Tarde o temprano: Najwa - "Viene de Largo" (2020)

Llego del trabajo a casa y, nada más acabar de comer, cojo el ordenador, entro en Youtube y en el cuadro de búsqueda escribo "najwa no tengo miedo a llorar". Llevo tres días enganchado a esta canción y se la quiero mandar a una amiga para ver si le hace la misma gracia que a mí. El disco al que pertenece ya lleva dos primaveras en la calle pero hasta que hemos estrenado la tercera, la de 2022, no me lo he puesto entero, en plan lúdico, un día que andaba huérfano de banda sonora. Me ha acabado seduciendo sibilinamente y sin mucho esfuerzo. Copio el enlace de Youtube y antes de mandarlo hago scroll hasta los comentarios que hay debajo del vídeo; en el primero (aupado hasta esa posición por unos 700 likes) leo (sic tras sic): "Tengo 16 y me enamore de una señora de 48 años jsjsjs". Y ahí recibo el golpe de realidad. No, no me coge desprevenido que Najwa Nimri haya logrado un crossover generacional del que pueden presumir menos artistas de las que creemos; esa frase me hace dar cuenta de que ha tenido que ser la voz familiar de Najwa la que me acercara a mí a los gustos de la chavalada. Desde mediados de la década pasada, he sido básicamente un inútil para conectar con los sonidos quebrados que han venido salpicando la música urbana contemporánea en España; no me encuentro en Rosalia, Yung Beef, Bad Gyal o C. Tangana, ni conozco al montón de imitadores que les pisan los talones. Me estaba rindiendo ante la idea de que ya había firmado para disfrutar de una vejez prematura y acomodarme escuchando la música con la que había crecido, pero resulta que no me estaba enterando de la misa la mitad. Un año después de descubrirlo, no me cabe duda de que absorber la sobriedad de Viene de Largo (2020) y aclimatarme a sus códigos ha sido lo que me ha abierto la puerta a artistas de la generación Z como irenegarry, interrogación amor, Jimena Amarillo o lusillon, cuyas canciones de corte minimalista me han ganado en los últimos meses y han puesto al día mi discoteca.

Hay una característica que coincide en los mejores discos de Najwa: la economía de ahorro en el plano sonoro. Fiarlo todo al menos es más. Cuando ha limitado la paleta de color -cuerdas y ritmos rugosos en Carefully (2001); guitarra acústica y electrónica suave en Walkabout (2006); sintetizadores blancos, verdes y azules en la que quizás sea su obra maestra, Donde Rugen los Volcanes (2012)- ha conseguido elaborar un discurso sólido que en trabajos dispersos como Mayday (2003) o Rat Race (2014) no luce igual. La lente del minimalismo saca de ella una expresividad más rica, aventurada. Aun así, todavía no había dejado un disco tan en los huesos como Viene de Largo; y lo digo así porque fue literalmente un proceso de despojo, como si hubiese empezado mareando cada canción a vueltas como a la gallina ciega y, en un impulso, las hubiera empujado a un mar de pirañas. El criminal arrebato tuvo lugar cuando la austeridad de la única colaboración que pudo grabar con El Guincho ('Lento') le inspiró la dirección que debía tomar finalmente el proyecto. "Es el resultado de un montón de años, pero te aseguro que esos mismos tracks han sido dos veces más largos, han estado en formato para baile y en todo tipo de estilos", contaba a Pablo Luna Chao en 2020. "Al principio tenía como siete páginas escritas por cada canción y las empecé a hacer en techno, haciendo spoken word por encima. (...) y después de la punta de lanza que fue ‘Lento’, adapté las canciones: quité mucha letra, las hice más canción y un poco más rítmicas dentro de un ambiente un poquito más comestible". Por el revuelo que armó su trabajo para Rosalía, El Guincho empezó a estar solicitadísimo como para que Najwa pudiese volver a contar con sus servicios, así que hizo caso a la sugerencia de colaborar con Josh Tampico, un ingeniero de sonido curtido en discos de nombres grandes de nuestro mainstream con quien se avino pronto para deconstruir de manera definitiva todo el material que tenía.

Najwa Nimri por Virgili Jubero en 2019.

