Minutos: Prisioneros del amor de Georgia Hubley


Cuando Yo La Tengo publicaron su primera recopilación de rarezas en 1996, la llamaron Genius + Love=Yo La Tengo. A penas diez años más tarde, titulaban Prisoners of Love una retrospectiva que celebraba dos décadas de prolífica trayectoria. El amor es un componente que los miembros de este longevo trío de Hoboken (New Jersey) saben esencial para la creación de su música, y no por nada literal como que su catálogo esté lleno de referencias cursis a ese sentimiento. El amor es más bien una condición medioambiental que les rodea, que inspiran y, más que expirar, radian. No hay que pasar por alto para entenderlo que los dos tercios que fundaron Yo La Tengo, Ira Kaplan (guitarra, teclado, voz, etc) y Georgia Hubley (batería, voz), llevan casados más de 30 años y hoy en día son el matrimonio más duradero trabajando estrechamente en de un grupo de rock (Mimi Parker y Alan Sparhawk, de Low, les siguen de cerca). Cuando en The Guardian a Ira se le preguntó si una letra particularmente romántica era sobre Georgia, el periodista dice que se retorció de vergüenza y respondió: "No importa de qué escriba, siempre siento que estoy hablándole a Georgia o a James [McNew, bajo, teclado, voz]. Si resulta que alguien más está escuchando, muy bien. Las palabras que escribo no son sobre mi vida con Georgia, o mi vida en el grupo -pero la reflejan muy claramente"

El respetado y a veces controvertido crítico Robert Christgau escribió sobre la pareja en 2003, y sin un ápice de ironía: "Tienen mejor prensa que la Madre Teresa (...). Georgia e Ira son ciudadanos extraños de Alternia, una nación-comunidad imaginaria que valora la intimidad, que le han dado significado a esa intimidad -no solo encarnando la ilusión con su emparejamiento, sino con un talento fruto de la experiencia de los aficionados que se convierten en profesionales. Gustaban tanto en sus principios que podían haber pasado siendo la banda favorita de la escena de Nueva York. Pero lo hacían por amor y enamorados de la vida, y siguieron mejorando".  En las canciones de Yo La Tengo no existe la pose, cuesta encontrar el sexo y si alguna vez han dado con la palabra "vanidad" ha sido jugando a sacar un anagrama de "navidad". Como para cualquier artista que tenga el principio de humanidad entre sus prioridades vitales, son las sensaciones de intimidad -como señalaba Christgau- y franqueza las que brindan toda la intensidad a una música que alterna electricidad serpenteante, ruido y pop clásico con inmersiones en géneros muy dispares.

Aunque Ira y Georgia comparten tareas de composición y micrófono desde el principio, cuando te pones un disco suyo y descubres que ella va a llevar la voz principal en un tema das un respingo de emoción, como si fuese un acontecimiento. Es difícil describir su singularidad, que a la vez es tan evidente. Uno se siente arropado escuchando a Georgia Hubley porque su manera de entonar, con esa dicción serena, tiene una cualidad maternal; transmite afecto, sensatez y modestia; no conoce la afectación. Ira Kaplan comentaba en 2010: "Cantó un pelín [antes del disco Fakebook, de 1990] pero era muy, muy reacia a cantar. Fue un proceso bastante lento. (...) Yo siempre la animé". Es la voz suave, que no ingenua, de una artista que rara vez concede entrevistas y que se ha convertido en una figura femenina icónica del indie rock -de la envergadura de Kim Gordon o Kim Deal, por poner ejemplos de su misma generación- desde una posición cero exhibicionista, empezando por el hecho de que eso ha ocurrido estando ella sentada detrás de su batería, sin dar oportunidad de que el foco estuviese literalmente sobre su cuerpo. Georgia, cuyo contexto familiar ya era bastante estimulante siendo sus padres unos reconocidos pioneros en la dirección de películas animadas (su hermana y ella pusieron voces y protagonizaron una de las más emblemáticas cuando eran niñas), se decidió por un instrumento que pocas mujeres elegían -"probablemente en mis últimos años de adolescencia"- y practicaba poniendo discos y tocando encima ("¡me gustaba mucho tocar con los de The Rolling Stones!"). Cuando Mary Harron pidió a Yo La Tengo que realizase un cameo en su película Yo Disparé a Andy Warhol (1996), el trío apareció en una escena figurando que eran The Velvet Underground  -una de sus influencias imperecederas- tocando en una fiesta. Ira pudo meterse durante unos minutos en el papel de Lou Reed ("creo que nos atrajo lo perverso que era hacer de ellos, el 'error' que suponía") y Georgia en el de Moe Tucker, una de las primeras baterías de rock que creó escuela con su estilo, y, si bien con la superposición de identidades uno veía claras las semejanzas entre ambas, también disparaba la reflexión de que Hubley se había desarrollado más y de manera muy distinta como música a esas alturas.

