Minutos: Nico - 10 destellos más allá de 'Femme Fatale'
La Nico anexada al nombre de The Velvet Underground en la funda de su proverbial disco de debut -publicado en 1967- queda en retrospectiva como algo tan tenue y hermoso como ilusorio y engañoso. La voz protagonista de las quebradizas 'I'll Be Your Mirror' o 'Femme Fatale' no era más que la idea de lo que debía (podría) ser Nico, imaginada por Lou Reed a partir de sus primeros encuentros amorosos, sus imponentes facciones y sus escasas palabras. Esa hermosa criatura que trabajaba como top model y había aparecido en La Dolce Vitta de Fellini tenía que ser un ángel. ¿Qué otra cosa, si no?
Leyendo la biografía de la artista alemana que firmó Richard Witts uno acaba preguntándose si alguien llegó a saber quién o cómo era Nico en realidad, pero si confiamos en el testamento que nos dejó en el grueso de su trabajo como cantautora entre 1968 y 1988 (el año de su lamentada muerte accidental), sabremos que esencialmente era alguien bullicioso y muy espiritual. Abstraída, sensible y desorientada a la vez que firme. En la música, la suya, está la Nico más arrojada. Para su primer álbum, Chelsea Girl (1967), gente como Bob Dylan y Jackson Browne escribieron preciosas canciones otoñales y de alcoba para ella, pero el juego de alargar lo que empezó Lou Reed se queda en una mera anécdota que engullen las obras que firma a partir de entonces: un índice de jeroglíficos trazados con brea líquida, oscurísima, que son muestra de lo que podemos considerar la verdadera música de vanguardia del siglo pasado. Nico buscó la fealdad en su físico y el alivio de su confusión en las canciones.
Leyendo la biografía de la artista alemana que firmó Richard Witts uno acaba preguntándose si alguien llegó a saber quién o cómo era Nico en realidad, pero si confiamos en el testamento que nos dejó en el grueso de su trabajo como cantautora entre 1968 y 1988 (el año de su lamentada muerte accidental), sabremos que esencialmente era alguien bullicioso y muy espiritual. Abstraída, sensible y desorientada a la vez que firme. En la música, la suya, está la Nico más arrojada. Para su primer álbum, Chelsea Girl (1967), gente como Bob Dylan y Jackson Browne escribieron preciosas canciones otoñales y de alcoba para ella, pero el juego de alargar lo que empezó Lou Reed se queda en una mera anécdota que engullen las obras que firma a partir de entonces: un índice de jeroglíficos trazados con brea líquida, oscurísima, que son muestra de lo que podemos considerar la verdadera música de vanguardia del siglo pasado. Nico buscó la fealdad en su físico y el alivio de su confusión en las canciones.
John Cale fue su gran aliado y mentor en toda esa etapa, imaginando arreglos entre la alucinación y la congoja que pocas veces desviaron la atención del esqueleto (sin igual) que tenían sus composiciones: el trance de las notas repetidas de armonio -su instrumento principal- y el vértigo de unas melodías que, aún regidas por la rectitud de su acento germánico, correteaban libres dando lugar a un folk incómodo y valiente, ahora medieval, ahora eclesiástico. Distraída por una creciente adicción a las drogas, empezó la década de los ochenta acercándose al rock como no lo había hecho hasta entonces, pero hacia 1985 y hasta antes de su muerte, estando más centrada, estaba encontrando la manera de aportar influencias más contemporáneas al estilo que había forjado en los setenta, aunque sus discos se volvieron más irregulares.
Aquí debajo, diez personales favoritas que ilustran su recorrido.
'Frozen Warnings' (The Marble Index, 1968)
No es la pieza que abría el disco que inició su etapa como autora, pero suena como si debiera serlo. Las violas parecen desperezarse bajo su voz, algunas entrecortadas como el batir de las alas de una mariposa. Transmite tal desasosiego que parece una inspiración de aire a primeras horas de la madrugada, pero cautela: "Dentro de innumerables reflejos / se levanta una sonrisa, de tus ojos a los míos / Advertencias heladas cerca de mí / Cerca de la frontera helada". El dominio de los sentimientos, la prudencia para no exponerse demasiado pronto.
'No One is There' (The Marble Index, 1968)
Un espeluznante baile de máscaras entre fantasmas, retrato desesperado de la soledad del ser humano sobre unos sublimes arreglos orquestales de John Cale, despistando con los silencios y la estructura libre de las estrofas. Puede que sea su canción más bella. "Les está llamando y levantando los brazos / y ahí no hay nadie / Faltan todos cuando el juego va a empezar / no hay nadie / (...) y ningún sonido pone de manifiesto que hayan estado".
