Minutos: The Byrds - 'Everybody's Been Burned' / Marianne Faithfull - 'Young Girl Blues' (1967)
Aunque nada vinculaba directamente a la inglesa de antepasados austriacos Marianne Faithfull con la banda californiana The Byrds, en los años 60 todos eran abejas en el panal del pop que podían dar fe de cómo funcionaban sus entresijos cuando The Beatles ya lo habían transformado irreversiblemente. A la altura de 1966 compartían portadas en revistas para adolescentes donde el pop se enfocaba desde la caricatura, el chismorreo y el desahogo hormonal, y sus carreras recorrieron lugares comunes, a pesar de los matices, en sus primeros años. A Marianne la descubrió el productor Andrew Loog Oldham la primavera de 1964 en Londres, cuando acudió a la fiesta de presentación del primer álbum de The Rolling Stones; adivinó carisma y el afortunado se encontró con una voz de vidrio templado -ella aún no se olía, con diecisiete años, los excesos que la romperían- que debutó solo dos meses después del encuentro, en junio, con una canción escrita por él mismo junto a Keith Richards y Mick Jagger, 'As Tears Go By'. Al otro lado del charco, los miembros de The Byrds reclutaban entonces a su primer batería y antes de que acabase el año firmaban un contrato con Columbia Records; tanto el productor Terry Melcher como la compañía de discos impusieron que fuesen músicos de sesión quienes tocasen en la versión de 'Mr. Tambourine Man' de Bob Dylan que sería su primer single. Mientras ellos redefinían el folk con la guitarra de doce cuerdas y el ritmo del pop en plena invasión británica ("América nos la devuelve -¡con grupos clavaditos a los nuestros!", decía el semanario Melody Maker en julio de 1965), Marianne se negaba a elegir entre una cosa y la otra, peleando hasta que Decca le permitió grabar un álbum a medida del público que la había visto actuar en Top of the Pops y otro a su gusto con adaptaciones de piezas de folk tradicional. The Byrds también lograron imponerse a Columbia y se les permitió ser los músicos en su propio disco de debut.
Descubrí 'Everybody's Been Burned' de The Byrds y 'Young Girl Blues' de Marianne Faithfull, dos canciones en principio inconexas, en momentos distintos de los últimos dos años. Es curioso; ambas pertenecen a discos -Younger than Yesterday y Love In a Mist- publicados con días de diferencia en febrero de 1967 y ambas me sorprendieron por lo mismo, por transgredir los límites de lo que yo creía que eran etapas ceñidas a un pop formal -melódico y sofisticado en arreglos, pero servicial para todos los públicos- de sus tempranas trayectorias, tanto de ellos como de ella. The Byrds habían perdido a Gene Clark, su principal compositor, y habían pinchado comercialmente con su primer disco sin él, The Fifth Dimension (1966). Para entonces, la psicodelia empezaba a amenazar con su descortesía a todas esas ensoñaciones inofensivas, cantadas con micrófonos estrechos y encapsuladas en trajes entallados y vestidos de Mary Quant, y The Byrds abrían Younger than Yesterday burlándose de la superficialidad supina de ese mundo del pop que ya les había castigado en 'So You Want to Be a Rock'n'Roll Star'. Faithfull tenía veinte años, un hijo que acababa de cumplir uno y un afán por subvertir lo políticamente correcto y por experimentar con todo lo que le ofrecía la contracultura que sentarla a posar para Flip con el gesto de quien lo hace para el ¡Hola! era cada vez más imposible. Love In a Mist fue su último álbum hasta 1975; cuando se publicó estaba inaugurando sus años más inconformistas y difíciles, envuelta en escándalos, derrotada sentimentalmente y desorientada por las drogas.
