Imperdible: Ainara LeGardon - "Every Minute" (2014)

"Carroñeros, dejadme en paz / ahora no soy una presa fácil / mi corazón y mi alma se han convertido en hueso / ahora no soy una presa fácil", dice Ainara LeGardon en la canción 'In the Woods'. En la portada -diseñada por Ramon M. Zabalegi y serigrafiada artesanalmente en una edición limitada de 250 copias- el trazo blanco podría ser el de un salvaje, arañando cera negra sobre un muro de cal para inmortalizar la imagen de una criatura indómita que se escapa para comerse el mundo. Ainara ha tenido buena mano para elegir los dibujos que han resumido sus discos más recientes desde las cubiertas: Rafael Jaramillo ilustró Forgive Me If I Don't Come Home... (2009) con un corazón de patchwork acorde con los retales de introversión y dificultades personales que LeGardon sufrió mientras lo creaba, y luego estampó el cuerpo a cuerpo pérfido de We Once Wished (2011) en un bosquejo que sembraba la duda: ¿era una flor delicada o el sexo de una mujer? En Every Minute (2014) ella misma nos da la espalda con los músculos en carne viva, corriendo libre, y es porque eso es lo que hay.

Ainara LeGardon viene comiéndose el mundo con especial ahínco desde que regresó en 2009 tras un parón forzado por motivos de salud. Volvió con firmeza, consciente de que el tiempo es algo muy preciado, y desde entonces su actividad musical se ha multiplicado y extendido a ámbitos como la docencia, siendo ahora habitual que en su agenda se mezclen los conciertos con la impartición de talleres sobre autogestión y propiedad intelectual. En cada proyecto se la ha visto más segura y, sobre todo, más expansiva. We Once Wished ya dejó claro que cuanto más contundente, más ligera; es decir, más cómoda. Every Minute -grabado con el habitual Paco Jiménez- retoma dicha máxima y trae matices a esa electricidad lozana que tan bien le sienta, los más sorprendentes en el uso de su voz, que se ha vuelto elástica y versátil a base de trabajarla desde ángulos inverosímiles en recitales de improvisación vocal como parte de Archipiel (junto a Álvaro Barriuso) y por su cuenta.

Aplicando a esta música -con gusto, con medida- los disparatados juegos a los que ha prestado su voz en esas otras experiencias, ha abierto una puerta que ha elevado su discurso expresivo. Si ya era osada con los silencios y con las palabras incisivas, le sumamos a esos méritos el arrojo para abrirse sin tabúes y permitirse interpretar cada verso por la vía visceral sin restricciones. Suena psicótica cuando debe. Suena airosa cuando debe. Tenebrosa. Serena y sabia. Y el sentido de cada frase queda impreso en la dicción de cada palabra. En varias ocasiones la pronunciación de una sola sílaba puede hacer que necesites rebobinar para volverla a escuchar, cautivado entre la sorpresa y la conmoción; como en 'White': empieza con una Ainara absorta mientras suena un arpegio abandonado, y los recuerdos se mezclan con el paisaje helado que ve desde la ventana de un tren; cuando menos lo esperas, la quietud se quiebra e irrumpe una voz aguda y estrangulada que dice "Me encantan los diciembres y me encantan los mayos / siempre traen los mejores días", en un tono que directamente lo niega. Es como la voz de las mentiras con las que nos creemos que vamos tirando a diario, empezando a hacerse audibles como tales antes de romperte.

'White' es el último de tres apeaderos encadenados que podrían definir un romance del que se ve presa a pesar de saberlo venenoso primero e insatisfactorio después. La secuenciación de las canciones es harto inteligente. Con la percusión metálica del batería Héctor Bardisa, el ritmo provocador de la guitarra y la descarga sincopada del estribillo, 'No End' resulta tan irresistible y excitante como el amor viciado al que se refiere, y luego uno recibe con placer los mazazos de 'Magnetic', una de las piezas más llamativas de todo su catálogo: la voz se transforma en un grito roto brutal y cuando crees que va a arrancarte la cabeza, resulta que se entrega con un aire de estupefacción: "Tú eres el que hace que volvamos a brillar / no llevas carga / tú dirigirás mi corazón de ahora en adelante". Lo que intentamos pasar por alto acaba golpeando fuerte bajo la piel. Tras 'White', la titular 'Every Minute' es un toque de atención urgente para no volver a atascarse sin decidir, sin reaccionar. Y ahí el viaje continúa.

Hay varios momentos arrebatadores como estos en Every Minute, empezando por la solemne introducción a capella que es 'Last Day', tan desabrigada que los hombros te tiemblan ante esa voz seca. Luego, por la vía envilecida LeGardon tiene algo especialmente atrayente, transformándose en el susurro de un fantasma cargado de humo espeso; como cuando en 'To Each Other' implica que el recuerdo que tiene de ella un antiguo amante está intimidando a quien ahora está con él. Pero en las dos últimas piezas, quizás me equivoque, pero si algo pesa es la estampa de una lealtad con eficacia probada, o la sensación de sentirse el reflejo de alguien, ese tipo de conexión entre personas tan difícil de encontrar y que Ainara describe con maestría en la pletórica 'We Are Ready' y en la concluyente 'Speeding South', una declaración de fidelidad eterna, una reconfortante certificación de compañía ante la inseguridad de los viajes que emprendemos incluso cuando parece que no emprendemos ninguno.



Para esuchar en Spotify:

Además de escucharse, el disco puede adquirirse
directamente en Bandcamp en formato digital y la edición
limitada en formato físico en Aloud Music.



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