Imperdible: Sibyl Vane - "Turismo de Interior" (2006)
A lo largo de los años he visto algunos conciertos malos, otros que me han dejado frío y otros que he olvidado por completo, solo desenterrados de la memoria cuando me sorprenden fotografías que yo mismo hice perdidas en carpetas que sobrevivieron a varios ordenadores (¿Blenda abriendo para The B-52's en el Poble Espanyol? ¿Esto qué es y cómo ocurrió?). Ninguno de ellos atraviesa los recuerdos cual potente luz blanca como ese concierto que te enfadó, que te enfadó mucho. El mío fue de Sibyl Vane, el 27 de octubre de 2006 en La [2] de Apolo (Barcelona). Si un grupo no te importa, o antes de verlo sobre el escenario ya sabes que no te gusta, es más fácil sobrellevar cosas cuestionables de la actuación amparándote en la insensibilidad que te da el desapego, intentando divertirte con los pensamientos frívolos que te asaltan la mente mientras suena la música; pero si el combo te gusta tanto como me gustaba a mí este trío barcelonés, la frustración ante una vagancia como la que presencié por su parte aquella noche puede llegar a ser incendiaria. En la presentación oficial de su segundo álbum Turismo de Interior (2006) no es que tocasen mal, es que había un problema de actitud -entre apática, arisca e incómoda- que enrareció el concierto; nada que se pudiera excusar con un remilgo del tipo adorable punto amateur. Nadie esperaba la corrección protocolaria de un concierto de rock, pero dejar una copia del CD en el suelo como setlist con cero ironía, ejecutarlo con malagana, ignorar todas las veces que desde el público les avisaron de que sus voces no existían (el sonido en La [2] fue atronador e insoportable como nunca lo he vuelto a oír en esa sala) y, en general, transmitir ese desinterés petulante a quienes habíamos pagado una entrada para verlas fue una decepción de las que no se olvidan. El personaje de El Retrato de Dorian Gray de quien tomaron el nombre era una actriz que saboteaba su papel de Julieta sobre un escenario cuando se enamoraba de verdad por primera vez, entendiendo de repente el teatro como un fraude donde todo era una imitación insuficiente. ¿Qué secuestraría la vocación a Sibyl Vane, el grupo, en aquella velada de 2006 sobre las tablas? ¿Probablemente no fuese más que una mala noche?
La música de Padi Fuster (guitarra, voz), Luciana Della Villa (bajo, voz) y Rocío Campaña (batería, voz) me dio un doble revés el verano de 2005, cuando escuché 'Pomme de Terre' en el CD que acompañaba al Rockdelux de junio y, casi a la vez, vi el videoclip de 'Invisible Sin Desaparecer del Todo' en una cadena de televisión local leridana donde lo mismo pirateaban MTV España que rellenaban su pésima sintonización con cosas que recibían como esa. Para cuando busqué su primer disco ya lo había reeditado BCore como Mermelada de Tomate + 3 (2005; el sello Cydonia se encargó el año anterior), añadiendo tres canciones del entonces flamante EP Consumir Preferiblemente. Tenía 21 años, un trabajo tedioso para el verano como promotor de una tarjeta de crédito vinculada al consumo de combustible -estaba de gira circense (en cada parada, unos días) por varias gasolineras de las comarcas de mi zona- y había encontrado medio arrugada en una papelera la lista de gente con quien se había enrollado mi pareja durante el noviazgo que aún nos duraba (en realidad, era un autorrepaso cronológico a su trayectoria sexual y yo estaba como a unos 15 nombres del último de la fila), así que sudando toda esa ansiedad post-adolescente y fichando en una estación de servicio donde la dependienta me ponía el último disco de Melendi dos veces seguidas, cantar al volante las canciones de Sibyl Vane me sirvió para encubrir el drama como insolencia un rato cada día. Tanto que se insistía en compararlas con Sleater-Kinney por una mera cuestión de forma geométrica y género, el punk-pop de Mermelada de Tomate irradia muy particularmente la sencillez de lo común, a veces con el mejor sentido del humor ("Sí, me como mi cruasán / analizando el simbolismo / escucho la radio, fumo, olvido", dice en francés 'Pomme de Terre', mientras la canción parece un asalto guerrillero) y otras acertando con frases que abrevian los grandes chascos ("Veo cómo van ardiendo los puentes / que me unían a las personas que quería / y mis lágrimas no son suficientes / para apagarlos") y el ardor incontenible, confuso que se siente en la edad más cercana a la del pavo ("¡Las palabras se acumulan en mi garganta! / Mis palabras solo parecen cortarse").
