Imperdible: Sebadoh - "Bakesale" (1994)

La percepción del tiempo, conforme creces, se hace más y más extraña. Su paso no solo se vuelve progresivamente más veloz –algo además irreversible- sino que, a causa de eso mismo, lo vivido parece simultáneamente cercano y a años luz. Hoy me acordaba de cuando me compré este disco de Sebadoh. Era 1999. Que entonces tuviera quince años no hace más que acentuar el hecho de que me parezcan los dibujos de humo de la vida de otra persona. Veo a ese chaval retraído hasta lo doloroso, que se resignaba a que la peluquera del pueblo le cortara el pelo a máquina aunque lo odiaba, que se afeitaba con agua fría porque nadie le había dicho cómo hacerlo y se iba con la cara cortada al instituto cada cuatro días, demasiado asustado como para hablar (eso no ha cambiado demasiado según se mire). Recuerdo mirar fotos de sexo y no tenerlo, y comprar discos antiguos cuando solo había podido escuchar una canción en un videoclip dentro de Sputnik o en un CD sampler que venía de regalo con un disco que me compraba. Encontré Bakesale (1994) en una tienda de Lleida que hace mucho que no existe. Fue todo un acontecimiento cuando la abrieron en diciembre de 1994; tenía dos plantas y había discos piratas de conciertos y cosas así. Cuando empezaron mis inquietudes musicales me llevé varias sorpresas encontrando CD's que incluso estaban descatalogados, perdidos en desorden alfabético por las estanterías, agonizando desde sus fechas de publicación ya que el comprador potencial de Born 12 no distaba mucho del de un hipermercado y no buscaba esas rarezas. Este de Sebadoh estaba en una vitrina cerrada con llave (no sabían qué hacer con los digipacks) y tuve que pedirlo expresamente, algo que me horrorizaba y que rompía esa pudorosa intimidad con la que me iba yo a comprar discos (bastante era ya pagar al dependiente). 

En su día no fue un álbum que me golpease hasta el punto de escucharlo de manera compulsiva, pero la estima que le tengo hoy, habiendo recurrido a él periódicamente a lo largo de los años, demuestra que alteró lo suficiente mi sensibilidad, probablemente al reconocer en Lou Barlow (voz, guitarra) a un autor que se presentaba en las canciones como humilde y pequeño en un momento en el que me sentía insignificante: en su manera de narrar las cosas se adivinaba que parecía igual de confundido y torpe en sus relaciones que un quinceañero, cobarde para decir en voz alta lo que pasaba por su cabeza pero deslenguado al volcarlo en estas composiciones; o lo que es lo mismo, seguro en su propio mundo. "Algunas de mis canciones son positivas y tal, pero otras tratan sobre mirar al suelo y obsesionarse con cosas estúpidas, y en cierta manera es adolescente", decía Lou en 1997. El nerviosismo interior, la irritación contenida pero a punto de rebasar el borde de lo tolerable se respira desde la urgencia del primer tema, ‘License to Confuse’, muestra del sonido incisivo y con pulpa que el trío (con puntuales colaboraciones) consiguió para este álbum. Desde que Barlow dejase de formar parte de Dinosaur Jr., Sebadoh había sido una de las bandas para las cuales se acuñó la etiqueta “lo-fi”; sus grabaciones al principio eran ejercicios sin complejos grabados en casete con todas sus impurezas, y más adelante, aun cuando entraban en el estudio, seguían conservando ese desorden maquetero. Del nefasto final de su relación con el jefe de su anterior grupo, J Mascis, también se desarrolló la filosofía más abierta de Sebadoh: espontaneidad, reparto en la participación para componer, intercambio de instrumentos... "Me imaginaba destrozando [a J Mascis] con mi bajo en Saturday Night Live. Matarle en la televisión nacional y luego matarme yo... Me enteré a través de las noticias de MTV de que me había despedido antes de que tuviera la oportunidad".

