Imperdible: Marina Gallardo - "Working to Speak" (2008)
Una noche de verano de 1994, estaba jugando al escondite con los hijos de nuestros vecinos. Le tocaba contar y buscarnos a la pequeña, a quien solíamos tomar el pelo. Lo hacíamos en una zona de las afueras del pueblo que en mi última visita estaba completamente irreconocible: tomada definitivamente por los ricos, el tambaleante caserón que nos alquilaron durante unos años había sido derribado, y en las hectáreas de tierra y maleza que lo rodeaban había medrado el tipo de casa a la que aspira todo matrimonio conservador para sentir que puede mirar por encima del hombro a cualquiera. Observando a la pequeña Maria Dolores detrás de una esquina para saber cómo de perdida estaba buscándonos, su hermano había metido los dedos en los agujeros de un ladrillo que, como el resto de toda la hilera de esa esquina, quedaba al descubierto. Al poco empezó a gritar y a agitar la mano. En uno de los agujeros había un nido de avispas y ante su intrusismo no tardaron nada en defenderse. Su hermana nos encontró enseguida, aunque se suspendió el juego. Pasado un tiempo tuve un sueño muy cinematográfico en el que los hechos eran sustancialmente diferentes: en la misma esquina, bajo el sol y con el pelo revuelto por el viento, una chica miraba fijamente los agujeros del ladrillo y adivinaba en ellos los nidos de las avispas. Entornaba los ojos, curiosa. Yo veía la pared y la veía a ella. Podía sentir la urgencia de sus pensamientos, certificando que algo iba a ocurrir. Sin dudarlo, rápida como quien estira el trapo y sale corriendo en el juego del pañuelo, hundía sus dedos en los nidos haciendo por averiguar qué sucedería, cómo reaccionarían, sin verse frenada por la inequívoca exposición al dolor. ¿De dónde nos viene ese impulso?
Esa expresión impávida pero meditada, la de una persona atrevida cuando la materia lo requiere e inquieta por entender el funcionamiento de la menta humana y nuestra naturaleza, es la que imagino cuando escucho a Marina Gallardo, autora cuya visión no es solo singular dentro del panorama musical estatal sino más allá de sus fronteras. Su debut Working to Speak apareció a principios de 2008 y se la intentó encasillar junto a otras cantautoras recién aparecidas dentro de un muy publicitado nuevo movimiento de folk-pop exclusivamente femenino. Pero metidos en la música de Marina no nos arriesgamos a tener que despejarnos el rostro y el jersey de hilachas de algodón de azúcar. Para empezar, su escritura a penas ha pisado el terreno estrictamente sentimental o amoroso, y si lo ha hecho alguna vez ha sido de manera tan abierta a interpretaciones y obtusa que me ha engañado. En las canciones se materializa la imagen de alguien independiente, con preocupaciones más jugosas -abstractas, animales- que sentarse en la hierba a anhelar el momento en que se perderá en una relación amorosa tradicional.
Working to Speak, producido con la ayuda de Paco Loco y Remate, está integrado por once canciones sucintas que musicalmente mantienen la intriga de esa comprensión en proceso, esa balsa de cuestiones y emociones irracionales; el mismo misterio del nido de avispas en un pequeño agujero. En la inicial 'X Song' (la incógnita del título no es gratuita) bastan dos acordes bien rodeados por una batería apremiante, borrascas de guitarra eléctrica desbocada y piano agudo para dejarte con la sensación de que no sabes muy bien qué es lo que acaba de ocurrir. Es en esos momentos de banda completa y turbulencias cuando Marina suena más personal e insólita, como cuando el volumen de la guitarra sube en 'In a Frame of My Real Temp' justo al cantar "Te estaré vigilando dentro de nuestra casa": protección y riesgo simultáneos; pura contingencia. En otras ni siquiera hacen falta golpes de efecto, como en la estructura y refrán esquelético de 'Winter' o 'Waved In the Tree' ("Una persona colgada ondea en el árbol / marcada con sal de mar, me llama por mi nombre"). Su voz es arenácea y cerrada, pero también extrañamente acogedora.
Hay rincones del disco donde la tenebrosidad deja paso a reflexiones de peso más ligero, cuando se arrima al folk más cantarín en 'Stones' (la más melódica y pegadiza), en el viaje de '12 Old Whiskey' (palmas y pedal steel) o en 'Moon's Wolf' (agradablemente juguetona). El escapismo en la preciosa 'Bloody Moonshine' ("Arterias rotas derramadas en el cenicero / la sangrienta luz de la luna quiere jugar conmigo / Todo el mundo habla y mi mente explota"; el desasosiego palpable cuando alarga la palabra "Explodes"), la modulación de la voz prácticamente a capella al principio de 'Savana Song' y la vulnerabilidad sobrecogedora con la que cierra el disco la misma 'Working to Speak' ("Un barco dibujado cruzando mi cuello seco / perros de porcelana ladrando crucigramas / (...) Mi boca está trabajando para poder hablar"; algo que guarda estrecha relación con la ilustración del lobo bebido de la portada) son otros puntales que hacen de él, a tres años de su publicación, un disco de referencia. Seguirás buscando entre las malas hierbas y detrás de las esquinas, pero Marina ya llevará un rato habiendo tocado la pared y salvada, habiendo sofocado el grito por el dolor de las picaduras de avispa.
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