Escenarios: Róisín Murphy - Razzmatazz (Barcelona), 14 de diciembre de 2007


Un concierto de Róisín Murphy -siempre considerada un ser excéntrico y con una imagen potente dentro de la aldea de la música pop más heterodoxa, desde (especialmente en) los tiempos de Moloko- se disfruta mucho más en la vertiente hedonista que uno de Björk porque carece de una carga excesiva de emociones e intelectualización, y más que uno de Madonna porque la artista está en un recinto de apenas dos mil personas. Y que nadie piense según lo dicho que se trata de un espectáculo vacío de contenido; pero para su último disco Overpowered Rósín se ha inventado un personaje que más que nunca tiene en el placer su característica más feroz. Así que su "yo" de larga melena pelirroja, trajes sofisticados y actitud subversiva -su disfraz para el anterior disco Ruby Blue, época y concepto de hace a penas dos años- ha dejado paso a la imagen de alguien que, sin abandonar del todo la parte emocional en la música, quiere divertir ante todo. El resultado es fascinante.

En los días anteriores, viendo fotos de lo que venía siendo esta gira, su imagen de rubia con el pelo moldeado se me antojaba más débil que anteriores encarnaciones, y ayer entendí que eso era parte del juego: Róisín parece más que nunca alguien cercano e implicado con su audiencia. Apareció con una boina fucsia y una aparatosa chaqueta bajo la cual reveló lo que sería la base sobre la que daría forma a todos sus disfraces: un ajustado jersey blanco de licra que hacía parecer que su torso fuera el de una estatua de yeso. A partir de ahí, una lección magistral de cómo desenvolver un espectáculo de hora y media que nunca aburre con recursos modestos: simples cambios de chaqueta, complementos, antifaces, gafas, vestidos, capas, y un vestuario completamente diferente para los bises. Le da un repaso casi completo al último disco (los singles, 'Let Me Know' y 'Overpowered' constituyen un final apoteósico) y se acuerda un par de veces del primero con una remodelada 'Sow Into You' y, como último bis, el ritmo marcial de 'Ramalama (Bang Bang)'. Si tenemos en cuenta que Overpowered es una odisea de música disco y sintetizadores, el espectáculo le va que ni pintado; desde las coreografías a las lámparas de pie que adornan el escenario, desde las dos coristas vestidas de mercadillo a la simulada pelea final en la que acaban todas por el suelo tirándose de los pelos, todo tiene un inteligentísimo sentido del humor y de lo kitsch.


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