Por el atajo: Aroah - "En el Patio Interior" (2005)

Cuando Irene Tremblay (voz, guitarra) selló su fructífera etapa detrás de Aroah -sobre las tablas se despidió en 2008; discográficamente en 2012, pero mediante un disco con .tape. que llevaba años cociéndose y retenido- también nos usurpó una voz deslumbrante. Me refiero a su juicio, a su perspectiva; su voz como manera de decir las cosas, porque de su voz textual no ha llegado a privarnos nunca (hay que estar atento a cuándo comparte grabaciones caseras), y aunque siguió colaborando en distintos proyectos, dando conciertos de vez en cuando y tanteando la posibilidad de publicar un disco a su nombre, no hemos vuelto a escuchar una nueva colección de composiciones propias. Desde un punto de vista casi voyeur, pero ante todo catártico, había algo fascinante en escuchar cómo a través de sus canciones vehiculaba con total desfachatez pensamientos que a muchos nos daría pavor incluso plantearnos articular. "Me siento incómoda con el artificio lingüístico", comentaba en 2007, "no valgo para la poesía, pero me encuentro a gusto escribiendo letras de pop. Es un género que te permite expresarte sin el complejo de no ser Cummings". Su talento para ser directa en las afirmaciones con las que diseccionaba los acontecimientos -reducirlo a letras de pop peca de modestia- llegó a un punto altamente cáustico en su segundo álbum The Last Laugh (2004), tan vehemente en su intención de quemar puentes a sangre fría con todo y con todos que era poco menos que piromanía emocional. La primera impresión que te llevas ante una exhibición de dominio como esa es la de una valentía que debe hacer de ti alguien imbatible, pero si razonas un momento entiendes que detrás -y después- de la beligerancia tiene que haber una suma importante de dolor. Si el espectáculo te entusiasmaba al principio, cayendo en eso te conmueve profundamente. 

Irene Tremblay, más madura que temeraria con el léxico si cabe, sabía eso a la perfección, así que dio a The Last Laugh una conclusión a modo de anexo con las reflexiones surgidas en la etapa de evaluación de los daños, enseñando una faceta vulnerable que no podía negarse a sí misma en medio de las ascuas apagadas. A finales de 2004 planteó el proyecto a su sello Acuarela y tuvo luz verde para grabar un disco corto que se publicaría en una edición limitada a CD inmediatamente después de terminarlo. Llegó a Barcelona para reunirse con Raül Fernández (productor, multi-instrumentista), con quien había tocado ocasionalmente en los últimos tiempos -sin ir más lejos, la había acompañado al piano ese mismo año en un concierto celebrado en La Pedrera- después de prestar su voz a varias canciones de Nones, disco de su alter ego Refree. En la misma entrevista citada arriba, Irene explicaba que "Raül me da la confianza de que las cosas van a salir bien técnicamente. Pero lo más importante es que cuando tengo una idea se la puedo mostrar sin miedo de que a) me dore la píldora o b) me pierda el respeto. Las mejores relaciones se basan en el respeto mutuo". Fuera de los discos de Refree y los de su otro proyecto, élena, El Patio Interior (2005) era la primera producción de la que Raül se encargaba en el estudio. Ella se presentó con una versión de Lou Reed y un puñado de ideas en forma de canciones inacabadas (hace unos años reveló 'Well Meant', maqueta de lo que terminó siendo 'Good Intentions'), abierta a moldearlas durante las sesiones sin saber exactamente qué podrían dar por bueno al acabar. La hoja de prensa con la que Acuarela promocionó el disco daba fe de que "durante los meses previos a la grabación no escuchó música, ni compró discos porque ya tenía suficiente ruido en la cabeza. Pasó muchas horas de octubre y noviembre durmiendo. Tuvo muchas pesadillas como la que inspiró 'A Dream'. Lo único que escuchó en esta época fue el disco póstumo de Elliott Smith, y le causó tal depresión que lo tuvo que esconder, y todavía no lo ha encontrado".

