Momentum: Nina Hagen - "Nina Hagen Band" (1978) / "Nunsexmonkrock" (1982)
Hay una historia que he explicado cien veces, uno de los primeros recuerdos que guardo de mi vida. Cuando tenía unos cuatro años, allá por el año '88, uno de mis pasatiempos favoritos era escuchar música con un walkman Sony WM-F5 -amarillo, con los botones de goma; irrompible: se me llegó a caer por el balcón del primer piso donde vivíamos y aún así siguió funcionando. Me acomodaba en una recurrida butaca de escay marrón con los auriculares puestos y una caja de zapatos donde guardaba tres cintas: Through the Looking Glass, de Siouxsie & the Banshees; Big Science, de Laurie Anderson; e In Ekstasy, de Nina Hagen, todas sin sus correspondientes cajas. Creo que nunca he preguntado a mis padres si las eligieron por alguna razón, si les parecían accesibles o educativas. Siouxsie me resultaba seductora, me embelesaba; Laurie, con su voz calmada, detallaba instrucciones y hacía reflexiones de las que no podría adivinar el peso hasta muchos años después; y Nina... Nina jugaba con ventaja, porque el videoclip de 'Universal Radio' (1985) estaba grabado en una cinta de VHS mezclado con series de dibujos y trozos de programas culturales como Metrópolis, y verla era inolvidable. Melena postiza de color fucsia, muecas, una braga de la que colgaba la cara de un animal de peluche con la lengua fuera... Ah, sí: escuchar a Nina Hagen daba miedo. Era como si a través de su garganta diese voz a una decena de personajes endemoniados y para un niño eso puede resultar tan fascinante como terrorífico.
Lo desconocía pero In Ekstasy, esa cinta de la que solo escuchaba la cara 2 (porque siempre me enganchaba solo a la mitad de cualquier álbum), había cerrado la época más productiva y de mayor popularidad de Nina. Era el último trabajo que gozó de la repercusión que asociarías a uno de los personajes más originales e insoportables del pop-rock de la década de los 70 y los 80, primero en Europa pero luego también en América. Para entonces ya había trabajado con Giorgio Moroder y había mezclado con modales más o menos desagradables el pop de sintetizadores fluorescentes con el rock duro y el funk, siempre cómoda en un kitsch pasado de vueltas. Los dos discos que voy a destacar no están desconectados de todo eso, algo imposible por su naturaleza veleidosa, pero la impresión que dejan no es la de frivolidad.
Hija de artistas nacida en 1955, Nina empezó a cantar imitando a las compañeras de reparto de su madre, Eva, en los ensayos de una representación teatral de My Fair Lady, y desarrolló rápidamente una técnica vocal muy versátil. Aunque el punto cero de su carrera discográfica suele situarse siempre en su debut bajo el nombre de Nina Hagen Band, no puedo dejar de destacar una serie de grabaciones que realizó entre 1974 y 1976 en Alemania del Este con grupos como Automobil y Fritzens Dampferband (recopiladas en Rock aus Deutschland: Nina Hagen, 1992), donde enmarca esa voz intrépida y juvenil en composiciones de pop-rock picaresco con la huella del cabaret. En 1976, abandonó Alemania del Este junto a su madre a causa de la expulsión de su padrastro Wolf Biermann (cantautor anti-sistema y activista contra el govierno, a quien concedieron un permiso para dar un concierto en Colonia y después no permitieron regresar a su hogar). Instalada en Hamburgo, la contrató la discográfica CBS y le aconsejaron que pasara una temporada viajando para empaparse de la cultura occidental. Lo hizo: viajó a Londres y tuvo la oportunidad de ver en directo a los Sex Pistols, a The Clash y a entablar amistad con Ari Up de The Slits. A la vuelta, en Berlín, buscó a los músicos que darían forma a las canciones de su primer álbum.
