Imperdible: Marianne Faithfull - "Before the Poison" (2005)

Marianne... La voz masajeada con el polvo y las impurezas cortantes que se esconden en una playa sucia, tostada como una cucharilla templada demasiadas veces. Una voz doliente y grave que a la vez es un instrumento afinado según su propia escala de aire espeso. Las entradillas de las entrevistas y de los artículos que se escriben sobre ella abusan continuamente de tópicos como "superviviente"; los desinformados la tachan de mera groupie por la subordinación que hacen los mismos medios de su historia a ser una anécdota en la de Mick Jagger y The Rolling Stones. Pero basta leer por ejemplo su autobiografía, Faithfull (1994), para revisar la extensión de su trayectoria y caer rendido ante su intelecto y ante la corrosiva narración de las vivencias de esa niña con raíces aristocráticas, siempre ávida por saber más, nunca conforme, que acabó en los años 70 durmiendo una buena temporada en el suelo del Soho londinense. La voz de Faithfull puede ser un hueso duro de roer. De la misma manera que hoy puedo destacar Before the Poison (2004) como un trabajo emocionante, cuando se publicó me pareció en cierto modo impenetrable, también porque lo conocí a retales y me pasaron por alto algunas de sus cumbres. Fue dos años después, escuchando sus rendiciones del cancionero de Kurt Weill (recogidas en el disco en directo 20th Century Blues, de 1997) cuando todo pareció encajarme: esa voz descosida, entonando retorcidas piezas de cabaret germánico; ahí logró emocionarme y, lo más importante, consiguió que apreciara su bruta pero ajustada expresividad.

A pesar de que Marianne Faithfull ha tenido una carrera musicalmente ecléctica, muchas veces se sigue pensando en ella como una artista de rock, probablemente porque es el género que la redimió a finales de los 70 en el álbum Broken English (1979), contagiado por las plagas de post-punk y new wave y siempre considerado su obra maestra. Before the Poison es su segundo asalto en la década de 2000 bajo el planteamiento de colaborar con artistas contemporáneos de una generación más joven, pero al contrario del tono relajado y más juguetón de Kissin' Time (2002) donde escribió canciones con Beck, Jarvis Cocker, Dave Stewart o Billy Corgan, en este disco comparte alcoba con Nick Cave, PJ Harvey, Damon Albarn y Jon Brion, con quienes cumple el objetivo de confeccionar una obra oscura y cruda en un tono acorde con su personaje, sin perder por supuesto la cadencia elegante. Aunque no estuviesen revueltos en ningún momento, lograr que Cave y Harvey apareciesen juntos en un proyecto era una proeza de Marianne, ya que estaban más bien enemistados desde que terminaran la apasionada relación sentimental que mantuvieron entre 1995 y 1996. Llamativamente, preguntado sobre Before the Poison en el número de octubre de 2004 de Rockdelux, Nick Cave todavía hacía gala de tal resquemor hacia su antigua pareja que cohibió al entrevistador: "Era el material [de Marianne] y yo escribí la música pensando exclusivamente en ella y en su voz. Polly Jean Harvey posiblemente nunca se pararía a pensar y a recordar que ése era un disco de Marianne Faithfull mientras tocaba. Solo pensaría en ella misma".

Before the Poison viene embalado en un romanticismo sombrío y tentador que sus compinches creativos intentan hilvanar pensando en las facetas que más definen a Faithfull. Aunque las palabras de Nick Cave sean injustas y hasta puedan usarse en su contra -tanto traspasa la personalidad de PJ Harvey en sus canciones como la de Cave en las que él firma-, lo cierto es que a Harvey el ejercicio se le da un poco peor. Por un lado, le cede tres canciones compuestas por su cuenta: 'The Mystery of Love', que abre el disco con guitarras nítidas como las que exploró en su propio Stories From the City, Stories From the Sea (2000); 'My Friends Have', rock de intención primitiva y descuidada que no puede servirse del tono grave de Marianne para despegar del suelo; y la atmosférica 'No Child of Mine', estirada demasiado sin lograr retener el interés. Inevitablemente palidecen frente a las dos que escribió con Marianne en París,  la delicada 'In the Factory', donde sí conjura el misterio que se le ha conocido a la intérprete anteriormente; y la pieza titular del álbum, acordes menores y trompicones en el estribillo para describir la corrupción de la inocencia a base de ingerir el veneno de las adversidades. Si lo que hace especiales a las canciones de PJ Harvey es al final su peculiar cualidad minimalista, el resto de autores hace que Marianne suene mucho más cómoda y natural, dotando a los temas de riqueza melódica y de una calidez musical carnosa, elegante sin excesos. Damon Albarn repite componiendo para ella después de que Blur colaborasen en la canción que dio nombre al álbum Kissin' Time. Aquí es autor de otra pieza, 'Last Song', donde conecta con la Marianne más folk de su juventud y la hace crecer en un paisaje pastoral y clásico de nostalgia ("Vimos como los campos verdes se convertían en casas, casas tan solitarias"), con crecientes arreglos orquestales. Jon Brion tocó el teclado en Kissin' Time pero se estrena componiendo con ella la pieza concluyente, una canción de cuna sostenida en el sonido de una cajita de música llamada 'City of Quartz'. Para el final me dejo la mención al material que firma junto a Nick Cave y que interpreta con ellos The Bad Seeds: con la pasión recogida de maneras tan distintas en 'Crazy Love' (una canción mayúscula de corte clásico y romántico), 'There Is a Ghost' (el anhelo en versos como "Oh, amor / Nunca hubo otro / ¿A dónde se ha ido mi amante?" reforzado por la tensión de las cuerdas y la tristeza de las líneas de piano) y la sucia 'Desperanto' (ese peligro noctámbulo y caótico, ruidoso, que habla en realidad de un tumulto interior desesperante) apuntala el significado conceptual del álbum y, consiguiendo definir mejor que nadie la tensión entre lo refinado y lo turbulento, el resultado de trabajar con Nick Cave a Marianne le sienta como un guante.

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