Imperdible: Pretenders - "The Isle of View" (1995)

Igual que la Generación X, los JASP o las acampadas en favor del 0,7, el concepto unplugged es algo emblemático de la década de los 90. El término, apropiado por la MTV para dar nombre a una serie de conciertos donde los artistas debían defenderse exclusivamente con instrumentos acústicos (bajo las artificiosas coartadas de volver a las raíces, de desnudar las canciones o interpretarlas desde nuevas perspectivas), fue recibido rápidamente como una maniobra comercial fácil, barata y resultona por la industria musical y para los artistas escasos de ideas; un añadido a sus discografías entre los grandes éxitos y los discos en directo. Grabando un unplugged el artista también aprobaba una especie de reválida, al hacer alarde de agallas para reducir las canciones a la mínima expresión y salir airoso del asunto. ¡No hay artificio! ¡No hay trucos! Aún así, dentro de la moda de los conciertos acústicos, extendida a lo largo de los años 90 pero especialmente presente durante el primer lustro de la década, hubo algunos proyectos que no surgieron por motivos cínicos y estratégicos, como por ejemplo The Isle of View de Pretenders, publicado en octubre de 1995. A diferencia de lo que ocurrió con Rod Stewart, 10,000 Maniacs o Eric Clapton, este es uno de los discos más ocultos del grupo, quizás porque la palabra "desenchufado" no aparece por ninguna parte, tomando de la MTV la idea pero registrándolo de manera ajena a la marca que todo el mundo usaba como garantía de calidad. Chrissie Hynde (voz, guitarra), no le dio muchas vueltas para justificarse: "Es fácil; cuando empiezas a hacerte viejo, simplemente coges y te sientas". En otra entrevista para This Morning en noviembre de 1995 daba más detalles: "Teníamos muchas ganas de grabar un disco en directo, y el año pasado habíamos tocado con un cuarteto de cuerda, grabamos una versión de un tema llamado 'Angel of the Morning'. (...) En realidad, queríamos ingeniárnoslas para volver a trabajar con ellos, así que se nos ocurrió que el disco acústico en directo estaría bien. Desmontamos las canciones y les añadimos arreglos de cuerda".

Para Pretenders el formato no era un reto ni mucho menos un experimento como podría serlo para una banda que suela rodearse de arreglos efectistas en el estudio. De hecho, en el cancionero de Chrissie pesa tanto lo chulesco de sus piezas de rock más acelerado como el pop más reflexivo, así que para ellos (era la cuarta o quinta formación de la banda desde la original) era un ejercicio de simple refinación que resolvieron a la perfección, moviéndose con comodidad y casi sin esfuerzo. Es significativo que la selección del repertorio se detenga solo en algunos de los grandes éxitos de su catálogo, y es que el objetivo (conseguido con creces) era otro: la validación y el intento de reanimación de varias gemas lastradas en su día por una producción caduca en trabajos de escaso valor global como Get Close (1986) y Packed (1990). The Isle of View es un disco retrospectivo, de madurez, pero eso no es lo mismo que facturar un álbum de música orientada a los adultos, que es a donde habían apuntado sus trabajos desde mediados de los años 80 a través de los peores clichés del pop-rock comercial y convencional.


Los temas elegidos se grabaron en de mayo de 1995 durante el transcurso de dos sesiones en los Jacob Street Studios de Londres, ante un número reducido de fans invitados, con el acompañamiento del cuarteto de cuerda Duke Quartet y en riguroso directo, aunque por lo sublime de la interpretación nadie lo diría. El disco arranca con dos de esas revisiones de temas recónditos a los que sacuden de encima la indiferencia que podían dejar sus versiones originales: lo coqueto que se intuía en 'Sense of Purpose' brota finalmente y la historia de una madre soltera de 'Chill Factor', con la naturalidad y la cercanía de la interpretación, cala hondo. Lo mismo pasa con 'I Hurt You' (reforzada con la simplificación de la melodía principal, los pasajes orquestales que van desde lo sombrío a lo tempestuoso y el único solo de guitarra pasado por el filtro eléctrico que Adam Seymour toca en todo el repertorio) y especialmente con la doliente 'Criminal' ("Metí todo lo que tenía en una bolsa / y confié en ti para hacer lo que no hiciste / me convertiste en una especie de criminal / una forajida solo porque te quería"). Son canciones que, por su desafortunada vestimenta, no parecían ser más que temas de relleno en los discos a los que pertenecieron, pero beneficiadas del sonido intemporal de esta lectura acústica se revela su valía y las sitúa a la altura de hitos revisados como 'Brass in Pocket', 'Back on the Chain Gang' (las menos imaginativas, más allá del apoyo de la sección de cuerda) o '2000 Miles' (exquisitos arreglos que enfatizan ese aire de canción invernal y melancólica).

El repertorio se desarrolla a un paso plácido que solo se acelera al ritmo de 'The Phone Call', una elección sorprendente por poseer una naturaleza eléctrica que uno creería obligatoria para hacerla andar, pero que se confirma energética incluso tocada con las acústicas. Luego están 'Kid' y 'Hymn to Her', reinventadas sobre un fondo minimalista de cuerdas y armonio, respectivamente, que nos permiten acercarnos a una Chrissie Hynde vulnerable y sentimental (a 'Kid' particularmente le da la vuelta, como si en vez de dirigirse a un niño vivaracho y enfadado, como en el original, ahora lo hiciese a uno que solloza desconsolado). En el tramo final rescatan la balada 'Lovers of Today' de su primer álbum y su versión de 'I Go To Sleep' de Ray Davies, esta también en un sencillo arreglo de piano que toca Damon Albarn y que emula el de la maqueta que oyó Chrissie del tema antes de grabarla en 1981 (Davies nunca la grabó con su grupo, The Kinks). El disco acaba con una nota optimista, apelando a la insurrección y a la celebración, 'Revolution', el único tema que suena de The Last of the Independents (1994). The Isle of View es una muy sobresaliente mirada retrospectiva al trabajo de Chrissie Hynde durante los primeros quince años del grupo. Contando con la inefabilidad de un puñado de sus mejores singles y su buena mano para rescatar (en el sentido más literal de la palabra) esos temas menores que escondían la misma solidez compositiva, constituye sin rodeos el que es uno de los tres mejores discos de Pretenders. Gusto ejemplar.

Para escuchar en Spotify:

Inencontrables tras el click: cuatro descartes de la sesión extraídos del formato DVD y recopilados en forma de improvisado EP: el rockabilly de 'Thumbelina', un tema de Learning to Crawl (1983); una versión a flor de piel de 'Creep' de Radiohead; una canción inédita hasta hoy, 'Blue Sun'; 'Tequila', tema de sus comienzos que no pasó de maqueta; y la revisión del que fue uno de sus últimos singles antes de grabar el acústico, 'Night in my Veins'.

Comentarios

kittyrocks ha dicho que…
me ha encantado tu opinion sobre Pretenders...gracias
Eduardo Rubio ha dicho que…
Gracias por compartir esta información, y dar tu opinión, muy acertada por cierto :)

Gracias
Eddu