Hija de artistas nacida en 1955, Nina empezó a cantar imitando a las compañeras de reparto de su madre, Eva, en los ensayos de una representación teatral de My Fair Lady, y desarrolló rápidamente una técnica vocal muy versátil. Aunque el punto cero de su carrera discográfica suele situarse siempre en su debut bajo el nombre de Nina Hagen Band, no puedo dejar de destacar una serie de grabaciones que realizó entre 1974 y 1976 en Alemania del Este con grupos como Automobil y Fritzens Dampferband (recopiladas en Rock aus Deutschland: Nina Hagen, 1992), donde enmarca esa voz intrépida y juvenil en composiciones de pop-rock picaresco con la huella del cabaret. En 1976, abandonó Alemania del Este junto a su madre a causa de la expulsión de su padrastro Wolf Biermann (cantautor anti-sistema y activista contra el govierno, a quien concedieron un permiso para dar un concierto en Colonia y después no permitieron regresar a su hogar). Instalada en Hamburgo, la contrató la discográfica CBS y le aconsejaron que pasara una temporada viajando para empaparse de la cultura occidental. Lo hizo: viajó a Londres y tuvo la oportunidad de ver en directo a los Sex Pistols, a The Clash y a entablar amistad con Ari Up de The Slits. A la vuelta, en Berlín, buscó a los músicos que darían forma a las canciones de su primer álbum.
Para entrar en Nina Hagen Band (1978) es necesario ir más allá de la impresión escéptica que uno puede llevarse en las primeras escuchas; hay que sobrepasar la coraza de rock anticuado y dopado por una sobredosis de testosterona. Aunque suele considerarse uno de los discos surgidos de la oleada de punk-rock europeo, desde luego no se trata del estilo primitivo y anguloso que Nina conoció en Londres, sino que más bien entronca con el rock robusto del Radio Ethiopia de Patti Smith. No es tan poético como ese, pero puede compartir discurso subversivo y sensible en su forma de manifestar su feminidad. Repasando las traducciones de estos primeros textos no es de extrañar que Nina se alzara como un icono y un referente sólido dentro del reducido número de mujeres que se dedicaban activamente al rock por aquel entonces. Como líder carismática y con recursos, como intérprete y vocalista con registros extremistas, Hagen es incomparable, basculando entre la provocación, el sarcasmo y la chuería, siempre con un punto teatral en el tono y el matiz. Abre con 'TV-Glotzer' (interpretación libre del 'White Punks on Dope' de The Tubes) explicando el asco y confort simultáneo que le produce recurrir a la televisión cuando está deprimida, y al siguiente tema ('Rangehn', uno de los más desenfadados) deja claro que tomará ella la iniciativa con un chico que le atrae en una discoteca. Pasando por el acalorado reggae 'Heiss' y haciendo oídos sordos a los agudos solos de guitarra aquí y allá -tics de rock setentero que son un problema estético gordísimo- pueden apreciarse influencias de glam y de new wave, como en 'Auf'm Bahnhof Zoo' (bullicio entre pintalabios destapados y tacones de aguja en el baño de chicas de la estación del Zoo de Berlín, cuya música es tan fiel a lo que cuenta como una fotografía) y en la declaración pro-aborto de 'Unbeschreiblich Weiblich' ("Me quedé embarazada / Tenía ganas de vomitar / (...) ¿Por qué debería cumplir con mi deber como mujer? / ¿Por quién? ¿Por ellos? ¿Por ti? ¿Por mí? / (...) Marlene no hizo esa escena / Simone Beauvoir dijo 'Au revoir'"), donde el recuerdo a 'Ask the Angels' de Patti Smith es incuestionable.
Destacan dos momentos vulnerables: 'Naturträne', donde despliega sus dotes como cantante de ópera sobre un delicado arpegio de guitarra acústica, y 'Der Spinner', un medio tiempo en clave menor y con un recitado apasionado (ambos tratan de la angustia sin origen identificado, de lágrimas vertidas e inquietudes no resueltas). En el sentido estrictamente opuesto queda 'Pank', una manifiesto de a penas minuto y medio escrito con Ari Up cuando The Slits aún no habían ido más allá del punk acelerado. Intocable o frágil, Hagen se expone sin reparos y consigue transmitir una imagen real, astuta; la de alguien que no se deja manejar. Nina Hagen Band fue muy bien recibido por el público alemán (más de 250.000 copias vendidas), pero ni siquiera tal éxito y la obligada entrega de un segundo LP a CBS según contrato podían frenar a una Nina Hagen ambiciosa, sin ganas de anclarse en el rock. Para Unbehagen (1979), última referencia a nombre de la banda (que incluye su primer hito en Europa, 'African Reggae'), los músicos grabaron sus partes en Berlín y Nina las suyas en California, por lo que el grupo estaba prácticamente disuelto. A partir de entonces ella iría por libre y ellos iniciarían otro proyecto llamado Spliff.
