Imperdible: Siouxsie and the Banshees - "A Kiss in the Dreamhouse" (1982)

Cuando en junio de 2006 se inauguró en Madrid una exposición de dibujos de mujeres realizados por Gustav Klimt, una periodista de El País comentaba que la Viena de finales del siglo XIX estaba "'saturada' de erotismo, con una obsesiva curiosidad por las historias secretas, por los vicios". El comisario de la exposición Pablo Jiménez Burillo añadía que en la capital del imperio Austrohúngaro había en esos años "una fascinación erótica por la mujer que lleva, inevitablemente, a la melancolía y la desazón, a la más pura de las desesperaciones de fin de siglo"Siouxsie and the Banshees no era un grupo que manejase a la ligera las referencias que acababan influyendo en su trabajo. En veinte años de andadura y un catálogo que cuenta con once discos de estudio y cincuenta caras B hay una increíble selección de literatura, cine, historia, televisión y arte detrás de sus canciones que bien intencionadamente o por casuales fue la chispa de su inspiración. Estudiando a la banda el listado se convierte en un filón de sugerencias culturales que van de lo sublime a lo ordinario, y es que incluso de algo vulgar como un thriller picante e imposible (Tattoo, 1981; escrito, curiosamente, por una hijastra de Buñuel) podían destilar algo turbador cuadrado perfectamente en su universo (la canción del mismo título). No era un capricho que el imaginario de la agencia de diseño Rocking Russian para A Kiss in the Dreamhouse (1982) imitase los detalles ornamentales de los cuadros de Klimt en su etapa dorada; tampoco titular el disco "Un beso en la casa de los sueños", inspirado por el episodio de una serie de detectives que vieron en reposición (City of Angels, 1976) cuyo argumento transcurría en un burdel que empleaba a réplicas de las estrellas de cine. En la portada no hay una Siouxsie delante del espejo, hay dos en la sala; la verdadera a punto de besar a la copia, o la copia seduciendo a la genuina, para satisfacer una fantasía donde la subordinación enciende, pero también ensombrece, la lujuria; justo lo que describía Jiménez Burillo.

A Kiss in the Dreamhouse es una colección de canciones impregnadas de una curiosidad morbosa por explorar los recovecos del placer sexual, allí donde los tabús entrelazan deseo y muerte. Era su álbum más sensual cuando se publicó y diría que retuvo ese título hasta que se separaron; la puesta de largo de una tendencia psicodélica que empezó a asomar cuando se marcharon el guitarrista y el batería de la formación original y Siouxsie Sioux (voz, campanas) y Steven Severin (bajo, órgano) tuvieron que impulsar su creatividad, primero solos y luego junto a Budgie (batería, percusión) y John McGeoch (guitarra, teclado, cintas). El apropiadamente titulado Kaleidoscope (1980) sentó el precedente de su interés por experimentar bajo un prisma abierto: un disco minimalista que se olvidaba de atosigar (el agresivo blanco y negro de Join Hands, 1979) para abrazar la sugerencia a través de los ambientes y las melodías. Si ese ejercicio iniciático parecía un juego en el que nos trasladaban sus hallazgos conforme tropezaban con ellos, Juju (1981) demostró que en menos de un año podían exhibir una solidez ejemplar y entregar un álbum cohesivo y no menos interesante; una piedra angular del post-punk británico, con rostro de gárgola y cal en el dorso de una mano tras secarse sus labios de caníbal. Mezclando terror y exotismo Juju contribuyó a cimentar el rock gótico más austero pero flores extrañas empezaban a empujar bajo los altares de granito. Ni el productor Nigel Gray ni ellos mismos sabían cómo cultivarlas así que archivaron una primera versión de la canción 'Fireworks' grabada con él, que pretendían sacar como single entre discos a finales de 1981, y buscaron un plan más afinado.