'Janitor of Lunacy' (Desertshore, 1970)
Esta es la esencia de la Nico que se desprendía de sus angustias mientras repetía la misma secuencia de notas en el armonio. Cale la mantuvo aquí sin adorno alguno, endureciendo así el impacto de su cántico, el llanto que pide cambiar los recuerdos de una niñez tortuosa como quien le reza a una figura religiosa: "Bedel de la locura / paraliza mi infancia / petrifica la cuna vacía / danos fe a ellos y a mí".
'Afraid' (Desertshore, 1970)
"Deja de saber, o de decir, o de ver, o de ser quien eres / Haz la voluntad de otra persona / eres hermosa y estás sola". Viola y piano para una canción que puede romper corazones fácilmente mediante la sencillez con la que expresa la vulnerabilidad de quien se siente inseguro y perdido ante los demás, algo que en el fondo entristecía a Nico y que aquí se dice a sí misma utilizando la segunda persona, o bien reproduce las palabras que tantas veces debió oír de los demás.
'You Forgot to Answer' (The End, 1974)
El álbum The End es líricamente muy doloroso y melancólico, embrujado por el recuerdo de Jim Morrison, con quien había tenido una relación amorosa y que había fallecido en 1971. Este tema le fue inspirado a Nico por su último encuentro con él (le vio en una limusina el mismo día de su muerte en París). Un viento apesadumbrado y fantasmal sopla sobre un piano fúnebre, y Nico lamenta todo lo que le ha quedado por decirle.
'The End' (The End, 1974)
El original de The Doors da miedo, pero tiene cierto sarcasmo celebrador. Lo que hizo Nico es terrorífico, llanamente. Como si recitara la letra a los cuatro vientos en una noche escarchada en el cementerio, las diferentes secciones de esta épica escabrosa que rebasa los nueve minutos se suceden con un poder visual magistral. Las teclas del piano como pequeñas dagas, el armonio distante como una alarma que nadie desactiva, terror ambiental, un gemido mortecino y un clímax final, psicodélico y que provoca erosiones desde la percusión. El mejor homenaje imaginable a Jim Morrison.
'Saeta' (Saeta, 1981)
Tras siete años sin publicar material nuevo, aparecía el single Saeta en 1981, primera muestra del replanteamiento estético de la música de Nico para los ochenta. La pieza titular conserva el misterio circular de su estilo compositivo, con la melodía acomodada en un registro más calmado y grave, y con un agradable punto sintético y frío desde los teclados que la acerca a la cold wave. "Les daré todo lo que necesiten / todo lo que sepan y lean / pero deben cruzar la línea / una voz determinada, una decisión determinada".
'Purple Lips' (Drama of Exile, 1981)
Drama of Exile es un disco grabado dos veces. Se rumorea que los masters de la primera versión, en la que aparece este tema, los vendió Nico a un pequeño sello -a espaldas de la discográfica con la que iba a trabajar- a cambio de unos miles de dólares para heroína. Es en realidad una canción de 1975 que se encajó en el estilo de rock brumoso del resto del álbum y que en el proceso no perdió la melancolía fatídica de su trasfondo: "Le he estado buscando / desde lo alto de este puente roto / parece ser el sitio más seguro / para llegar a alcanzar sus labios púrpuras".
'Sixty Forty' (Drama of Exile -2ª versión-, 1983)
En mayo de 1981, Nico y su banda volvían a grabar las canciones de las cintas vendidas, pero por cuestiones legales derivadas de todo ello la segunda versión de Drama of Exile no vería la luz hasta 1983. Es sorprendente que en unas semanas de diferencia entre las dos grabaciones se le sacara renovado lustre a canciones como 'Sixty Forty', contagiada de esa humedad decrépita propia del Berlín de la época. En su ritmo marcial y su progresión de acordes se percibe quizás la voracidad por los tiempos que deben venir pero también la mirada triste por los que andan ya lejanos.
'My Funny Valentine' (Camera Obscura, 1985)
El último disco de estudio de Nico está plagado de influencias de música del este y pinceladas de sintetizador de John Cale en forma de experimento, pero hacia la mitad corta el aliento esta revisión del estándar 'My Funny Valentine', en un inimaginable tono grave. Solo voz, piano y trompeta, algo que nos hace pensar en el regreso de la frágil protagonista de 'Afraid', crecida y solitaria pero aún incómoda ante la idea de estar sola.
Para escuchar en Spotify:
(*'Sixty Forty' es la grabación de 1981 al no estar disponible
el disco Drama of Exile en su versión de 1983)
el disco Drama of Exile en su versión de 1983)
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