Momentum: Grace Jones - "Warm Leatherette" (1980) / "Nightclubbing" (1981)


En España no es raro que atribuyamos las cosas extravagantes y coloridas que pasaban a principios de los años 80 al contento de una sociedad que salía de la dictadura de Franco, que finalmente inflaba y desinflaba sus branquias en una democracia que no parecía tener el tono opresivo, conservador y retrógrado que tiene, curiosamente, ahora que han pasado 30 años. Pero la plasticidad de esa época, la osadía y la aceptación de lo arriesgado o lo contracultural en los medios de comunicación de gran alcance (el asombro de un mundo que aún no lo había visto todo), era algo global que no solo pertenece a nuestra historia. Grace Jones inició esa década con una maniobra de reinvención de la que, probablemente, solo podía salir así de redimensionada en ese momento de la historia. Dibujándose subversiva, misteriosa y ambigua como nunca, se abrió vía libre al estrellato y cosechó todo el reconocimiento público que no había logrado cuando se había limitado a ser una cantante de música disco más apenas cinco años antes, por mucho que ya fuera una personalidad llamativa que se paseaba por la Factory de Warhol y que sudaba la gota gorda en Studio 54. En esos años, el pop mayoritario no era solamente un estilo de música que intentara idiotizar a su audiencia como ahora, sino una etiqueta en la que tenía cabida la mezcla indiscriminada y aventurada de géneros -en muchas ocasiones, era un muestrario de la vanguardia- y que, más que nunca, era una abreviación de "popular", no necesariamene sinónimo de "fácil". En el libre albedrío de la década, estos discos de Grace Jones podrían enmarcarse tanto en el pop, como en el rock, como en el post-punk sin extrañar a nadie.

Pero la Grace del periodo 1980-1985 no era simplemente una artista musical; más bien un experimento multimedia envuelto en un packaging único, inventado por ella misma junto a Jean-Paul Goude (fotógrafo e ilustrador), Chris Blackwell (productor y director del sello discográfico que la tenía en nómina, Island Records), Alex Sadkin (productor) y el dúo Sly & Robie (la creativa sección rítmica que coloreó sus discos). Ella, egocéntrica y rebelde por naturaleza, estaba encantada.

En la portada de Warm Leatherette (1980), primer producto creado por el equipo mencionado arriba, Jones tiene la aparente quietud y la mirada penetrante de una figura egipcia, pero los brazos cruzados y la severidad de la tez advierten de que puede ser una tirana a punto de dar una orden sin mesura. Despierta una fascinación sadomasoquista, y es en esa impresión en lo que basó extendidamente su personaje en ese tiempo. También la música. No sé con exactitud quién tendría más mano a la hora de elegir el repertorio, pero fue todo un acierto acentuar esa oscuridad sensual de la personalidad de Grace mediante la revisión de canciones prácticamente recién publicadas por artistas que estaban renovando con buen ojo la música contemporánea, empezado por la salvajada que le da título al álbum, una composición de The Normal original de 1977 con letra inspirada por la novela Crash, de J.G. Ballard: "Tienes una lágrima de gasolina en el ojo / el freno de mano te penetra el muslo / rápido, hagamos el amor antes de morir / sobre cuero caliente". La electrónica repetitiva y desenfrenada del original es sustituida por la cadencia de un funk tenso, y ella suena dominante, exactamente como te la imaginas en las líneas rectas de la fotografía. El álbum apenas contiene dos temas propios, el soul vivaracho de 'A Rolling Stone' y 'Bullshit', una pieza de rock urbano regalada por Barry Reynolds, que también había contribuido a la rehabilitación discográfica de Marianne Faithfull el año anterior en el disco Broken English, con el que Warm Leatherette comparte ese sonido entre crudo y sofisticado, con ligeros lengüetazos de sintetizador empapando el colchón dub de Sly & Robie.

Las ganadoras, sin embargo, son las versiones de Roxy Music (adrenalínica 'Love is the Drug'), Tom Petty & the Heartbreakers ('Breakdown', doliente y nocturna), Jacques Higelin (romántica 'Pars', a paso de reggae con una guitarra que hace las veces de mandolina y en francés) y, sobre todo, Pretenders: se apropian de una de las canciones más discretas de su debut homónimo -editado ese mismo año- que ya tenía el reggae en sus genes, 'Private Life', y prenden sus entrañas a fuego lento (teclados refinados, base rítmica comedida, bajo persistente) mientras Grace encarna magistralmente (robótica, helada pero real) las palabras de la Chrissie Hynde que se niega a empatizar con nadie y a conmoverse por nada: "Tu matrimonio es una tragedia pero a mí no me concierne / Soy muy superficial, detesto todo lo que sea oficial / En el drama de tu vida privada, cariño, no me metas". Atención a otra lectura de alto voltaje de un tema que aún estaba calentito por entonces, 'She's Lost Control' de Joy Division, inexplicablemente relegado a cara B de 'Private Life' en siete pulgadas.

Dados los resultados, Nightclubbing (1981) es como una segunda parte del mismo concepto, una continuación complementaria que no tardó nada en llegar bañada en cromo. La portada en color y la acentuación del carácter rectilíneo de la figura esbelta de Jones (parece un boceto de Jean-Paul Goude en vida), con un aspecto más masculino y lujurioso, reflejan bien el sonido más detallista y perfilado de esta nueva colección de versiones y temas propios, más ecléctica que la anterior. En este caso es una pieza firmada por David Bowie e Iggy Pop e incluida en el álbum The Idiot del último, 'Nightclubbing', la que le da título: inspirada en las salidas nocturnas de la pareja por el Berlin de 1976, en voz de Grace y con ese piano percusivo al ralentí se enfatiza el aire de anfitrión de cabaret que sabe lo que se cuece ("Vamos de antro en antro / somos una máquina de hielo / Vemos a gente, a gente nueva / (...) ¿No es salvaje?"). Como tema central del disco es radicalmente distinto a 'Warm Leatherette' pero a la vez pertenece a su universo. Más sorprendente si cabe es la que se convirtió en una de sus canciones más iconográficas, 'I've Seen That Face Before (Libertango)', adaptación libre de un tango de Ástor Piazzola que pervierte para explicar el libertinaje de las noches parisinas. Mucho más efectivo que su apropiación de 'Pars', más cercano al acierto de su debut en 1977 al interpretar 'La Vie en Rose' de Edith Piaff, es una suerte de reggae mecido por el acordeón y erotizado por el spoken-word en francés.
 
Esta vez personifica composiciones de Sting (sintetizada y urgente 'Demolition Man'), Bill Withers (un éxito suyo de 1972, 'Use Me': "Sigue utilizándome hasta que me hayas agotado") o Flash and the Pan (la gélida, virilizada 'Walking in the Rain') pero brilla especialmente en dos canciones propias: 'Feel Up', que suena como una canción tradicional jamaicana destinada a atraer el buen agüero; y 'Pull Up to the Bumper', un número abiertamente sexual y descaradamente bailable. Barry Reynolds (que firma junto a ella una insípida 'Art Groupie') le escribe esta vez una balada para concluir el álbum, 'I've Done it Again', que no desentonaría nada en el Dangerous Aquaintances de la Faithfull. Todo el equipo repitió en otro álbum, Living My Life (1982), última parte de una no pretendida trilogía que enmarca la época más espléndida de Grace Jones, quien poco a poco iría cegándose con el revuelo de su faceta como personaje público y perdería el interés por inventar e inquietar en sus restantes entregas durante los años 80.

Para escuchar en Spotify:
Grace Jones - 'She's Lost Control' (cara B de 'Private Life')

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