Por primera vez, la idea de utilizar instrumentos de cuerda se puso sobre la mesa. Estuvieron a punto de intentarlo con el productor Martin Rushent (en su momento de gloria por estar detrás de Dare de The Human League) pero les hizo perder el tiempo posponiendo la fecha de su encuentro. Mike Hedges se había entendido muy bien con Siouxsie y Budgie grabando el EP con el que acababan de estrenar proyecto paralelo, The Creatures, así que llegada la primavera de 1982 los Banshees acordaron grabar en el estudio que regentaba en Londres, Playground ("patio de recreo", muy adecuado teniendo en cuenta su reputación como genio de ideas extravagantes). El resultado de Fireworks (1982) les gustó tanto que dio pie a una estrecha colaboración con Hedges (se repetiría hasta en cuatro discos más) y prologó los aromas del inminente A Kiss in the Dreamhouse con un tríptico: la sección de cuerda; la base rítmica contundente, física, como era habitual; y las sombras melancólicas tendidas sobre las melodías, informando de un deseo tan intenso que solo puede consumirse con una explosión. El álbum empezó a grabarse poco después bajo la amenaza de las cuerdas vocales de Siouxsie de quebrarse para siempre. Con el trabajo ya empezado, el grupo se marchó a girar por Escandinavia a finales de mayo y en uno de los conciertos perdió la voz del todo. En Inglaterra le habían dicho que tenía laringitis, pero un doctor especialista que visitó en Estocolmo (Suecia) le confirmó que, con tal inflamación de las cuerdas, o dejaba de cantar durante seis meses y aprendía a hacerlo de otro modo o podía olvidarse definitivamente. "Acabé viendo a varios doctores y todos decían cosas diferentes, bastante pesimistas. Al final vi a uno en Londres y, eh, decidí que los doctores te ponen más enfermo de lo que estás. Así que... estoy bien", decía Siouxsie antes de actuar en un festival en julio. No fue díscola sin más; el susto les hizo frenar lo que había sido una actividad frenética sobre los escenarios durante años; despejaron la agenda en verano para que la voz no sufriese en el disco y no volvieron a girar hasta vísperas de Todos los Santos (cuando la sala Rock-Ola de Madrid les acogió dos noches seguidas).

"Podía haber sido un álbum más formulado y disciplinado si no hubiésemos tenido la suerte de contar con Mike Hedges para producirlo", admitía John McGeoch en 1982. "Es tan intrépido como nosotros para grabar ideas. Teníamos unos cuantos temas escritos y ensayados antes de empezar con él pero una parte cuajó haciendo el tonto con la propia tecnología"Caroline Lavelle (violonchelo), Anne Stephenson y Virginia Hewes (violines) solo integraban la sección humana de un hervidero de ideas que iban desde congelar cubos de agua con micrófonos dentro a manipular las cintas para dar con las psicofonías adecuadas, aunque la materia explorada en este disco es más carnal que paranormal. Las historias que te invita a imaginar A Kiss in the Dreamhouse envuelven a personajes voluptuosos, con la tez y los muslos de color leche, manoseados con los dedos mojados en lluvia dorada; en el agua turbia del vaso de un pintor; en la savia que difumina las huellas dactilares cuando te ensañas con los pétalos de un hibisco. El uso de la reverberación recrea esa humedad nocturna que deja el rastro del rocío en las sábanas y el de la blasfemia en las catedrales. En 'Green Fingers' y 'She's a Carnival' describen a mujeres cuya sola presencia es un acontecimiento y la música lo corresponde: mezclando primitivismo y explosiones de polvo de oro, en la primera nos encontramos con una introducción asilvestrada de flauta y batería que se arremolina con los ingredientes de un hechizo-tributo; y en la segunda, un derroche de euforia ("Ella es el retrato de un veneno / para que apagues tu sed / Ella es un carnaval") cuyos colores centrifugan para hacer justicia a la vitalidad que exuda la estrella principal. Son los discursos de adoración más definidos en un álbum que celebra y observa el conjunto de la erótica desde el placer más simple hasta sus consecuencias más funestas.