Bakesale era el primer álbum de Sebadoh donde el conjunto del repertorio estaba bien atado y niquelado. El grueso del material lo grabaron con Tim O’Heir en los estudios Fort Apache de Boston (unos pocos temas fueron registrados en Chicago con Bob Weston) y conservaron lo agreste aun sonando más brillantes que nunca. Las composiciones de Barlow y el bajista Jason Loewenstein (por mucho que la tendencia más melódica/sentimental se diese más en el primero y la agresiva en el segundo) encajaron y dieron lugar a una secuenciación armoniosa, medida y sin paja, algo que no puede decirse de sus otros álbumes. "Yo pensaba que estaba más simplificado. Si lo comparas con Bubble & Scrape (1993), Bakesale es como un disco de pop punk bien educado. (...)[Antes] no queríamos ponernos al servicio de la tecnología y sacrificar la integridad de la grabación y del mensaje", comentaba en 1997. "Ahora, meternos en el estudio es algo que podemos permitirnos y tengo cierto interés en entrar, gastar el dinero, y ver si puedo hacer que esa grabación sea tan emotiva como la de un cuatro pistas". Por parte de Lou encontramos algunas piezas introspectivas y minimalistas que en el pasado tendrían la raíz en su destartalada guitarra acústica, pero que aquí ven aumentado su impacto emocional con punteos saturados, como en la carta abierta de ‘Not a Friend’. Pero sus dubitaciones amorosas, esa pelota de aire que llena sus mejillas cuando las preguntas y el embrollo de sentimientos le nublan el raciocinio, vienen envueltas en melodías pegadizas que cabalgan en paisajes de una aspereza ajustada (‘Rebound’, ‘Magnet’s Coil’: "Nadie quiere un espejo para sus miedos / supongo que eso es todo lo que eres para mí"), rauda, a veces preciosa (‘Skull’: “Y no sé quién eres / pero sé qué me gustaría que fueras”) y otras todavía cercana a la garrulería de tiempos pasados (‘Give Up’). Si en  Bubble & Scrape fue la difícil relación con su novia Kathleen lo que alimentó su angustia (gracias a las canciones de ese disco volvió a ganársela, formalizando la relación con nupcias en abril de 1995) aquí sus preocupaciones parecen tener más que ver con su entorno en general y con el rechazo que le produce compadecerse aunque no sepa evitarlo. La descripción de sus noches en 'Dreams' nos habla de todo excepto de descanso y paz: "En mis sueños reacciono como mi verdadero yo / y aprendo de humildad / retorcidos planos morales"

Las canciones de Loewenstein, en cambio, son de una seriedad menos flexible y se basan en riffs robustos, bordeando en algún punto el hardcore (las secciones más recias de 'S. Soup',  'Got It' y 'Drama Mine'). Ya a la altura del segundo tema, el más joven de los tres músicos (tenía 22 años) entrega una de sus composiciones más completas y emocionantes, 'Careful', afín a los sentimientos de Lou: "Esconderme todo el tiempo me destruye / nunca sé qué es lo correcto / solo necesito sentir un equilibrio". Se empareja con Tara Jane O’neil a la batería en tres temas, a destacar la espiral y el crescendo de intensidad de ‘Not Too Amused’, un tema austero que conduce al equívoco con su paso relajado, porque Jason lo remata con la crudeza de la frustración. Hacia el final queda espacio para una composición del batería Bob Fay y Anne Slinn, ‘Temptation Tide’, donde ambos comparten micrófono y la voz femenina aporta al disco un respiro y un aire de ligereza. Eso sí, bromas las justas; es Lou Barlow el que se guarda el crédito de la pieza concluyente ‘Together or Alone’, la letra más sentida del lote: “Esta confusión me agota / pero sonreiré cuando esté contigo / porque hay tanto que podemos hacer / juntos o solos / a mí no me da miedo estar solo”. Hermosa confusión existencial.


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