Quizás Georgia no estaría cómoda con la idea, pero hoy el foco recae exclusivamente sobre ella. Debajo, una selección comentada de trece piezas de Yo La Tengo en su reconfortante voz. Un tributo a su carisma.

Para escuchar en Spotify:


'Demons'
Esta pieza quizás sea la más escalofriante de todo su repertorio, enmarcada en una calma oceánica que existe bajo la amenaza de un juego de terror psicológico. "Los demonios durmientes dan vueltas pero no hacen ruido / pero tú no te levantarás ni cuando no están / El día saca a relucir la promesa en su interior / Por la noche, demonios que saben que no puedes ganar". Las atmósferas que crea la guitarrista invitada Tara Key dan vida fantasmagórica a esas presencias viles que parecen llevar al sujeto al autosabotaje. Georgia no niega el misterio cuando entona, pero lo enfoca desde la quietud. La escuché por primera vez a los quince años, acompañando los créditos del film Yo Disparé a Andy Warhol cuando lo emitieron por televisión de madrugada; fue inolvidable. Es de las pocas bandas sonoras que tengo en mi colección de discos y fue por hacerme con esta canción (que no sonaba entera, y que también puede encontrarse en Genius+Love=Yo La Tengo, 1996).

'Pablo and Andrea'
(Eletr-O-Pura, 1995)
Dicen que el Pablo y la Andrea aludidos en el título son los hijos del fotógrafo y cineasta Robert Frank. Andrea falleció víctima de un accidente aéreo en Guatemala en 1974 y Pablo se suicidó veinte años más tarde, tiempo durante el que había luchado por sobrellevar la muerte de su hermana, una esquizofrenia diagnosticada hacía mucho tiempo y un cáncer. Si la idea de ambos y sus desdichados finales realmente planea sobre esta canción, se añaden enteros de ternura a versos que Georgia parece cantar en voz de Andrea para su hermano: "Te esperé mientras los árboles se mecían a destiempo / en una habitación abarrotada recojo tu mirada aislada / te cubriré como una funda cubre una silla / pero alguien vino y se llevó todas las rosas". Solo la encarnación de un vinculo afectivo tan fuerte puede tener sentido en esa voz tranquilizadora y familiar. La nostalgia de la música, que se nutre de esos roces a las cuerdas que sollozan con delay, se eleva hasta la belleza épica con un inspirado solo eléctrico de Ira en la última parte.

'Shadows'
Creo que nunca he escuchado una pelea entre novios resumida con tanta puntería, haciendo justicia a los claroscuros del tira y afloja entre querer castigar al otro por amor propio y el verdadero deseo de hacer las paces y recuperar la confianza. "Poco a poco, me has confesado tus miedos / pero tengo que protegerme / para mí es muy pronto para perdonar / espero en la sombra / En la sombra, aunque estoy sola / me ayuda a ver que soy la única en tu corazón". Georgia entona la herida y la necesidad de espacio para curarla con el candor de quien es primerizo en estos reveses sentimentales, pero lo irónico es que su discurso es la reflexión sensata de quien sabe lo suficiente como para no dejarse presionar. La música -bella, contenida pero misteriosamente insistente- es definitiva para imaginar su refugio.

'Today Is the Day'
(Summer Sun, 2003)
Ya desde su título, el álbum Summer Sun avisaba de la influencia veraniega en el subtexto de sus canciones, codificado con la temperatura agradable de los atardeceres en una playa de la costa este de los Estados Unidos. También con la melancolía por aquello que ya es irrecuperable, como demostraban canciones relajadas, llenas de espacio y con un punto exótico como 'Today Is the Day'. Con otro arreglo uno podría imaginarse una bossa nova paradigmática; en cambio, se confunde en una solución de cloroformo y destemplanza con una nana. "Íbamos a hablar toda la noche hasta que me fuese / ¿Recuerdas cómo solías decir 'No puedo quedarme en pie hasta tarde'? / Un minuto más tarde ya somos más viejos, no aguanto despierta". Fue publicada como single en una versión despierta y electrificada que nos podía hacer creer que era un tema rescatado de la etapa 1994-1997.