Después de presentar unas cifras que no se correspondían con las expectativas de Columbia, David Crosby (voz, guitarra), Roger McGuinn (voz, guitarra), Chris Hillman (bajo, voz) y Michael Clarke (batería) cayeron presa del pánico y grabaron otra versión de Dylan ('My Back Pages') para movilizar las ventas del osado Younger than Yesterday, algo que asqueó a Crosby durante años: "Teníamos un disco que era bueno y necesitábamos un single. Nos sentamos en el estudio e intentamos descifrar de cuántas maneras podíamos vendernos, básicamente (...) Nos estábamos abriendo como con un abrelatas. Quizás éramos menos sofisticados, tío, pero éramos buenísimos como rompehielos. Porque no teníamos miedo. Cometimos errores, pero para ser valiente, tienes que estar dispuesto a cometerlos -¡públicamente!". En su apertura a otras músicas más allá del folk-pop y el rock solo puede resultar lógico que la paleta emocional se dilatase hasta recovecos de las entrañas donde la sensibilidad es más pronunciada. 'Everybody's Been Burned' era una composición que Crosby ya tenía un par de años antes de formar The Byrds y cuya delicadeza -el reverso de algo mordaz como 'So You Want to Be a Rock'n'Roll Star', literalmente: fue también su cara B- se decidieron a trabajar dentro de la variedad de este álbum. El serpenteo del bajo entre unas notas de guitarra que informan de desvelo, la batería suave y en segundo plano como en una bossa-nova, crean un ambiente de intimidad idóneo para la franqueza en la voz de Crosby, que no era modesto para admitir que el tema "era el más característico de lo que se convertiría en mi estilo. Cambios bonitos, un gusto y un estilo diferentes -y buenas letras". En solo tres estrofas despachadas con la serenidad de la experiencia, obviando la irrupción de un estribillo, resume el pesimismo y la precaución con la que uno se mueve cuando ha sufrido más de un desengaño amoroso. Parece que esté aconsejando a un principiante hasta que revela: "Sé muy bien cómo darme la vuelta, cómo correr / cómo esconderme detrás de un amargo muro de tristeza / pero te mueres por dentro si eliges esconderte / así que supongo que en vez de eso te querré a ti", reconociendo que, para las cuestiones del corazón, la táctica de la neutralidad autoimpuesta tiene el corto recorrido del autoengaño. Reincidir en el enamoramiento es como prestarse a caer en una trampa eternamente alentado por el sueño de lo que podría ser, y Crosby se entrega sabiéndolo.
En los surcos de los discos de Marianne Faithfull ya habían cabido composiciones de Burt Bacharach y Hal David, John Lennon y Paul McCartney, Bert Jansch o Tony Hatch (el 'Downtown' popularizado por Petula Clark) y el criterio exquisito seguía en Love In a Mist: había lugar para el 'Yesterday' de The Beatles, para una pieza de Sondheim y otra de Jacques Brel, un par de Tim Hardin y un puñado firmadas por Donovan, un cantautor escocés que cuando debutó en 1965 la prensa definió como "el Bob Dylan inglés" (es célebre el segmento del documental Don't Look Back donde Dylan se mofa, ese mismo año, de los halagos que recibe el recién llegado). Entre las suyas figura 'Young Girl Blues', una canción que me gustaría pensar que compuso específicamente para Marianne ya que la versión que él grabó, publicada un mes después que esta en su propio disco Mellow Yellow (1967) y cantada como quien observa a la chica de la que habla, se queda en algo frío, sin arrojo. Es increíble cómo algo tan sencillo como escucharla encarnar estas palabras en primera persona rescata a la composición y la convierte en algo memorable. Me sorprende que una canción ciertamente subversiva para la época y tan coherente con la desazón que sentía Faithfull en medio de toda la diversión del Swinging London sea tan poco comentada cuando se revisa su carrera y permanezca oculta en este disco, como una más. Es cierto que los años han probado que 'As Tears Go By', su melancólico primer single, ha dicho cosas distintas de ella cantándola a los 18, a los 40 y a los 71 años, pero 'Young Girl Blues' bien podría ser la primera en su discografía que tiene el poder de parecernos tan personal, tan de su boca, como la deslenguada 'Why D'Ya Do It' que le regaló Heathcote Williams años más tarde. Donovan encontró las palabras perfectas, agudas, para inmortalizarla navegando la desalentadora frivolidad mientras articula sutilezas feministas como "No soy más que una chica joven / abriéndome paso entre los hipócritas / el café solo, sin leche / una luz triste al desvanecerse / me toco a mí misma, pero no demasiado / dicen que es degradante"; o "El libro que leo es la opinión de un hombre sobre la luz de la luna (...) Mis amigas se acuestan con una estrella del pop o dos cada noche / me conozco esa escena del derecho y del revés, no ven los patrones que están tejiendo". Para allanarle el terreno no hay más que guitarra acústica, percusión y una sección de cuerda acentuando una cruel melancolía que bordea la rabia en su soledad. No es un mal precedente de la que sería su primera composición propia, la letra de un 'Sister Morphine' con música de Keith Richards y Mick Jagger que cantó en la cara B de un single en 1969 y que el Reino Unido censuró porque era inconcebible que una mujer se saliese con la suya aludiendo explícitamente a la droga. Cuando The Rolling Stones la grabaron en 1971 la borraron de los créditos, y tuvo que batallar durante años para volver a figurar como autora.
Como decía más arriba, no hay hechos que conecten estas dos canciones, pero estudiándolas juntas se dan interesantes paralelas que las acercan. En 'Everybody's Been Burned' y 'Young Girl Blues' veo a dos artistas desnudando su vulnerabilidad -llevándome a entender qué cosas tenía que mostrar un hombre para llegar a eso y cuáles debía desafiar una mujer- y abandonando así el panal del pop juvenil que tanto les sabía a falacia. Los tiempos estaban cambiando.
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