Más llamativo es el inicio del disco con la magnética 'Cascade', donde la revelación del amor se manifiesta con una fuerza animal ("Mi pecho estaba lleno de anguilas forzando mi piel habitual / abrí nuevas heridas / haciendo pucheros, gritando / Oh, amor cayendo como líquido / cayendo en cascadas / Víctimas del mal de amores / burlándose en cascadas") que arrastra la música por derroteros donde la agresividad viste majestuosa, barroca (en un momento dado, un teclado imita un clavicordio) y parece que alrededor de Siouxsie podamos llegar a ver hilos de acuarela que la sorprenden agarrándose fuerte a sus extremidades, como si en el forcejeo estuviesen los espasmos de un orgasmo al que se rinde en la penumbra. 'Obsession' en cambio existe en un suspense que se va volviendo asfixiante, adentrándose en la mente de un acosador que deja pistas a la víctima que quiere poseer con un ansia enfermiza ("Las señales se notan / las luces de tráfico dicen 'adelante' / me vuelves a confundir / fingiendo que no me ves"). La voz privada de espacio, los staccatos de guitarra, campanas, suspiros y pasos insistentes orquestan la fatiga del propio verdugo, esclavo de sus deseos, y la teatralidad de la pieza saca a relucir al trío de cuerda durante veinte segundos para interpretar una melodía medieval que suena a compasión. Los experimentos más osados siguen en 'Circle', que se inventaron en el estudio y se titula así por su naturaleza absolutamente circular: armada sobre un pedazo de las cuerdas que adornaban 'Fireworks' convertido en un bucle claustrofóbico, la letra toma como metáfora la línea amarilla del metro de Londres -que forma un círculo completo- para hablar de la viciosa repetición de los patrones familares más tóxicos. 'Painted Bird' -la más cercana al tacto sintético de Kaleidoscope y la inmediatez de Juju- partía de otra inspiración inquietante, la novela El Pájaro Pintado (1965) de Jerzy Kosinski: "[El protagonista] cogía pájaros", explicaba Siouxsie, "y cuando se sentía muy agresivo, o frustrado, pintaba uno de diferentes colores y lo devolvía a su bandada. Él reconocía a su bandada, pero al ser de otro color, los demás lo atacaban". El resultado es una canción sobre el abuso en grupo a un inocente que acaba otorgando una voz justiciera a todo el que se siente distinto. 'Circle' y 'Painted Bird' se desvían de la inclinación lujuriosa imperante en el álbum pero aún así analizan la violencia y el maltrato usados como fuente de placer perverso.

Los singles extraídos rompieron por primera vez la buena racha que acumulaban desde 1980 en las listas del Reino Unido y se quedaron fuera de los 40 primeros puestos, pero es evidente que la música era demasiado exquisita, sus estructuras menos convencionales y las letras directamente una provocación: el de 'Melt' era un romanticismo exótico (esa guitarra haciendo las veces de mandolina) pero también fetichista ("Sois los hombres que se derriten / y mientras os derretís sois decapitados / esposados en encaje, sangre y esperma (...) el sudor esculpe un guión de disciplina y devoción"); y 'Slowdive' tuvo la mala suerte de no funcionar en las pistas de baile, porque para ello fue concebido: el ritmo persistente llevando el peso de una única nota base, con Siouxsie instruyendo movimientos que son pura insinuación sexual ("Ponte las rodillas en la cara y mira si puedes correr muy lento / salta hacia atrás como un sabueso (...) Es una zambullida lenta / cuando mueres despacio") y la sección de cuerda de nuevo como protagonista. La violinista Anne Stephenson estaba tan cansada de tocar -la toma del álbum se ensambló a partir de una versión extendida- que susurró a micrófono abierto un "Oh, dios mío" desesperado que usaron en la canción. "Sé que suena como un soplido orgásmico... El mejor que he hecho, sospecho", bromeó ella. Acercarse a oler las flores raras de A Kiss in the Dreamhouse es tan tentador como peligroso; pueden resultar ser carnívoras o escupir fragancias venenosas con la mueca de una serpiente. Dejándose hacer cosquillas por un piano, en la jazzística 'Cocoon' la misma Siouxsie se encarna en la flor que se resiste a abrirse, cómoda en el autoplacer y suspicaz con lo que pueda encontrar si se desnuda. "Me quedaré aquí un rato, en el capulló de algodón / hasta que la crisálida esté madura, hasta el momento adecuado / con esta sensación de inseguridad / tengo que encogerme dentro". Con la revelación de los secretos viciosos a su alrededor, nada va a ahorrarle el sonrojo cuando salga.

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Comentarios

romaferre ha dicho que…
Molt precís,l'enhorabona