Escenarios: Boat Beam + Los Punsetes + Veracruz - La [2] (Barcelona), 20 de marzo de 2009


Nueva jornada nocturna ayer en La [2] de Apolo, gracias a cuya programación uno puede ir dando fe de la buena salud general de la escena musical estatal, tanto en el frente creativo como en el de la ejecución en directo. Abrieron la noche Boat Beam, trío femenino de Madrid -residentes en la capital: una de ellas es australiana y otra es americana- del que supe de su existencia la misma mañana, y que cuenta entre sus filas con sospechosas habituales en los discos y los directos de Aroah, Russian Red o Christina Rosenvinge. Boat Beam facturan un indie pop impecable que tiene un pie en las canciones de campamento nocturno y lluvioso (ahí pueden remitir a las desaparecidas Retsin, como en 'The Rain Pauly') y el otro en las estructuras y los arreglos preciosistas de corte más clásico, de pop atemporal. Al directo se enfrentan las tres solas, con lo cual algunos detalles que sí se oyen en las canciones grabadas (a publicarse en su debut en mayo) se ven reducidos, pero el intercambio continuo de instrumentos -piano, violín, guitarras, violonchelo, percusión- hizo del formato algo desnudo pero para nada monolítico. Su repertorio está lleno de momentos redondos -buena mesura para la composición y buen gusto para vestir los temas. Derrocharon, además, simpatía.


Simpatía, algo que transmiten Los Punsetes pero no precisamente porque se dirijan amigablemente al público o se vea en sus caras un gesto de humildad o timidez. Además, Ariadna (la vocalista) aparece sobre el escenario sin mediar palabra -ayer imponente, de negro y de largo-, se coloca ante el micro, concentra su mirada en un punto fijo y no se mueve para nada más durante los cuarenta minutos que dura su set. Un hieratismo irónico y burlesco que funciona extrañamente bien para interpretar esas letras hilarantes e indudablemente serias. Es como la inquietud que sentirías encerrado en una habitación con un perturbado mental de algún tipo; te podría estar diciendo una tontería o una broma pero te aterraría tanto no saber cuáles son sus intenciones que no sabrías si reír o tomarlo en serio. En ese terreno entre lo siniestro y lo familiar se manejan Los Punsetes, que tienen también un directo sólido y la suficiente personalidad como para coger esa jocosidad que recuerda a bandas de la movida y a otras del periodo 1977-1985 y hacer algo muy suyo.

Y por último, Veracruz, pero es que con ellos empezamos con muy mal pie. Estaba el grupo preparándose encima del escenario para tocar, mientras sonaba el hilo musical entre actuación y actuación, cuando irrumpe 'Mirage' de Siouxsie & the Banshees por los altavoces, y Adrián de Alfonso (voz, guitarra), en un primer alarde de prepotencia de muchos, se dirige al pinchadiscos cual Madonna cabreada en En la Cama con Madonna para que saque "esa puta canción de una puta vez, joder". En todo caso, lo innegable es que Veracruz tampoco defraudan en cuanto a lo musical. Su sonido -interesante indagación en el post-punk de antaño, polirrítmico y disonante, sucio y discordante- es bueno, y la puesta en escena, con luces al pie del escenario, fue la más cuidada de la noche (sí, era todo tan retro que parecía que estuviéramos en la grabación de un programa de La Edad de Oro y Paloma Chamorro fuera a aparecer en forma de holograma), pero hay algo en su actitud, esa consciencia de ser uno mismo algo grande y relevante, esa chulería al dirigirse al técnico de sonido entre canción y canción, que acabó por pesarme demasiado. Quizás soy demasiado susceptible y propenso a interpretar de esta manera cualquier pequeño gesto que me pueda remitir al divismo y al egocentrismo que no puedo soportar en la música. En cualquier caso, cada uno en su campo y a su manera, sobresaliente.


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