'Pencil Test'
(Prisoners of Love, 2005)
Y si la versión single de 'Today Is the Day' parecía un descarte añejo cuando se publicó en 2003, 'Pencil Test' era justamente eso cuando fue desenterrada en 2005 para formar parte de su antología retrospectiva. Se trata de un tema que grabaron en 1996 durante la sesiones para el álbum I Can Hear the Heart Beating as One. En las notas del libreto explican que iba a estar en el disco pero cambiaron de idea en el último momento y la atesoraron durante una década. Georgia ha llevado la voz cantante en otras piezas eléctricas que entrarían en la categoría de esta misma (a destacar sobre todo las de Electr-O-Pura, '(Straight Down to the) Bitter End' y 'Decora', que es un pequeño clásico entre sus seguidores), pero por 'Pencil Test' tengo debilidad; se adivina como un anhelo por llegar a alguien y la agitación interior se mezcla con la timidez de manera soberbia. 

'I Feel Like Going Home'
(I Am Not Afraid of You and I Will Beat Your Ass, 2006)
A lo largo de más de tres décadas de trayectoria, Yo La Tengo han experimentado con decenas de formatos de canción en diferentes estilos, demostrando que si el enfoque es natural y el gusto es bueno, ser ecléctico solo hace que enriquecer y sorprender positivamente al oyente. Dejar sola a Georgia con los acordes mayores de un piano y el violín de David Mansfield en esta composición era de esos retos que resultó en algo sobrecogedor, inaudito en su catálogo. "Tiendo a perder la concentración / pero ahora mismo las nubes no me atraen mucho / tengo ganas de ir a casa". Parece como si un sueño cumplido, establecido en su vida, no pudiese llenar un vacío mayor y se resignase a una retirada a tiempo. Se pierde, y para encontrarse desea ir al único lugar donde puede reanimar su esencia y dejarse cuidar. Cuatro minutos reparadores.

'For Shame of Doing Wrong' (Slide Version)
(Shaker, 1993)
De entre el montón de versiones que Yo La Tengo han grabado a lo largo de su carrera, Georgia ha brillado en títulos originales de John Cale, Beat Happening, Big Star o The Beach Boys. Aquí, un fino minimalismo de órgano y slide guitar sostiene una revisión muy sensual de un tema que Richard y Linda Thompson publicaron en 1975. Se trata de una carta abierta de arrepentimiento por haber haber cortado una relación sentimental precipitadamente, de forma egoísta, y darse cuenta de que ha sido un error. "Cuando veo a los amantes cogidos de la mano y suspirando / agacho la cabeza por vergüenza de hacer el mal", avanza Georgia. Se le une Ira y armonizan. "Siento haber sido un ladrón incansable / por favor no me hagas pagar por mi corazón embaucador / solo enciende tú lámpara y déjame entrar". Con el sonido de las brasas de ese slide hacia el final, uno diría que han acabado juntos.


'Tears Are In Your Eyes'
(And Then Nothing Turned Itself Inside-Out, 2000)
Cuando hablaba en la introducción sobre la cualidad maternal en las interpretaciones de Georgia, creo que estaba pensando en este tema más que en cualquier otro. Si tienes un bajón, 'Tears Are In Your Eyes' hace que te entristezca estar tan triste, porque en el fondo te está diciendo que espabiles. Ella canta con la ternura de quien se preocupa por alguien que está metido en un bucle de negatividad ("Me dices que ya ha llegado el verano y que lo hace en mal momento / me dices que ha llegado el invierno y que ahora los días se te hacen largos"), a quien ya ha escuchado demasiados disparates, y le hace mirarse en el espejo: "Tienes lágrimas en los ojos / todas las noches". Frases directas y tópicos de reanimación ("Aunque no me creas, eres fuerte / (...) y ni te acordarás de esto / cuando acabe bien") y el verso que, en un giro melódico que no aparece en ningún otro momento en sus cuatro minutos y medio, hace que te des golpes en la frente: "Por favor, dime cómo puedes saber qué pasará mañana mirándote los zapatos". Haberla escuchado cuatro veces en la vida en el momento adecuado es una lección imborrable; simplemente saber que existe y que puedes recurrir a ella, una tranquilidad.