Aunque siempre se la consideró imprevisible y excéntrica, nada podía presagiar el rumbo que tomarían sus inquietudes musicales a partir de entonces, materializadas en su debut estrictamente en solitario, el disco más anómalo y vanguardista de su carrera y el primero que desconcertó seriamente a prensa y público. Más allá de la libertad artística y su vocación experimental, en el inicio de la década de los 80 topamos con una Nina Hagen iluminada y transformada para siempre a raíz de dos acontecimientos clave que trastocarán su discurso, su motivación artística y su filosofía de vida: por un lado, afirma ser testigo de la visita de un ONVI en una playa de Malibú estando embarazada; y por el otro el nacimiento de esa hija, a quien llamó Cosma Shiva, en mayo de 1981. La comunicación con dios -su dios, más allá de la religión- y la limpieza de espíritu provocada por esa experiencia paranormal (el ONVI, no el parto) se convierten en sus recurrentes musas. No importa: más allá de las arengas, las inocentes consignas y el ocasional encomendamiento a dios, Nunsexmonkrock (1982) es un trabajo fascinante, abstracto y brusco, surrealista; aventurado en todos los frentes. El rock clásico de antaño (presente aún en 'Future Is Now' o la densa 'Dread Love', con ese falseto propio del heavy metal) es ahora un ingrediente más para una vocalista al servicio de historias y personajes a quienes dota de voces histriónicas, monstruosas o eufóricas según la ocasión, conviviendo en ambientes igualmente eclécticos: 'Antiworld', que ilustra el encuentro de Jesús con un hombre poseído por el diablo, usa acordes de flamenco y melodías de influencia oriental; flirtea por primera vez con la música disco de guitarra rítmica contagiosa en 'Cosma Shiva' (canción dedicada a la recién nacida) y en una 'Smack Jack' de pesadilla (la historia de un yonki con los días contados, claustrofóbica y desesperada en el estribillo); se mofa (¿o celebra?) las profecías de los tarotistas en una 'Taitschi-Tarot' envuelta en una música estrestante y minimalista; y 'Born In Xixax' se cimenta en un primitivo riff punky que resulta ser el momento más asequible y pegadizo del repertorio. En los canales de estéreo se agolpan varias capas vocales a la vez y Nina se manifiesta libremente, lanzando mensajes que azarosamente llegarán al oyente o se quedarán en un barullo ininteligible.
Entrar en Nunsexmonkrock despierta el hambre por saber qué aparecerá detrás de cada esquina, pero a la vez provoca repulsión y angustia ante las sensaciones que emanan de piezas como la cacofónica 'Iki Maska', donde se apropia de la línea de guitarra del 'Planet Claire' de The B-52's, la repite en un loop y desorienta cantando por encima estrofas de cosas como 'O Sole Mio', 'Ziggy Stardust' de Bowie o 'Vindictive' de The Slits en lo que parece la representación de una catástrofe futurista. 'Dr. Art', donde se autoproclama la profeta elegida por dios, y 'UFO', que cierra el disco, son piezas introspectivas que se sostienen en una fría caja de ritmos, casi balsámica después del viaje, y acaban de afianzar el amplio terreno experimental y esquizofrénico por el que Nina pisa en este disco. Una de las obras que con su carácter vanguardista sin barreras enriquecieron el mundo musical de los años 80. Es, no obstante, un reconocimiento que yo le concedo pero para nada consensuado en el mundo musical, donde como tantas otras artistas ve ninguneada su influencia o, al menos, su obra y su discutible trascendencia.
Para escuchar en Spotify:
(Nina Hagen Band no está disponible actualmente)
Comentarios
Si hablamos de no dar pruebas, entonces... yo conducia el ovni... y no te vi ahi.
Saludos