El despiece: Scrawl


Solo con que una persona escuche una composición musical y le sugiera cualquier tipo de emoción, la música ya ve completado el ciclo de su razón de ser; pero más allá de eso, si esta consigue llegar a muchas personas lo más posible es que perdure en el tiempo marcando a las sucesivas generaciones. Veinticinco años atrás, con la industria musical funcionando mediante las discográficas tal y como las conocíamos y sin internet, las oportunidades de tener una difusión importante venían condicionadas por una gran competencia y no menos confusión, resultando las carreras de los artistas en fracasos misteriosos muchas veces. Tomemos el caso de Scrawl: un grupo que formó parte del catálogo de algunos de los sellos más reputados del panorama musical americano (Rough Trade, Elektra, Simple Machines), que publicó discos regularmente durante una década, que compartía estilo musical con un motón de bandas que disfrutaron dieron el salto, que precedió a otras tantas a las que la fortuna sonrió enseguida y del que hoy muchos desconocen su existencia. Suele pasar con las bandas precoces: no siempre son las que recogen los frutos. Scrawl fue de las pocas íntegramente femeninas surgidas en la segunda mitad de los años 80 y gracias a ellas se explica la transición entre el punk-rock de principios de la década (The Raincoats en Inglaterra, X en Estados Unidos) y el indie rock con mujeres al frente que tuvo una rotunda presencia en los años 90 (desde las riot grrrls a grupos inofensivos como That Dog).

Marcy Mays (voz, guitarra), Sue Harshe (bajo, voz) y Carolyn O'Leary (batería) se juntaron en la Universidad de Columbus (Ohio) en 1985, donde debutaron sin tardar mucho como teloneras de  Meat Puppets. Sus amigos las empujaron a dar más conciertos y juntaron el dinero que necesitaban para grabar un primer álbum en septiembre de 1986, el autoeditado Plus, Also, Too (1987). Aún estaban verdes (incisos tontorrones como 'Loser' lo evidencian) pero desvela puntos fuertes como un saludable desparpajo punky ('Slut'; aunque funciona mejor cuando lo combinan con melodías pegadizas como en 'Gutterball'), un gusto por las letras directas sobre sus emociones ("si no feministas, creo que son claramente femeninas. Mucha gente aprecia que sea una perspectiva diferente a las mismas cosas de las que siempre escriben los tíos", decía Marcy) y tendencia a compensar el minutaje acelerado con medios tiempos con un toque existencialista (aquí destacan 'Standing Around' y 'Afterthought'). Despertaron el interés de la división americana de Rough Trade y el selló publicó su segundo álbum He's Drunk (1988). Aunque fue grabado en el estudio Paisley Park de Prince la producción de Jim Rondinelli no mejoró el sonido en exceso respecto a Plus, Also, Too y eso no ayuda a reflotar un repertorio continuista pero más irregular. Piezas como 'Green Beer' o 'For Your Sister' suenan deslavazadas, como si se desperdiciase su potencial, pero llaman la atención incisiones profundas en su lado más sensible como 'Ready' (guitarra acústica por primera vez) o 'Which One Are You?'.

Muchos dicen que el tercer disco suele considerarse el de madurez y no sé si Smallmouth (1990) es exactamente eso, pero es el primero donde Scrawl cuidan los arreglos y las estructuras de las composiciones con una atención detallista. Gary Smith (productor ese mismo año de Sunburn de Blake Babies, también de las primeras grabaciones de Throwing Muses y Pixies) le hace un lavado a su sonido que tiene todo el sentido para unas canciones más accesibles, reflexivas y emocionantes que antaño ('Enough', 'Begin', o 'Rot' no cuentan con estribillos clarísimos pero apuntan alto en su vertiente pop), sin olvidarse de la furia ("He hablado a tus espaldas / he tergiversado los hechos / ¿Es hora de que me reconozca responsable?", dicen en 'Time to Come Clean') pero bordándolo en medios tiempos como 'Hymn' o el balsámico 'Out of Mind', donde por primera vez podemos oír la voz de Marcy sobre un fondo genuinamente sereno y disfrutar de esa textura puntualmente áspera, como si granos de arena bajasen rascando por papel vegetal. Se pierde el punto de campechanía del principio pero es por el bien de todos. Le ponen colofón con una destartalada versión de Eurythmics, un 'I Need You' que ya venía ebrio de ironía ("Necesito que sientas cómo se me rompe la espalda / a alguien que escuche el éxtasis que finjo / Te necesito a ti").  Lamentablemente, con su mejor disco entre las manos y finalizada una exitosa gira junto a Afghan Whigs, las cosas iban a torcerse para Scrawl. El verano de 1990 grabaron cuatro versiones producidas por Steve Albini para un nuevo EP y Rough Trade decidió no publicarlo. Los desacuerdos llevaron al sello a desentenderse de la banda y, para complicarlo más, el sello entró en bancarrota a los pocos meses. El trío se vio en la tesitura de tener que pujar en subasta por los masters de todos sus discos para impedir que acabasen en manos de otra compañía que fuera a explotarlos como quisiera.

