Imperdible: Low - "Secret Name" (1999)

Hay veces que el alma se siente opaca e indescifrable como un pergamino garabateado con mal pulso; que cada inhalación de aire infla el torso como si estuviese hecho de papel de cebolla, reutilizado a base de pasar la mano con fuerza para planchar las arrugas sin lograr que desaparezca su historia; que el chasquido de las consonantes entre los dientes, la lengua y los labios rompe las vocales con el silencio microscópico de los capilares sanguíneos, y el habla es débil. La psicología del ser humano es frágil, y es raro que el entorno nos acompañe adaptándose a nuestra velocidad cuando necesitamos abandonarnos a circular alrededor de esa fragilidad. No hay clemencia, no hay sensibilidad; no hay tiempo. En la música de Low, y esto es un consuelo inestimable, todo eso abunda. Se extiende ante ti como el agua que se mece ligeramente dentro de un lago, y si te plantas en la orilla y reconoces tu sombra fundida con ese agua, puedes encontrar el bálsamo que te lleve a algo a lo que aferrarte. ¿No es eso música espiritual? El álbum Moon Pix de Cat Power, publicado pocos meses antes que Secret Name (1999), pertenece a la misma clase. Alan Sparhawk (voz, guitarra), criado en el seno de una familia mormona (religión a la que luego se convirtió Mimi Parker, su esposa, batería y vocalista en la banda), se ha molestado varias veces en contradecir la idea preconcebida de que sus creencias religiosas puedan coartar el discurso de la banda, explicando que es obvio que no escriben música que alabe al Señor y que su enfoque se reduce a la realidad de todas las facetas del ser: "Creo que una persona puede abordar/expresar sus miedos más profundos y oscuros de una forma que atraiga luz y redención. Forma parte de decir la verdad". Debutando con un disco titulado proféticamente "Podría vivir en la esperanza", está claro que para el núcleo de Low la fe y la música son indivisibles, sagradas y se retroalimentan, pero si alguien quiere empecinarse en apreciar que los valores cristianos definen su obra de algún modo, no podrá alegar nada puritano, sino dar cuenta de la confesión de muchas noches oscuras del alma.

Cuando el trío -completado entre 1994 y 2005 por Zak Sally al bajo- emitió sus primeras señales acústicas desde Duluth (Minesota), ya existían bandas como Codeine que tenían en la cadencia lenta de las canciones un código estético casi inviolable, pero aun abrazando la oscuridad como esos grupos, la mística que exudaban Low pertenecía a una realidad distinta. Aunque tocar una música aparentemente tan inmóvil empezó como una provocación deliberada en medio del auge comercial del indie rock y el grunge, Sparhawk se rendía a la evidencia del poso que había dejado su educación: "El himnario mormón está concebido a partir de unos cuantos estándares de la Iglesia de Inglaterra, un montón de letras escritas sobre viejas canciones de folk irlandés y escocés y composiciones del siglo XIX firmadas por aficionados americanos. (...) La mayoría de melodías son simples, con frases largas sostenidas y alguna fardada en la armonía que canta la congregación. Las canciones infantiles también son fantásticas. Estoy seguro de que todo esto tuvo una gran influencia sobre mí". Dos álbumes producidos por Kramer (I Could Live In Hope, 1994; y Long Division, 1995) y uno por Steve Fisk (The Curtain Hits the Cast, 1996) forman una especie de trilogía no formalizada en sus inicios, donde se da una armonía perfecta entre los sonidos argentados y los silencios que preñaron esa treintena de canciones. Vernon Yard, subsidiaria de la multinacional Virgin que se ocupó de su catálogo en esa etapa, prescindió de ellos en medio de la gran depresión que sufrieron las bandas de la escena independiente que las grandes compañías habían apoyado en América, oportunistas después de lo que desencadenó el éxito de Nirvana, creyendo que música como la de Low podría mercantilizarse y reportar beneficios. El personal de Kranky, un sello pequeño de Chicago (Illinois), dio un paso al frente en cuanto lo supo. "Habíamos coincidido un par de veces y somos amigos de algunos de sus grupos", explicaba Alan en 1998. "Nos escribieron diciendo que les encantaría [publicar nuestros discos] y contestamos '¡Estupendo!'".

