra para la atmosférica 'MetaGoth'. Lo inesperado llega entonces, cuando Kim se deja colgado el bajo que ha tocado en esta última y se arranca con la línea melódica de 'Gigantic', su tema estrella en Pixies (si ellos la habían estado tocando con Paz Lenchantin a la voz, ¿por qué no?), al fin y al cabo una reivindicación de su primera gran composición pop y un guiño a muchos de los presentes. Para el bis nos mantuvieron en vilo con 'Walking with a Killer' (¿cómo puede sonar tan bella una canción que tiene como sujeto a una de las muchas chicas que asesinan en las carreteras secundarias de Ohio?) y luego nos despidieron con el único single importante que faltaba, la luminosa 'Divine Hammer'. Jim Macpherson regaló sus baquetas, Josephine lanzó setlists en forma de avionetas de papel y las hermanas Deal se acercaron a los laterales del escenario a dar las gracias.

Hay artistas que de jóvenes eran irreverentes o iban de guais y que cuando maduran se vuelven más humildes y cercanos; pero Kim Deal siempre ha sido afable, desde que derretía a cualquiera sonriendo mientras tocaba el bajo en Pixies. A mi lado tenía a dos chavales que no sé si llegarían a los 20 años, entusiasmados de tener al grupo delante y saludando efusivamente a Kim cada vez que miraba hacia nuestra zona porque tiene esa cualidad amigable que te conmueve sin darse cuenta siquiera. De lo que me estoy dando cuenta yo es de que a estas alturas de la vida lo que más me pone del rock es la humanidad del mensajero.

El público de Razzmatazz en una fotografía publicada por Wyndom Earle (seudónimo de un miembro
del equipo de The Breeders) en sus redes sociales.

Setlist:

Saints / Wait in the Car / Doe / Invisible Man / Safari / When I Was a Painter / Night of Joy / Disobedience / No Aloha / Huffer / Off You / Hag / I Just Wanna Get Along / Only in 3's / Do You Love Me Now? / New Year / Cannonball / Drivin' on 9 / Iris / Opened / MetaGoth / Gigantic // Walking With a Killer / Divine Hammer

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