Por suerte, se llevaron el gato al agua y los recuperaron. No perdieron más el tiempo: volvieron al estudio con Albini entre enero y marzo de 1991 y grabaron cinco temas nuevos que, junto a dos de las versiones registradas el año anterior (de Paula Abdul y Cheap Trick), integraron el mini-álbum Bloodsucker (1991), publicado por ellas mismas en una edición limitada y luego reeditado por su nueva casa discográfica, Simple Machines. El título y la portada aludían a su experiencia con Rough Trade y en la funda del disco explicaban que "el dibujo 'Bloodsucker' es una representación artística. Cualquier parecido a ejecutivos de la industria musical es pura coincidencia". "Nos pertenecen los derechos, los masters, nosotras pagamos la grabación. Este EP es una autoedición. Nos cansamos de esperar faxes, llamadas, contratos, dinero y avisos de quiebra", revelaban sobre lo ocurrido. Steve Albini, como de costumbre en las producciones que firma y que no le gusta calificar como tales, capturó el sonido embrutecido del grupo en directo y las canciones (amargas y dinamitadas respecto a las de Smallmouth) acercan al trío más que nunca al indie rock afilado de sus compañeros de generación. Cuesta no acordarse del Pod de The Breeders cuando uno escucha 'Love's Insecticide' o 'Please Have Everything', pero no hay que olvidar que Marcy Mays había abierto la boca a la vez que Kim Deal.


En mayo de 1992 Carolyn abandona la banda y entra por primera vez un miembro masculino a ocupar su lugar, Dana Marshall. Para el unánimemente aclamado Velvet Hammer (1993; ¿sería por aparecer en ese momento de curiosidad por la música alternativa que sucedió al éxito de Nirvana?) repiten con Albini y a pesar de ahondar en el dolor que causan las relaciones disfuncionales ('Disappear Without a Trace' es especialmente intensa) no deja de ser un álbum irregular, plagado de medios tiempos que bordean la linealidad. El par de ocasiones en que aumentan las pulsaciones por minuto ('Take a Swing', 'Prize': ¿alguien más piensa en Sebadoh?) uno tiembla de entusiasmo. Desvinculada de Simple Machines después de este disco, la banda ficha por Elektra, sello referencial propiedad de Warner que en esa época distribuía en los Estados Unidos el catálogo de 4AD. Gracias a ellos entran al estudio con más presupuesto y, a pesar de que Albini vuelve a estar al mando, en Travel On, Rider (1996) a penas se reconoce en el sonido su marca de fábrica, favorecida aquí por una inyección de proteínas. El grupo suena más sólido y fornido (la tensión sin tregua de 'The Garden Path', 'Good Under Pressure'), cada vez más cómodo esculpiendo un rock sin fisuras, pero entrega también un tema al piano que sorprende y descoloca ('Story Musgrave (at the Piano)'). Este disco advierte de una destreza consolidada que su excelente próximo álbum, un inesperado canto de cisne, reflejaría aún mejor y hace que se les eche aún más de menos. 

Nature Film apareció en 1998 y no tuvo ningún apoyo promocional por parte de Elektra, que despidió al grupo poco después al recortar plantilla por problemas financieros, repitiéndose una historia que conocían bien. Como testamento es el disco perfecto: de la mano de Tim O'Heir (presente en los créditos de discos de Come, Sebadoh, Buffalo Tom o Morphine) configuran el mejor repertorio posible al contar con un puñado de canciones nuevas, una versión bastante fiel de 'Public Image' de P.I.L. y seis revisiones de temas antiguos que quisieron rescatar ya que todo lo publicado en la época de Rough Trade estaba descatalogado y no sabían cuándo aparecería alguien interesado en reeditarlo (aún no ha ocurrido). Las nuevas versiones de 'Rot', 'Charles', 'Standing Around' o la delicada '11:59 (It's January)', que solo había aparecido en un single de 1993, dan fe de sus progresos y se benefician de una producción robusta pero cristalina que Albini solo esbozó en Travel On, Rider. Le insuflan, literalmente, nueva vida a esas piezas añejas. Las canciones nuevas, con una garra segura ('You Make It a Crime', '100 Car Pile Up') y llenas de detalles, prueban que estaban en un momento especialmente inspirado y sensible. Aunque en 1999 declararon estar trabajando en un disco que pretendían autoeditar de nuevo, nunca más se supo. Todos estos años, eso sí, han seguido tocando en directo de vez en cuando. 

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