Imperdible: Maika Makovski - "Maika Makovski" (2010)

Hace más de quince años, John Parish ayudó a PJ Harvey a pegar un estirón a la altura de su tercer álbum; un disco que, manchado de carmín, empapado en aguas galvánicas y envuelto en seda escurridiza bien atada con alambre marcaba un punto y aparte para el rock crudo apoyado en guitarra, bajo y batería que había definido a Harvey hasta entonces. Una creación sorprendente y reaccionaria ante la austeridad del pasado que a pesar de ello no se perdía en el mundo de los excesos. A Maika Makovski las reiteradas referencias a la autora de Dorset que están figurando en las reseñas no le hacen demasiada gracia porque la están limitando antes de que tengamos la oportunidad de conocerla, pero a un nivel objetivo se repite algo de esa historia: Parish produce, ella firma su tercer disco y éste resulta ser el del (imponente) estirón. Suben los niveles de saturación y contraste haciendo que la gama cromática sea rica, notoria, y uno se pierde en los claroscuros de un laberinto lleno de gruesas cortinas de terciopelo negro pero sin marearse, curioso por retirar tímidamente la siguiente al tiempo que descubre también doseles y transparencias que no ocultan nada. Pero musicalmente, la comparación es vaga. Preguntar a John Parish "se le ocurrió a mi ex manager, y de hecho contactó con él sin decirme nada. Le mandó mis dos álbumes anteriores y John dijo que le parecían interesantes y que le gustaría escuchar las canciones de lo que sería el nuevo disco. Tardé bastante en ponerme en contacto con él, y finalmente le mandé las canciones, y las que más le gustaron eran las maquetas que grabé en mi casa. También le grabé otros temas con la banda en directo". Aunque se grabó en Bristol y Bath (Inglaterra) antes de que acabase el año 2008, el disco ha estado guardado hasta hace unas semanas, mientras Makovski y la banda cambiaban de equipo de management y se decidían por una nueva discográfica.

Formando equipo con él y con una banda sólida y estable (David Martínez a la batería, JC Luque al bajo y la percusión y Xarim Aresté a la guitarra), Maika Makovski le brinda su propio nombre a una obra de altura, ecléctica sin dejar de tener un aura de homogeneidad (la elegancia define cada uno de sus cortes) y que tiene su mayor virtud en la mesura: mesura en el trabajo vocal de una intérprete que se mantiene firme en un tono seductor, sugestivo; en los arreglos, abrasivos o humosos pero contenidos bajo una capa elástica de compulsión (bordados por la banda con un hilo retorcido como una cuerda de guitarra rota); y también en la composición de los temas, incisivos y con identidad. Es un disco carnal, fresco aun siendo tan tórrido, del que Maika ha advertido que puede dar la impresión de que gira en torno "a una relación entre hombre y mujer y todas las fases de puteo que hay desde su inicio hasta su final y más allá, pero también habla de una entrada y salida de un agujero. Empezó con una crisis y acabó con una salida, con luz". 

Quizás sea también el que muestra más facetas de la autora mallorquina, indistintamente cazadora y cazada según la ocasión, capaz de invocar a nombres ilustres sin dejar de ser ella misma. En 'Oh M Ah' (¿"Oh, Emma"?) se dirige sin compasión a la mujer de un hombre con quien se ha acostado, humillándola con su confesión en un tono grave, acosador, mientras los trompicones de las guitarras nos hacen pensar en la imagen de un Nick Cave irrumpiendo en un bar ebrio y con ganas de pelea. 'Lava Love' serpentea tenebrosa y cargada de deseo sexual desde el ardor de las maracas y 'Ruled By Mars' se esculpe sobre un bucle reconocible de dos notas de blues para acabar explotando a base de mazazos. Es ese cimiento blues lo que nos puede remitir a la PJ Harvey vestida de rojo si entornamos los ojos en momentos como estos, pero no hay que insistir mucho en las escuchas para apreciar que Maika expresa esa pasión desde un lugar cercano al soul y al R&B y luego acabas de encajar el puzzle enterándote de que entre sus influencias están John Lee Hooker, The Cramps y Stooges. Los momentos de dureza expresiva (añado la tensión de 'Game of Doses') conviven con el tono exótico y sensual de 'Devil Tricks' (Makovski atrapada en una relación masoquista) y 'The Deadly Potion of Passion' (alguien ha mencionado a Kate Bush), donde los arreglos de percusión y banjo suben la temperatura; las juguetonas 'Friends' y 'The Bastard and the Tramp' y la nostalgia intimista de la acústica 'Cars that Went by'. Para la concluyente 'City Life' reserva un toque de sentido del humor repuntado con unos arreglos de teclado y caja de ritmos que, contra todo pronóstico, no desentonan demasiado. Maika Makovski: un disco encendido y carnoso como la pulpa de un extraño manjar, peligroso como el deseo irrefrenable; ineludible como una adicción.


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Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Qué bonita crítica!
Estanis Solsona ha dicho que…
gracias alicia!