Escenarios: Josh Rouse - L'Auditori (Barcelona), 20 de junio de 2009


Leo, justo antes de empezar a escribir esta reseña, que Josh Rouse le dice a un periodista de El Periódico que en 2011 abrirán una sede de la escuela musical Berkeley en Valencia y que se le había pasado por la cabeza intentar ser el "profesor Josh Rouse", y la verdad es que he visualizado la imagen de su improvisado futuro de manera clara y nada extraña en mi cabeza; no porque tenga conocimiento de su capacidad como docente, pero habiéndole visto en un marco recogido y (por qué no) reminiscente de un aula de universidad como es la sala 2 de l'Auditori, Rouse podría pasar perfectamente por ese profesor que nos cae bien, que bromea y suministra las dosis justas de desenfado que consiguen encandilar y crear un vínculo cercano con sus alumnos, pero que sabe esquivar esa conducta a tiempo para que no se olviden de que están allí para aprender. Esos alumnos, además, no suelen querer perderse ninguna clase. Aunque, de hecho, para qué negarlo, Rouse no escatimó el sábado en guiños cómicos ante un público cómplice. En las antípodas de su actuación en formato eléctrico a finales de 2007, cuando presentó su último trabajo oficial hasta la fecha Country Mouse, City House, se presentó acompañado de su guitarra acústica y de la inestimable ayuda del multi-instrumentista Raül Fernández alternando guitarra, ukelele, piano, teclado y voces, que con la heterogeneidad de sus arreglos hizo que la velada no cayera en la linealidad en la que pueden caer los artistas en formato acústico, aunque de todas maneras el repertorio de Josh Rouse está plagado de temas de estribillo reconocible y destacables entre sí.

En otra entrevista con Muzikalia que también leo tras el concierto, Rouse menciona que su próximo disco será bastante diferente a todo su catálogo anterior y que tendrá influencias tropicales y del mediterráneo. De haber sabido esto quizás no nos hubiera pillado por sorpresa que abriera la actuación con una versión de un tema que cantaba Bola de Nieve, 'Mesié Julián', entonando eso de "soy poco social, intelectual y chic", o que más adelante interpretara otro tema en castellano de tintes brasileños y con alusiones a la Valencia de las fallas y la paella. Fueron, sin embargo, las únicas salidas de tono en lo que fue un repaso de corte intimista a su discografía, en el que brillaron los singles de su etapa en Rykodisk hacia la segunda mitad del concierto: '1972' cierra el set principal, 'Love Vibration' saca la cabeza en el primer bis y 'Come Back (Light Therapy)' es protagonista absoluto del segundo, a sabiendas de que es uno de los temas que más entusiasma a sus seguidores.

Entre bromas a Raül Fernández -que se mantuvo en un modesto segundo plano a menos que Rouse le increpara con alguna travesura-, frecuentes "¿Os está gustando el concierto?" dirigidos al público, palmas, coros y algún que otro desliz con las letras, el repertorio se llenó de piezas más o menos escondidas de su cancionero como 'It's the Nighttime' (la única que interpretó él solo al volver para el bis), 'Summertime', 'Winter In the Hamptons', 'Sweetie' o 'Saturday', que dijo era oportuna ya que era, sí, sábado. No me dejo una mención especial para 'Quiet Town', un tema que nunca deja de emocionar y que recoge a la perfección ese sentimiento de felicidad ante las posibilidades que se abren al vivir en un nuevo lugar y la melancolía que a pesar de ello sientes por lo vivido en otros sitios. El formato básico le favoreció y dejó claro que la esencia de sus temas está en esas melodías que se deslizan suavemente en el subconsciente, de carácter nunca aquejado y al punto de caramelo, y en esa voz que narra sin forzar nada. En todo caso, lo único que despertó más simpatía condescendiente que emoción en el Auditori fueron sus coqueteos con el español en las canciones. De momento, aún se hace raro.

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