Recién publicado el disco, Irene no podía estar más satisfecha: "Fue todo una serie de golpes de buena suerte porque muchas veces quieres algo pero no consigues que todo funcione como tú quieres. Fue una casualidad que el estudio estuviera libre esos días y abrieran el fin de semana para nosotros. (...) Sabía que tenía que hacer algo con ['Caroline Says II'] y grabar un par más pero de ahí a un mini álbum… Todo parecía que iba a salir mal pero al final fue lo contrario. El buen ambiente y el habérnoslo tomado con tranquilidad ha dado como resultado un disco que me gusta mucho". El Patio Interior es un tributo libre al emblemático Berlin de Lou Reed que Irene armó a partir de la pieza sobre la malograda Caroline. Ninguna de estas seis canciones recuerda exactamente a la elaborada teatralidad de la obra que el propio Reed definió como "mi versión de Hamlet", pero sin embargo evoca su aire de melancolía, decadencia y castigo con la mirada perdida de quien aguarda en una isla de autoimpuesta soledad. La advertencia estaba en el título de su primer EP, Cuando Termines con Todo, Habrá Terminado Contigo (2001), y esta es la crónica del paisaje a su alrededor tras desoírla y haber jugado con fuego. La versión rica y melódica de 'Caroline Says II' sirve para que la narradora de The Last Laugh reconozca sus heridas; un espejo que le devuelve la imagen de su desafecto ("Pero ella no tiene miedo a morir / todos sus amigos la llaman Alaska (...) Hace tanto frío en Alaska"), de sus magulladuras y su frustración ("Atravesó el cristal de la ventana con el puño / fue una sensación rara"). María Asensio subraya el agotamiento con un dibujo compasivo de violín, una calidez que va de la mano del piano de Raül Fernández, cuya dirección artística para estas canciones se fundamenta en la sobriedad de los sonidos limpios y acústicos.

"De algo hay certeza / todo lo que sube aquí cae con fuerza / en el patio interior, donde vive la Consuelo", canta en la pieza titular, una de las tres firmadas a medias con Raül. Gracias a unas maquetas que Irene recuperó en 2009 (un detalle: agrupadas bajo el título "Había una vez una quema") podemos apreciar cómo fue el proceso de trabajo con él, que en este caso hizo respirar a la canción con un sentimiento nuevo aprovechando la melodía y encontrando unos acordes que apuntan mejor al corazón. 'En el Patio Interior' es de alguna forma el 'Berlin' de este disco: la canción central, reducida a voz y piano, embriagada de morriña por lo que fue y ya no es; admitiendo que todo lo que se enciende (la dicha, la rabia; lo bueno y lo malo) se apaga dentro de uno mismo, sin saber si los souvenirs que quedan son lastre o equipaje. Viendo que se titulaba 'Perlora Diez y Ocho' en su versión primeriza, busco y doy con un artículo de El País fechado en 2017 donde se explica que Perlora era una ciudad vacacional en un concejo no muy lejos de Gijón, construida en los años 50 por el sindicato vertical franquista y clausurada definitivamente en 2006. Un fotógrafo que había veraneado allí de niño, comenta: “Lo que más me sorprendió cuando visité Perlora [después del cierre] fue que todavía había familias que iban a comer tortilla de patata delante del chalet que solían ocupar”. Fuese o no una inspiración para ella, el declive de un lugar donde la gente dejó tantos recuerdos pone sobre la mesa un vínculo curioso con el fondo de lo que Irene trata en la canción. 

Con el suspense que crea el teclado de cristal que la introduce, 'Blue Room' es otra composición cautivadora que mira a la soledad con ojos desafiantes; esta vez abrazando la indiferencia con la que es acogida por una habitación de hotel lejos de casa como una oportunidad para purgar: "Es como cualquier otro día en París, Francia / la habitación se está quemando / pero prefiero quedarme / puedo renacer en París, Francia", canta arrastrada por el alivio del violín. 'Good Intentions', donde se cuelan esas notas de guitarra con delay que eran sello de Raül en élena, hipnotiza paulatinamente enfrascando algo parecido, aunque desde la perspectiva de un hombre con una niña pequeña a su cargo (Irene dejó en el aire que "es sobre el divorcio, habla sobre la pérdida de la inocencia de un padre"). En el tono de folk a la americana de 'Keys' podemos escuchar cómo finalmente es capaz de dejar atrás algo que decía en 'Too Proud to Try' de The Last Laugh -"Las despedidas me dan lo mismo"- y le da un arco clave a la historia, matando de hambre al orgullo para confesar sus sentimientos más tiernos: "Puedo haberte arruinado la vida / y sé que es un milagro que me dejases ser parte de ella / me despierto sintiéndome tan mal / porque nuestro amor sea solo la sombra de lo que tuvimos". Echa el cierre al disco con una espeluznante conclusión expuesta en a penas un minuto, una "historia plagada de traición, aunque sea inconsciente" que escuece como la arena escupida en los ojos por un viento llamado a abrírnoslos. 'A Dream' es como el oráculo que el subconsciente utiliza para acusarte de consentir el autoengaño: "Tus pasos sacrifican caminos eternos / tus manos apagan el sol / ... y todo este tiempo lo sabías". En la última pieza de Berlin, Lou Reed le da voz al iluminado maltratador de Caroline después de que esta se suicide, pero el de Irene es un trabajo de campo que lleva al hallazgo, a la redención. Renacida en París, Francia.

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