Viene de Largo es su parcela de suelo en la extensa aldea de la música urbana ("Llevo haciendo música urbana un buen rato… Si es la etiqueta que se usa ahora, perfecto, pero yo siempre he sido urbana", discutía en Shangay), gobernada desde un edificio negro y escarlata que tiene sus cimientos en el sentido del humor, su ingenio para el vacile, el hiphop, la electrónica que dibuja huecos en lugar de efectos especiales y el downtempo con un regusto latino. "Decidí entrar en lo latino, en todo ese idioma nuevo, sin tener que menear el culo necesariamente", comentaba a Jordi Bianciotto. "Descubrí el ‘tumbao’, desde los pianos de El Guincho, un lugar donde se te permite tener 48 años y explorar lo latino desde un lugar más elegante, y vi que ahí había un camino". Este lugar de conexión con artistas veinteañeros, y en general la actitud pendenciera con la que Najwa se desenvuelve a lo largo del disco, se asociaron rápidamente con el personaje de televisión que le estaba dando todas las alegrías profesionales cuando gestó las canciones, la villana que interpretó en la serie carcelaria Vis a Vis durante cuatro temporadas, Zulema Zahir; pero quien haya seguido a Nimri desde los primeros años de su carrera reconocerá en realidad su propia esencia, unos rasgos de carácter que el tiempo solo le ha enseñado a articular con más y más confianza. Revisando su primera vez en el programa Versión Española en 1998, acompañada de Daniel Calparsoro y el director de fotografía Kiko de la Rica, uno ve a una persona insegura y tensa, pero su inconformismo de base ya se adivina. En veinte años se ha curado todas las contracturas, simplemente.

Así que 'Lento' nos introduce en un universo sensual, armado con raspas y cabellos enredados en los dedos de una mano, donde la repetición de unos acordes de piano sugiere la dilatación del clímax sexual. '¿Hay Alguien Ahí?' recoge esa misma intención intimista, de nuevo con el piano como mínimo acompañamiento entre percusiones que mutan en un ritmo escuálido, herido de arma blanca. 'Viene de Largo', la canción, quizás sea el mejor ejemplo de este sonido que se apoya en los espacios vacíos, utilizando como base la melodía deformada de un son cubano, un ritmo reducido a la mínima expresión y un par de samples como adorno. Najwa sigue escribiendo desde la perspectiva de la outsider, con el punto de vista maniqueísta de la humanidad que siempre la ha inspirado (y que la lleva a adaptar la letra de un tema antiguo, 'Pájaros de Mal Agüero', en una pieza endurecida pero no tan emocionante como aquella, 'Todos Respirando'), observaciones en tono callejero que funcionan a la perfección cuando las bases rítmicas suben enteros de potencia y clonan el repudio que escupe en 'Tasqtesales' ("Un reflejo, un post en Insta, el viejo mundo en postales / Vidas que no vivo, paraísos fiscales") o 'Más Arriba' (ironizando sobre la xenofobia: "Y llegaron los tullidos / A robar tus ilusiones / A quitarte los balones / Disfrazados de matones"). Este es su trabajo más hiphopero, y canciones como la mencionada 'Más Arriba' o la vengativa 'Güija' ("Soy una bruja / Juego a la oüija / Gano la puja / Me llevo a tu hija"se vuelcan en ese estilo mezclándolo con influencias arabescas que las hacen de lo más excitante del lote, espacio destacado donde también meto a 'Madrid Vacío' (un tema de pop dirigido por las contradicciones de un crush en una noche de calor, bailando al ritmo entrecortado del coqueteo y el ninguneo) y a 'No Tengo Miedo a Llorar', la pieza que me informó de que existía este disco; un ramalazo salsero que insufla aire al final del álbum con otra letra armada de desparpajo ("Te cortaste el pelo / Te creció el bigote / Ya no vas en moto / Ahora tienes coche") y unos arreglos de viento que te hacen levantar los brazos y menear las caderas. 

Donde Rugen los Volcanes me sigue pareciendo su obra esencial; un manifiesto personal inspiradísimo que no tenía semejantes musicales cuando se publicó en 2012, y su primera vez encontrando en el castellano un equilibrio maravilloso entre su forma de hablar y la retórica. Ese disco encierra para mí lo que para otros encierra un libro de cabecera, algo filosófico. Pero Viene de Largo, aunque fue más permeable a los sonidos que Najwa escuchaba a sus vecinos en la aldea de la música urbana, me atrapó con su frescura.


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