Minutos: My Bloody Valentine - 10 canciones que no están en "Loveless"
Y llegó el año 2000, y empezaron las revisiones de lo mejor de la década pasada. En los diez primeros puestos de las listas de discos destacados de los naños 90 se repetían nombres en las publicaciones especializadas: Massive Attack, PJ Harvey, Nirvana, Beck, Björk, Tricky. My Bloody Valentine: Loveless (1991). Estaba en casi todas las listas entre los tres primeros. Fui a la biblioteca y cogí ese CD con la portada de color fucsia flamante y otro que también se había llevado lo suyo en los repasos, Bandwagonesque de Teenage Fanclub, publicado también en 1991. Esa vez y otra cuando me llevé A Kiss in a Dreamhouse de Siouxsie and the Banshees fueron las únicas que cogí prestados discos de la biblioteca, por algún motivo. No entendí Loveless ni todos los halagos que llevaba recibiendo durante casi diez años, ahora ya veinte. Su retorcido tobogán de magma y luz, sus fotogramas de imágenes encendidas y disueltas en aguarrás me descolocaron; no conecté con su abstracción. Kevin Shields (voz, guitarras, sampler) prácticamente enloqueció durante su creación y lo mismo le ocurrió al intentar darle una continuación, un disco que aún no se ha materializado y sobre el que se lleva especulando todos estos años sin que él pueda verle una salida. Una obsesión que le engulle y le vampiriza, que detiene el tiempo y por la que se autodestruye. A Shields, con la creación le pasa un poco lo que nos explicaba Arrebato de Iván Zulueta.
Nunca escuché otro disco de Teenage Fanclub, pero algo retuvo mi interés por My Bloody Valentine -sumemos a Bilinda Butcher (guitarra, voz), Debbie Googe (bajo) y Colm O'Ciosoig (batería)-, aunque permaneció adormecido durante años. Fue precisamente cuando me adentré en su obra entre 1988 y 1991 (un disco largo y una ristra de EP's impecables) que llegué a ver un poco más clara la belleza de Loveless (aún así, sigue sin ser mi favorito del grupo irlandés). Su trabajo cimentó el rock alternativo de la década de los 90 tanto como el de Sonic Youth, afirmación que avalan cientos de bandas discípulas o directamente de fotocopia. Si se investiga en el material que publicaron antes de 1988 uno se da cuenta de que parecieron bandas distintas a la que mejor conocemos un par de veces -la psicodelia cavernosa del principio y el jangle pop de después- pero a partir de entonces ya hay claros precedentes del estilo turbulento que consolidaron y con el que fascinaron (esa humedad, esa fiebre). La diferencia yace en que el desenfoque onírico no come tanto terreno al nervio y a lo tangible. Aquí, pues, diez canciones destacadas que no están en el laureado Loveless.
Para escuchar en Youtube:
'Don't Ask Why' (Glider, 1990)
Ni una guitarra acústica puede sonar de manera obvia en sus manos. Aquí los golpes de muñeca se suceden amortiguados y acuosos, y hacia el final se mezclan con esa corriente ingrávida de lava tan reconocible. Percusión escueta y fibra sensible para convencer a alguien de que se olvide de una discusión y se centre en los buenos sentimientos: "Estaba deseando que estuviéramos muertos / date la vuelta, no seas tonta, quién iba a creerse... / No preguntes por qué".
'Thorn' (You Made Me Realise, 1988)
Una de las composiciones más desvergonzadamente pop que se les conoce en este periodo en la voz de Kevin, trotona y explícitamente sexual: "Resbalo y me deslizo / siente el dolor, no es ninguna sorpresa / vigila, vigila / (...) me das flores cuando son espinas lo que yo te doy a ti".
'Lose My Breath' (Isn't Anything, 1988)
La contraposición del ahogo y la claustrofobia que definen a la estrofa y la dulce tregua y el alivio con el que recompensa al final de cada estribillo hacen de esta canción una de las más fascinantes de su discografía. Bilinda suena seca y canta bajito; la guitarra acústica se abre paso con suavidad entre la neblina que enturbia los bronquios.
'Cigarette in Your Bed' (You Made Me Realise, 1998)
Otro buen ejemplo de algo muy característico de su sonido, la yuxtaposición de las sonoridades acústicas al frente y la electricidad enmarañada sonando cuatro pasos detrás de su espalda. Cuando hablan de la particular sensibilidad de My Bloody Valentine para retratar a la vez el deseo y la morriña se referirán a esto.
'Moon Song' (Tremolo, 1991)
¿Qué imágenes ve uno cuando escucha un flujo de guitarras espeso y mareante como éste, envolviendo una percusión enterrada? Dunas de arena fría, estado febril nocturno, alucinaciones de cosas y seres que no quieres desear. La necesidad de olvidar a alguien querido que vuelve con el cuerpo hecho de olas de electricidad en un sueño que es una pesadilla.
'Cupid Come' (Isn't Anything, 1988)
Una canción de amor tocada entre morralla; las progresiones de acordes y el anhelo de Shields en la interpretación hacen que como tema pop en medio tiempo sea redonda. No exenta de vileza, pesa su ternura: "Cupido, sal de la taza de café / (...) lámeme con tu fuego / lenguas de plata conectadas / nuestros labios a un lado / (...) olvida tu vanidad / ven Cupido, ven".
'No More Sorry' (Isn't Anything, 1988)
Bilinda Butcher nunca ha cantado una canción tan brutalmente triste y directa. Enmudecieron por completo la acústica sobre la que (puede intuirse) se basaba y le subieron el volumen a un zumbido desconcertante y doliente. Su voz surge sofocada. Una escucha incómoda pero deslumbrante. Una situación de abuso cortada de raíz: "Lava y cose tu corazón séptico y tu mano moribunda / me quisiste deprimida y triste / ni un 'lo siento' más".
'Off Your Face' (Glider, 1990)
Otra viñeta reflexiva de Butcher, esta vez bajo la piel de la despreocupación pop, una piel que oculta un tumulto que la divide: seguir adelante con una relación que no le satisface o tener la valentía para enfrentarse a la ruptura.
'I Need No Trust' (Feed Me With Your Kiss, 1988)
Sobre un insistente golpe que se repite con parsimonia, Kevin Shields canta una apática y estrambótica canción de guerra con la ayuda de una guitarra acústica distante que gotea cloroformo. "La semilla de la avaricia se abre paso a través de mí / amor, amor, necesito tu amor / lujuria, lujuria, no necesito confianza".
'You Made Me Realise' (You Made Me Realise, 1988)
Arisca y endiablada, si os habéis quedado ensimismados escuchando alguna de las canciones anteriores, esta os despertará. La que más puede emparentarlos con sus contemporáneos Sonic Youth o Dinosaur Jr. Disonante, abrasiva en la sección de ritmo y en la voz distorsionada, y aún así conservando esa emotividad tan suya. Una de sus composiciones más musculosas y celebradas.
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