El despiece: élena (Los años de Satélite K)


Quizás sea cosa mía pero me doy cuenta de que, alrededor del cambio de milenio y durante los primeros años de la década de 2000, el otoño y el invierno tienen un peso marcado en mi memoria. Después de los coloridos años 90, el huerto de la escena musical independiente patria vio cómo aumentaba la cosecha de una parcela más íntima, que proporcionó bandas sonoras formidables para el gris y el blanco de las bajas temperaturas exteriores. Fuera de nuestras fronteras el foco ya estaba en nombres como Retsin, Arab Strap, Julie Doiron, Piano Magic o Sodastream (muchos de los cuales fueron desfilando dentro de la programación del festival Tanned Tin de Castellón, que nació en 1999 al calor de estos artistas que desviaban el folk, el rock y el pop por la ruta de la deconstrucción); y dentro del país, Manta Ray y Schwarz cada vez estaban menos solos en su vocación experimental y técnicamente competente gracias a la labor de sellos como Foehn o Acuarela, que apostaron por dar a conocer a artistas como Apeiron, Balago, Mus, Migala o Aroah. La escena se había vuelto más seria, quizás sea cierto, pero el listón artístico -y emocional- estaba más alto que nunca. 

Los miembros de élena se juntaron en Barcelona la primavera de 1999, en sintonía con ese clima musical de introspección reconfortante y dentelladas de experimentación más o menos ruidosa. El primer artículo destacado sobre el grupo apareció en las páginas del suplemento catalán de Mondo Sonoro, donde por cercanía podían advertir de que auguraban grandes cosas para ellos antes que nadie, cuando solo habían circulado sus maquetas. El nombre de Raül Fernández (multi-instrumentista, productor, voz) era habitual al pie de reseñas en publicaciones como Rock Sound, pero había formado parte de Corn Flakes (grabó con ellos el último disco antes de la separación) y de Romodance (un proyecto con otros colegas que como él colaboraban en prensa especializada). Helena Miquel (voz), dividida entre el periodismo y la interpretación, había tocado el bajo en algunas bandas sin repercusión. De su nombre de pila surgió el del grupo, afinado con ese acento en minúscula que lo convierte en una sugerente esdrújula, como si fuese un elemento químico que escapó a la ciencia. Dani Castro Zap (bajo), Victor C. Francisco (batería, bases programadas) y Raül Moya (guitarra) completaban la alineación inicial, a la que más adelante se añadiría Roger Roca como tercer guitarrista, pasando de ser colaborador a miembro formal. El sello Satélite K publicaría sus discos entre 2001 y 2003.

"A medida que teníamos las canciones las íbamos grabando y salió en estas tres sesiones separadas por unos meses", explicaba Helena sobre el hecho de que los créditos de su primer álbum, porelamordedios (2001), revelen que la grabación sucedió en bloques fechados en diciembre de 1999, agosto de 2000 y febrero de 2001. "Te das cuenta de que hay diferencias porque las haces en momentos distintos, eres otra persona, el grupo es el mismo pero con pequeños matices, lo que hace que el disco no sea tan homogéneamente aburrido. Empezamos con intensidades radicalmente distintas, tormenta sónica y todo eso y a medida que avanzaba la grabación quisimos moderar todo esto con sonidos más limpios y sin efectos", añadía Raül, quien se estrenaba como productor de la mano de Jordi C. Corchs en su estudio de El Masnou, en la costa barcelonesa, enclave fijo para élena en esta primera etapa. Quizás a porelamordedios le señalemos hoy costuras que rehuyeron al oído en su día por la emoción propia de la experiencia iniciática, pero esta colección de canciones a veces destempladas, crudas aunque llenas de detalles ambiciosos, sigue cautivando y trasladándote una agradable sensación de amparo, sea desde un lugar de inquietud y angustia ('Pure' arranca el álbum con un goteo eléctrico y Helena recitando: "Algo dentro de ti / te gustaría apagarlo / quiere salir / pero siempre se quedará y te seguirá") o desde la pureza más transparente ('Mate', una canción de despedida bajo el prisma de una canción de cuna; no en balde Helena se mecía mirando al vacío cuando se alejaba del micrófono en los directos). Las piezas se suceden a medio tiempo, combinando la rectitud de las programaciones con baterías que juguetean, una voz que embelesa y guitarras (brutas y suaves) en clave menor. Cuando un acorde mayor se cuela en la partitura, acentúa la ensoñación pero nunca equivale a euforia (miento; algo así buscaban con la coda de la deliciosa 'Km 103', pero no quedaron satisfechos: "yo lo quería hacer algo Beach Boys y lo que salió fue algo Pavement", dijo Raül). Puede que la versión de 'These Days' de Jackson Browne sea lo más inmediato que grabasen, pero queda como una ocurrencia tardía ante el magnetismo de su propio material; de aquello que infectan de fluido eléctrico y abandonan en los márgenes de la sugerencia ('Silent', 'No Pattern'); que logran mantener en un marco placentero aun complicando las capas y las texturas ('Satan Kingsize'); que impregnan de un aroma exótico y dramático (la guitarra española y los vientos en 'Julio Alberto' y 'Antes'). El álbum sienta los cimientos de su propuesta: pop intimista en el meollo y perturbaciones de ruido domesticado bajo un código estético minimalista, correspondido en el diseño gráfico y la parquedad de los títulos.