"Nos juntamos para encontrar una alternativa a las tardes estivales de siesta y telenovelas", decían sobre su formación en 2003, y pronto empezaron a componer canciones concisas y vivarachas que lo mismo podían tratar sobre la pachorra que servir para reprochar un mal polvo; si hacían de una candidiasis una canción de guardería, la siguiente era un tortazo de rechazo a verse envueltas en una relación sentimental con ataduras inasumibles. Escondida al final de la primera edición de Mermelada de Tomate porque no sabían dónde meterla, la canción 'Acústica' ("Cuando nos besamos desnudos / imagino un vinilo entre nuestros cuerpos / en el que se graba el sentido de lo que hacemos / se graban las caricias, los gemidos, las respiraciones / pero sobre todo aquel sonido apagado de nuestros cuerpos (...) Cuando no estuviera contigo, me pondría un disco") capturaba un momento íntimo de forma tan explícita y poco cursi que servía de aviso sobre una faceta -más reflexiva pero con el mismo sabor a juventud- que podía ganar terreno en el futuro. Consumir Preferiblemente, aun conservando el tono lúdico, ya sonaba menos ingenuo que el primer álbum, que produjo Lluis Cots cuando el grupo a penas tenía experiencia como tal. El endurecimiento de las texturas en el EP advertía de sus intenciones de cara a Turismo de Interior, que grabó Santi García en los estudios Ultramarinos de Sant Feliu de Guixols en mayo de 2006: "Mermelada de Tomate fue una cosa inesperada... llevábamos cuatro meses tocando cuando nos propusieron grabar el disco, fue rápido, sin pensar, sin tener las cosas claras", comentaban en 2006. "Éste es todo lo contrario, las canciones las hemos trabajado más, sabíamos exactamente con quién, dónde y cómo queríamos grabar el disco, y sobre todo y más importante cómo queríamos que sonara". Sergio Pérez (Thelemáticos, Svper), Joan Colomo y el propio García aportaron colaboraciones puntuales pero la mayoría del disco se registró en directo consiguiendo para el combo un sonido arrollador.
Escuchando la misma 'Turismo de Interior' después de bastante tiempo ("Cuando explotar se convierte en la única solución para una situación incomprensible / Harta del calor que da el turismo de interior / mi humor se convierte en una tormenta estival / oscurece, carga y desaparece"), notando como si el nerviosismo de la letra, la maraña de guitarra afilada y el ritmo anguloso me devolviese el aire removido a la cara como un ventilador, se me ocurre algo: este disco es un heredero emocional de Bakesale (1994) de Sebadoh, trabajo de referencia para ese indie rock nutrido a base de articular inseguridades y resquemor con el corazón abierto, el ingenio en la plumilla y el amplificador hecho ascuas. Solo 'Madre Soltera' y 'Te Voy a Matar' disimulan sujetos que tampoco son una broma con una estimulante sorna garagera, pero a grandes rasgos estamos ante una compilación de reflexiones dolientes disparadas con la certeza de estar madurando por ensayo/error: a bailar la falta de sinceridad si esta escuece ("Premiado por tus piruetas adúlteras / sodomizado por las de tu acompañante", 'Mientras Dura'; "Poner la otra mejilla no significa perdonar / poner la otra mejilla no es decirte la verdad", 'La Primera Piedra'), agarrados y lento aunque nos miremos suspicaces (dúo de Padi y Colomo en 'Perdiendo el Tiempo') y pisando fuerte si es mirando a la prosperidad (una huida egoista pero vital en 'Bahamas', con la determinación imprimida en el rasgado de la acústica). En 'Fracciones y Fricciones', alternando esas notas melancólicas de guitarra con la potencia sistemática, suenan como un híbrido entre Superchunk y The Replacements. Constituye la cumbre lírica de Turismo de Interior junto a la sensible 'Enésima Oportunidad', abordando ambas la dificultad de acabar con relaciones perjudiciales con un corte limpio.
Quizás hubiera ya un porcentaje de distracción en sus cabezas la noche de ese concierto que tan bien recuerdo. Poco a poco, cada una fue emprendiendo sus propios proyectos -Padi como Centella, Luciana en Svper, Rocío en La Otra Gloria, y las dos en la última encarnación de Thelemáticos- y Sibyl Vane se despidieron en 2007 compartiendo un EP con la banda Mondo Ray donde empujaron unas canciones brevísimas a la orilla de un minimalismo fragmentado y todavía fresco. "Mira hacia otro lugar", dice el único verso de la canción que lo cierra, 'Marinera'.
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