Escenarios: Zola Jesus - El Molino (Barcelona), 18 de mayo de 2025

Zola Jesus fotografiada por Christian García en El Molino (Barcelona).

Fue todo un ejercicio estar en un ángulo de El Molino donde el piano de cola me impedía ver de Nika Danilova (la persona que responde al nombre Zola Jesus) más que una mano, si la posaba sobre la falda; la raya que divide su melena, si se inclinaba hacia atrás para entonar; y su zapato de plataforma derecho, si asomaba entre el ropaje del atuendo al presionar el pedal de resonancia para rematar un tema. Cuando al final del concierto se levantó de la banqueta para saludar y pude ver su rostro sonriente, fue como si en realidad saliese del foso de un auditorio después de musicar una película muda; la revelación de la artífice de la magia. Así que mientras Danilova desgranaba el repertorio me centraba en observar el reflejo en el interior de la tapa del piano; los pequeños martillos levantándose y golpeando las cuerdas mientras permeaba en mí una voz de la que hoy puedo decir que está cargada de impresiones fuertes, pero que la primera vez que la vi actuar -sin saber todavía quién era- interpreté con un tono de desespero que me provocó rechazo. En aquella ocasión era puro nervio, dando vueltas sobre el escenario de la sala Apolo como un animal enjaulado. Era noviembre de 2010 y todavía quedaban cerca sus experimentos en el campo del terrorismo sonoro por la vía electrónica más turbia y lo-fi, una oscuridad afín a la cold wave que a penas había empezado a aclarar en los aclamados EP's Stridulum y Valusia, ambos de ese mismo año. En sus discos subsecuentes aún abriría más el plano enriqueciendo con instrumentos orgánicos y caricias neoclásicas su particular enfoque del pop, pero en su esencia siempre está esa necesidad de búsqueda en las emociones más profundas del ser humano. 

Zola Jesus ya lleva unos años actuando esporádicamente con el único acompañamiento del piano, y esa es otra señal de la hondura que ha ido troquelando en sus canciones a base de reinterpretarlas. Despojadas de los arreglos de las versiones grabadas, algunas destapan progresiones de acordes sencillas y entonces el peso recae en los contrastes vocales; ahí donde empieza con unos versos deshechos en vulnerabilidad, luego despliega una potencia vocal inspirada en el soul que te hace pensar que podría vencer técnicamente a cualquier diva superventas, pero por suerte Nika Danilova tiene algo que la conecta a la tierra al estilo de una Lisa Gerrard, esa suerte de consternación genuina por el dolor de la humanidad que se traduce en un don para articularlo con un punto indómito, en las antípodas de lo que haría cualquiera de esas superventas. Introducción, nudo y desenlace fueron los momentos más magnéticos y sorprendentes de la velada: una canción tradicional armenia para abrir (desoladora 'Krunk', en una voz blanca envolvente), otra ucraniana melódicamente fantasmagórica para cerrar (sus abuelos emigraron a los Estados Unidos desde Ucrania y el lazo espeso de sangre era tangible) y justo a la mitad del repertorio una versión escalofriante de una pieza barroca de Henry Purcell ('Dido's Lament', de finales del s.XVII) que nos cortó la respiración. La fuerza del bagaje familiar que la liga a la Europa del Este y la denuncia implícita de tanto sufrimiento inútil a nuestro alrededor, el día después del  certamen de Eurovisión con todo lo que representa en este contexto, nos situaron en un universo paralelo que sacudió nuestra conciencia. Fueron los puntales más arrojados de un repertorio en el que sobresalieron interpretaciones apasionadas de ‘Into the Wild’, ‘Witness’, 'Wiseblood', ‘Night’ o ‘Desire’. La reverberación en su voz, cuyo eco venía en ocasiones con la arenilla de la distorsión digital como si fuesen psicofonías de su pasado más ruidoso, sonó cristalina como en una catedral. Antes de versionar ‘In Heaven (Lady in the Radiator Song)’, compuesta por David Lynch para su Cabeza Borradora, le citó como inspiración y recordó que el arte es sagrado; que nada es más valioso que el ser humano creando algo que ni él mismo entiende. “Todos tenemos el potencial para hacerlo”, dijo. 

Setlist:
Krunk / Soak / Sea Talk / Lick the Palm of the Burning Handshake / Into the Wild / Dido's Lament / Wiseblood / Siphon / Witness / Skin / Night / Desire / In Heaven (Lady in the Radiator Song) / Plyve Kacha

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