La coyuntura de tener la base de operaciones discográficas en Chicago propició que se reencontrasen con Steve Albini, ilustre ingeniero afincado en la ciudad a quien acudían bandas de rock absortas por sus trabajos con Pixies, PJ Harvey y Nirvana, pero que ya había grabado con igual exquisitez y principios a otros que existían fuera de los parámetros ruidosos como Will Oldham, Smog o The Dirty Three. Albini ya grabó dos piezas de Low que aparecieron en el EP Transmission (1996), una de ellas soberbia y a menudo pasada por alto, 'Bright', de los mejores ejemplos para entender el efecto embelesador de las vocales sostenidas de Mimi Parker (solo dos versos llenos de ellas: "Yo era tan brillante / que blanco veía"), las repeticiones curativas de los arpegios y el suave tránsito del bajo, dirigido desde un kit de batería que a penas contaba con un plato, caja y goliat tocados con escobillas. Low venían de autoproducir el EP Songs for a Dead Pilot (1997), registrado en casa con una grabadora de ocho pistas, donde encontraron la tranquilidad para experimentar con las estructuras y recrudecer los sonidos, probando cosas como poner el micro en el tambor de la lavadora y golpearla con un mazo (oído en 'Be There'). "Estar en Kranky nos hizo sentir que teníamos el mandato de ser progresivos, experimentales y arriesgarnos un poco. (...) El concepto de estar en ese sello era estimulante y fortalecedor, en cierta manera", observaba Sparhawk, revisando su carrera hace un par de años. Steve Albini había inaugurado los estudios Electrical Audio no hacía mucho y el trío estuvo allí la última semana de noviembre de 1998 trabajando en una inspirada colección de canciones, tan iluminadas por las texturas escarpadas de sus experimentos como por su audacia para consolidarlas melódicamente, incorporando arreglos de cuerda (violonchelo, viola y violín tocados por The Triple A Strings), teclado y guitarras acústicas que marcaron la diferencia en la temperatura de Secret Name respecto a sus discos anteriores.


Mi primera aproximación a este álbum, también la primera vez que escuchaba a Low, fue a través de la canción 'Starfire'. Es curioso cómo consigue transportarte y abrigarte simultáneamente; recoger una sensación de aventura y hacerlo como quien se arrodilla en el suelo a jugar con un niño, explicándole que van a construir una estación espacial con lo que encuentren por casa y van a emprender un viaje sideral. En cuanto brotan los "la la la" de los coros y las cuerdas ganan fuerza es como si pudiésemos verla despegar. Cuando descubro la verdadera inspiración de Alan, me quedo en blanco: "Es sobre un amigo nuestro de Duluth que es conductor de ambulancia paramédico, pero que también tiene una emisora de radio pirata. Se llama DJ Starfire". Si eso no es trabajar la materia prima y transformarla con artesanía en dicha y esperanza, no sé qué es. Secret Name empieza con su máxima expresión de austeridad, el esqueleto de un recuerdo picado por el exceso de uso de 'I Remember', floreciendo y replegándose en su propio calor a partir de ahí. En la primera mitad del álbum destaca también 'Weight of Water', que se eleva como un himno a pesar de su tono trágico gracias a los arreglos y a que se resuelva diciendo "Y el peso del agua me ha devuelto a esto / (...) cómo me acobardo ante ese peso / aún así haré de este agua mi hogar". La peculiaridad de la voz de Mimi es que al principio te parece pulcra, pero en realidad con cada nota es como si sostuviera un grano de arena en equilibrio sobre un soplete. Sparhawk toma el relevo a esta canción con 'Missouri' (jugando con la fonética de 'Misery'), un cántico delicado que escribió pensando en la persecución que sufrió el fundador de la iglesia mormona en el siglo XIX.

La docena de canciones tiene su ecuador en la más contundente de todas, 'Don't Understand', decorada con loops resbaladizos alrededor de un martilleo que dibuja a alguien enfadado, haciendo gestos severos para enfatizar las sílabas como si echase en cara su ingratitud a un consentido. Apagado ese fuego, el álbum inicia su mitad menos turbulenta, empezando por la placidez que mira a la prosperidad en 'Soon' ("Pronto se acabará / me reí en voz baja sobre tu hombro", dice antes de que el trío de cuerda interprete el arreglo más conmovedor de todo Secret Name) y aligerando un poco más la carga en la melódica 'Immune' (¿The Byrds? Para Alan, los Beatles de 'She Said She Said'), escrita sobre las bondades de formar parte de Low: "Dime, ¿el tiempo solo pasa así de lento / cuando tienes los ojos cerrados? / ¿soy inmune todavía? / ¿estoy desnudo además?". Mientras las connotaciones bíblicas de 'Lion/Lamb' y la caricia de la sentimental 'Will the Night' trasladan su minimalismo al lenguaje del pop de cámara, 'Days of...' y la concluyente 'Home' lo devuelven a su versión más desafiante, la que está sembrada de silencios fecundos. La última te envuelve en escalofríos: ¿de qué nos informan las sacudidas rítmicas del bajo enmudecido, el goteo de tres notas cristalinas y una voz aguda como para romperse que canta sobre anhelar un hogar? Probablemente de que los cimientos que sujetan nuestros cuerpos son endebles, y que la soledad está a cargo de las inspecciones y los informes sobre su estado. "Y la luz te quema la piel / en un idioma que no puedes entender", canta Sparhawk a la altura del tercer tema, 'Two-Step'. Aún me pregunto cuál será el "nombre secreto" al que alude el título, pero este disco me ha resuelto muchos interrogantes.

Para escuchar en Spotify:

Comentarios

antonio mc ha dicho que…
"Secret Name" es de mis discos favoritos de Low porque tiene dos de las canciones más increíbles que les haya escuchado, precisamente con la que abres el artículo (Starfire) y con la que lo terminas (two-step).
Otro texto fantástico, como siempre.
Estanis Solsona ha dicho que…
Gracias de nuevo Antonio. Hacía mucho que no escuchaba entero "Secret Name" y estos días me ha hecho una compañía afectiva increíble.