Escenarios: Joanna Newsom + Beach House - Poble Espanyol (Barcelona), 28 de julio de 2011

Creía que los viajes interplanetarios se utilizaban como símiles para describir un estado de absentismo mental propiciado por la falta de atención, por desatender lo que se tiene delante (por arduo, por poco interesante) y optar por perderse en pensamientos idílicos que hagan pasajero lo que parece un rato interminable. La expresión "ascender a la luna", "estar en la luna", debería tener una nueva acepción equivalente a, me atrevo a decir, la felicidad y el éxtasis más puros después de dar cobijo a un doble cartel como el que bordaron el pasado jueves en Poble Espanyol dos nombres primordiales de la música de nuestros días, de sensibilidades en el fondo muy parecidas; un doble cartel cobijado bajo el nombre de Fly Me To The Moon.

Iba a ser una noche de sutilezas, algo que al aire libre y en un recinto de aforo considerablemente grande presagiaba molestias que, al menos entre las primeras diez filas, no llegaron a materializarse. Acertadamente, puntual cuando aún quedaban unos minutos para que el cielo oscureciera de manera absoluta, abrió la velada Joanna Newsom, de nuevo en la ciudad condal tras su actuación en el Palau de la Música hace solo seis meses. En esta ocasión la acompañó un trío de músicos entre los que no faltaron un excelso Neal Morgan (percusión, voz) y el multi-instrumentista Ryan Francsconi, nombres que también tienen un notable crédito en sus grabaciones. Verla actuar aquí, en un marco opuesto al de un auditorio modernista, para un público que no era exclusivamente suyo, podía resultar enervante: en muchos momentos, cuando uno veía que iba a enfilar una de esas historias que rebasan los seis minutos de duración, no podía evitar sentir algo de tensión ante la idea de la exasperación de la audiencia no familiarizada o particularmente disgustada por su música. Y en cambio, a Joanna se la percibía mucho más relajada y despreocupada que en el romántico y severo silencio de la puerta cerrada. Hubo murmullos y conversaciones hacia el fondo, pero aún así la autora no lo puso fácil. Jugó a un travieso alterne entre proximidad y sublimidad en el que las piezas al piano del más reciente Have One On Me se destaparon como las más accesibles (el sube y baja de 'Easy', los giros que empujan al jolgorio de 'Soft as Chalk' y especialmente 'Good Intentions Paving Co.'), no así la canción titular del mismo, segunda interpretación de la noche llegando a los diez minutos con todas las agallas. Tuvo el detalle de desgranar tres temas que no sonaron en enero: con 'Cosmia' hizo saltar lágrimas, 'Monkey & Bear' fue otro de los momentos más arriesgados del repertorio y la añeja 'Peach, Plum, Pear' en un nuevo arreglo supuso el mejor de los finales a su intervención.

Como comentó un par de veces sobre el escenario, Joanna estaba especialmente entusiasmada de poder compartir cartel con Beach House y poder verles acto seguido. El dúo de Baltimore está echando el cierre a lo que ya es más de un año de trabajo duro y de alegrías desde que publicaron su tercer y aclamado disco Teen Dream. Su visita más reciente había tenido lugar en la edición de 2010 del festival Primavera Sound, y estos catorce meses nos los han devuelto agigantados a todos los niveles y en el mejor de los sentidos: han sublimado de tal manera su esencia en directo -lo mismo que ha ocurrido con sus grabaciones de estudio, cada vez más brillantes- que su impacto emocional es sobrecogedor. Valga por el fondo y por las formas: los juegos de luces podían dejarte sin aliento; pienso por ejemplo en cuando pudimos ver por primera vez el rostro de Victoria Legrand bajo luz blanca antes de la coda de 'Norway', y es que la mayor parte del concierto transcurre entre la sugestión de la penumbra en azul eléctrico. Leo en algún sitio de internet: "el batería que llevan Beach House en directo tiene uno de los mejores trabajos posibles ahora mismo", y es cierto; no puedo imaginarme lo que debe ser estar en escena cada noche compartiendo esa experiencia con Legrand y Alex Scally

Parece mentira que bajo las puntas de los dedos de Victoria no haya más que un teclado que emite además sonidos tan gélidos y de fragilidad casi virtual, pero si algo hace única la naturaleza de su interpretación es que no le da una salida obvia ni histriónica a su apasionamiento. El último disco tuvo absoluto protagonismo en el repertorio, que solo acudió a Devotion en dos ocasiones ('Gila' y 'Heart of Chambers'; dice mucho de su cancionero el poder dejar fuera pilares como 'Wedding Bell' y 'You Came to Me') y que a cambio de ignorar su disco homónimo de 2006 introdujo un par de canciones nuevas, una de sonido pelín más apocalíptico que tampoco puede hacernos divagar en exceso sobre lo que está por venir. Si algo queda para el recuerdo en letras gigantescas es el bis: nos arroparon primero con una preciosa 'Real Love' que podía dejarte por los suelos de pillarte con la guardia bajada (la entrega y la reverberación de la voz de Legrand en este tema aún hoy envuelven la ciudad), y la elevación se hizo literal al clausurar con '10 Mile STereo', una verdadera aventura extrasensorial, superior, embalada en blanco nuclear. Una noche preciosa.

setlists

joanna newsom:
bridges and balloons / have one on me / easy / cosmia / soft as chalk / monkey & bear / good intentions paving co. / peach, plum, pear

beach house:
gila / better times / walk in the park / silver soul / norway / myth / used to be / zebra / wild / heart of chambers / take care // real love / 10 mile stereo

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