El cálido recibimiento que los medios especializados dieron a porelamordedios movió muchas cosas: aumentó su popularidad a lo largo de la segunda mitad de 2001; hizo que los más suspicaces cuestionasen los tempranos halagos y planteasen, escépticos, si en su música no anteponían el cálculo a la emoción; y, lo más importante, hizo que el grupo cambiase de idea sobre la intención inicial de no ser una banda de directo, actuando varias veces en Madrid y Barcelona -por su cuenta y teloneando a Piano Magic- y dentro del Festival Internacional de Benicàssim. En octubre registraron cuatro canciones nuevas que daban fe de su rodaje en directo y de la inquietud de Raül Fernández por mejorar en el estudio, una voluntad que acabó haciendo de él uno de los productores más ocupados de nuestro país. Todo el mundo pudo escucharlo en el EP cccp (2001), un título gélido (el acrónimo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas en ruso) para un conjunto de canciones que no lo es, aunque la propia 'CCCP' sorprende al inicio con el sonido metálico de unas programaciones inclementes y la aspereza del sintetizador, acorde con el resentimiento en la voz de Raül ("Me dices ahora que me quieres de vuelta / de todas las cosas que deseas, dices que soy diferente / pero no estoy listo"). El laberinto del instrumental 'El Chico Mancha' tiene algo que también podría asociarse con el paisaje moscovita, pero las dos piezas que canta Helena existen en las antípodas y, en un descuido, su ternura maternal se filtra en la fibra del corazón: 'Tautou', un arrullo medio recitado, medio tarareado; y 'Ariana', una de sus tres mejores canciones, redonda en los arreglos y la composición, desperezándose poco a poco hasta llegar a un clímax de épica bien medida que suena a dicha y celebración.

Enero de 2002 trajo consigo las listas de lo mejor del año para los medios musicales y porelamordedios estaba bien posicionado en la mayoría de ellas. La banda pasó gran parte de los meses siguientes componiendo y preparando la grabación de su segundo álbum, y en medio del proceso el prolífico Raül Fernández se estrenó en solitario bajo el nombre Refree, publicando el disco Quitamiedos a través del sello Acuarela. "No hago música ni nuevos proyectos para tener más público, sino para estar bien conmigo", explicaba entonces. "Cada proyecto que tengo o tuve me ha enseñado algo y me ha ayudado a entender la música desde prismas distintos". élena regresaba definitivamente la primavera de 2003 revalidando el estirón apreciado en cccp con un álbum titulado present ("presente" y "regalo" tanto en catalán como en inglés), en el que quedaban consolidadas sus intenciones con una destreza intachable. Raül dijo a penas un año más tarde que era el disco de élena del que estaba más satisfecho "porque me parece que recoge todo lo que queríamos explicar en el primero y lo hace mejor". Es al enfrentarnos a present cuando nos damos cuenta de cómo era de agreste porelamordedios, que tenía el encanto de la libertad primeriza y de las ideas suspendidas en el aire antes de que estuviesen demasiado elaboradas. En present el sonido tiene más empaque y se hace necesario hablar de la madurez que ya apuntaron en el EP: como mejores compositores, se nota que cuidan con esmero el desarrollo de cada pieza; como mejores músicos, dominan con mayor autoridad las dinámicas que quieren emplear en cada caso; como mejor vocalista, Helena dio un paso al frente y admitió que "en este disco hablo en primera persona, hablando de mí y muy explícitamente, cosa que me ha sorprendido porque creía que no sería capaz de hacerlo nunca. (...) Mi vehículo es la letra, así es cómo me he desahogado".

Es fascinante escuchar el trayecto que recorre 'Keep Quiet': empieza apabullante y luego pedala cuesta arriba, como quien supera un duelo, hasta llegar a un melancólico abandono ("Todas las sonrisas que una vez tuve / pasaron de largo / se desvanecen contigo / como es habitual diré que fue todo mi culpa"). Cuando Raül da la réplica vocal a Helena, no hay más romanticismo que pesar. Es el primer aviso de que las reflexiones sobre relaciones tormentosas predominan en los textos, aunque composiciones como las más largas 'After All' y 'Last Day of Autumn' ya tienen un importante peso narrativo en la propia música: los ambientes de sigilo, las puntuales detonaciones, la intriga encerrada en el pecho... Solo en 'There Is No Place Where to Find Anyone' el tono dramático se acerca demasiado a la afectación, quizás porque el recitado circunspecto de Helena parece un añadido que no acaba de cuajar. Sin embargo, en 'La Ceguesa' destapan una faceta juguetona muy bienvenida, y si 'Adéu' toma el relevo a 'Mate' en la categoría de nana de amor amargo (superándola en placidez y sublimando las emociones a flor de piel con los arreglos de guitarra slide y corno inglés), para el final queda la pasmosa 'Després de l'Accident', un baile de sintetizadores que deja una sensación de positivismo como nunca se les había escuchado (y si alguien piensa en los Broadcast de Haha Sound cuando escucha a Helena cantar más grave de lo habitual encima de ese teclado ácido, que tenga en cuenta que el disco de Broadcast salió meses después de este).

La primera etapa de élena quedó enmudecida finalizados los últimos conciertos de 2004 para promocionar un present que pareció incomodar más a los críticos. Raül Fernández, Daniel Castro y Roger Roca fueron abandonando el proyecto en distintos momentos y por diferentes motivos, y el resto de miembros no lo reactivaron hasta 2007, cuando decidieron iniciar un nuevo ciclo más abiertamente pop cantando en catalán. Y es que los inviernos no son como los de hace veinte años.


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