'By Two's'
(Popular Songs, 2009)
El paseo de una pareja por la orilla de un río, con la figura femenina asegurando "Tú y yo podríamos vivir en paz así / pertenecemos a sueños como este", no es la estampa de una declaración romántica a secas, ni mucho menos. La música les dibuja en medio de un ambiente nocturno, envuelto en una sordidez frágil como el cristal (esa figura de teclado que persiste) propio de David Lynch o, como dice la letra, de una ensoñación. Los sonidos evocan la imagen de una naturaleza futurista, como si existiese alrededor de los personajes en un plano estrictamente virtual. Lo curioso es que ese punto espeluznante nos informa, de un modo inexplicable, de que el vínculo entre la pareja, su grado de compromiso y lealtad, es estrechísimo. 

'Saturday'
(And Then Nothing Turned Itself Inside-Out, 2000)
Hay canciones que capturan una sensación determinada con tal maestría que tienen una potencia cinematográfica. Mucho hemos hablado de cómo Yo La Tengo logran plasmar la calidez de aquello que es íntimo, pero la de 'Saturday' es una intimidad muy específica. ¿Quién no ha acudido a un evento social y se ha preguntado qué hace allí, deseando fundirse y buscando dónde esconderse? "La habitación estaba llena de conversación, para quien la escuchase / encontré un sitio al lado de la puerta sin nadie alrededor / Dejo ir la mente, desafinada". La música suena como esa anhelada evasión en un contexto abrumador; un combo de teclado y caja de ritmos de cadencia relajada que batalla por imponerse a pequeños ruidos disonantes -incluso uno reminiscente de un error de Windows- y acordes de piano fuera de lugar. Ira canta la segunda de las tres estrofas ("Mantuve la sonrisa para quien estuviese mirando / traté de rechazar preguntas antes de que me preguntasen"), como si las almas perdidas en ese lugar fuesen dos, sin llegar a saberlo.

'The Room Got Heavy'
(I Am Not Afraid of You and I Will Beat Your Ass, 2006)
Un órgano, áspero como si las señales eléctricas se generasen frotando dos estropajos metálicos, nos introduce enseguida en un ambiente de desenfreno. Empiezan a sonar las congas y la voz de Georgia -en un atractivo tono monocorde del que solo creía capaz a la fallecida Trish Keenan de Broadcast- y uno empieza a sentir que este ácido trance le va a alterar la sangre. La letra incluso habla de alterarla deliberada y literalmente: "La habitación estaba cargada, todo el hormigón en el aire / y la pareja a la vuelta de la esquina, parpadeando ante la luz amarilla / ella dijo 'yo no lo haría' pero todos sabemos que lo hizo / por la expresión de su cara, los brazos ligeramente doblados".  Es de las canciones más crudas que le he escuchado al grupo. Un señor viaje.

 
'Satellite'
(May I Sing With Me, 1992)
Mi conocimiento troceado de los primeros trabajos de Yo La Tengo quedó en evidencia cuando, viéndoles en directo el verano de 2014, le sacaron el polvo a esta cancioncilla del primer álbum que grababan con James McNew como miembro estable. Marcando el ritmo con un bajo de cartón armado y dejando Georgia cada verso en el aire mientras golpea la pandereta, 'Satellites' suena tan desenfadada como enigmática; es como si, bajando por la calle de paseo, una sencilla pregunta te llevase a intentar entender aquello que no tiene respuesta: "Un zapato roto para practicar el andar recto / doy un pequeño paso y me paro a pensar / sobre los planetas y la atmósfera / y los satélites / Espero a que llegue el día, a que el día se acabe / como un satélite". La pandereta se queda sola, alejándose como un metrónomo que no para. ¿Se referirá el símil con el satélite a la absurda monotonía de la vida?

'The Whole of the Law'
(Painful, 1993)
Otra versión, en este caso de un tema de 1978 firmado por la banda británica The Only Ones. La grabaron en la misma época que 'For Shame of Doing Wrong', la otra canción ajena que he elegido para esta selección. Es como si en esa época Ira y Georgia estuviesen jugando a apropiarse de historias que podrían o no definir su propio romance. Armonizando juntos bajo un cielo de color negro azulado, con esa guitarra eléctrica húmeda y el centelleo de unas campanillas distantes, se rinden a la evidencia de que no pueden estar separados: "Solía tener la idea de que podría nadar a lo largo del océano / si supiera que tú me estabas esperando", se cantan. Pero es Ira quien se queda solo para decir: "Tuve que contactarte, descubrí que estaba enamorado de ti". Georgia se le une de nuevo para concluir "Eso es, esa es la ley, esa es toda la ley". Este año, bodas de cobre. 

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