Minutos: Kim Gordon en Sonic Youth (anverso, reverso y grises)


La primera vez que entendí que podía estar equivocándome seriamente con Kim Gordon (voz, guitarra, bajo) si me quedaba con una primera impresión de personalidad impenetrable, fría y a todas luces intimidante, fue cuando la vi en el documental 1991: The Year Punk Broke (Dave Markey, 1992) recreando una de las escenas más arrogantes de En la Cama con Madonna, esa en que, frente al espejo, le dice a su manager tras un concierto: "Me dijiste que no habría peces gordos de la industria en la primera fila". Siempre cometemos el error de proyectar rasgos en los artistas a partir de lo que nos dejan ver; y de sentirnos mejor, más conmovidos por su arte, cuando atisbamos algo que nos permite empatizar con ellos. Ver un pellizco de su sentido del humor en ese metraje filmado en Super 8 me acercó un poco al personaje, pero nunca borró el misterio y la idea que de ella tenía; ese dominio en su mirada.

Hace unos meses hojeé su libro de memorias, Girl In a Band (2015), una tarde que tenía que hacer tiempo en una tienda. Solo repasé por encima alguno de los capítulos que trataban su trayectoria en Sonic Youth y dejé el libro en una pila con la sensación de que eran inconexos y escuetos, un poco desencantado. Ahora que llevo leído más de la mitad, debo decir que fue una suerte que, una vez más, una impresión apresurada no me disuadiera de insistir. Como ella misma apunta, de Sonic Youth se ha escrito ya mucho y de esa faceta se ha limitado a recoger anécdotas y a dar pistas sobre sus inspiraciones en cada etapa. El grueso de interés está en lo demás; en la posibilidad de comprender mejor y conocer más a una mujer introvertida por las circunstancias y apasionada del arte que, desde el seno de una de las bandas de rock más poco ortodoxas de nuestra historia, articuló ideas de feminismo y femineidad desde inteligentes, a veces inauditas, perspectivas. Su voz era y es más que particular: consciente de sus limitaciones para cantar, cuando tiene que entonar saca las notas como si le estuviesen apretando el cuello, ilustrando una interesante tensión y vulnerabilidad; cuando recita, lo puede hacer con tanta autoridad como sencillez.

Repasar su vida me ha llevado a hacer lo mismo con sus aportaciones a la extensa discografía de Sonic Youth, así que aquí debajo intento diseccionar doce piezas fuera de las habituales ('Bull In the Heather', 'Kool Thing', 'Drunken Butterfly') que dan fe de lo singular -y plural- de su mirada, ampliable con un pequeño apéndice en este articulo que ya escribí sobre la canción 'Secret Girl'.


Para escuchar en Spotify:


'Reena' (Rather Ripped, 2006)
Para la pieza que abre el disco más melódico y decididamente accesible de Sonic Youth, Gordon se inspiró en la novela colectiva Reena Spaulings (Bernadette Corporation, 2005) y tuvo una afinada puntería para recoger esa sensación de euforia y atracción (también decepción) que se produce cuando se reconoce en alguien un fuerte carisma. La canción -como muchas de Sonic Youth en este periodo, dirigida por una trama de guitarras limpias- va derramándose con agilidad y Kim queda retratada en un marco vibrante, rejuvenecida. Es de los temas de la última etapa de la banda que interpretó en directo más veces hasta que se separaron en 2011, abandonada a liberar esa energía bailando y dando saltos de alegría, olvidándose del bajo y de la guitarra. 

El de 1994 fue un claro disco de transición para Sonic Youth. Tras entregar dos álbumes a la multinacional Geffen con un sonido henchido de distorsión, necesitaban redirigir el rumbo y que la intención experimental volviese a ser prioritaria en su música. Apareció en medio de un clima extraño para el rock alternativo, a penas un mes después de la muerte de Kurt Cobain, y no podía estar más alejado de la música que gracias a Nirvana llevaba dos años de permiso de residencia en los mass media. Canciones cortas y retales de ideas para el futuro, aún en crudo. 'Skink' es una de las composiciones menos comentadas de Kim; contenida en un ambiente cenagoso y tenso, entonando con una mezcla de rubor e intimidación hasta que florece tímidamente: "Besa más allá, bésame en los labios / Uhhh, ¡te quiero!". Esa candidez parca en palabras es un peligro en sí mismo.

'Beauty Lies In the Eye' (Sister, 1987)
Aunque la memorable 'Shadow of a Doubt' (EVOL, 1986) fue precedente de cómo Kim podía proyectar una sensualidad vaporosa en la penumbra, 'Beauty Lies In the Eye' es más física que ensoñadora; como si te hablase muy cerca y te pusiera entre la espada y la pared. Hay algo provocador en el magma irisado y los destellos de luz dorada que se cruzan entre una guitarra acústica y las eléctricas, y verdadera inquietud cuando la percusión se acelera brevemente hacia el final. Está el doble significado de la palabra "lie": "La belleza miente/yace en los ojos del sueño de otra persona". Kim lo recita con sazón, siempre sujeta a cierto misterio: lo que nos hace querer a alguien, puede ser poco más que nuestras propias ilusiones proyectadas en el otro ser. El toque final, apropiándose del tono con que un mujeriego se dirigiría a cualquier presa, es sublime: "Eh, pibón, ven aquí / Eh, guapa / Acércate, cariño".

'Swimsuit Issue' (Dirty, 1992)
La influencia de Sonic Youth en el grueso de bandas surgidas en el panorama underground a finales de los años 80 es inestimable, y de manera recíproca, toda esa energía que empezó a bullir más allá de lo alternativo en 1991 les inspiró a ellos su trabajo más vigoroso y compacto. Kim cantó en la mitad de las canciones de Dirty y en su mayoría lo hizo con fiereza inaudita; un despliegue de actitud siempre seductora pero agresiva que le llevaba a raspar la voz y hacerla arder como un cubo de plástico frotado obsesivamente contra el pavimento. En este tema lo hace a hombros de una percusión tribal y hasta industrial que desemboca en un controlado caos de acoples. "Yo solo estoy aquí para que me dictes / no quiero ser una sensación / (...) No voy a chupártela / en un Sunset Bungalow", advierte, en la piel de la secretaria de un ejecutivo de Geffen que había acosado sexualmente a su empleada. Los 10 nombres recitados al final son de las modelos que integraron el número de marzo de 1992 de Sports Illustrated.


'The Sprawl' (Daydream Nation, 1988)
Sin duda, el punto de rock conciso, eminentemente distorsionado al que llegaron en Dirty tuvo su germen en los logros de Daydream Nation, un disco que ayudó a redefinir el rock moderno el mismo año que lo hicieron Surfer Rosa de Pixies y House Tornado de Throwing Muses. Es el primer álbum de Sonic Youth que suena mayúsculo y preciso en cada una de sus partes. En la primera estrofa de 'The Sprawl', Kim utilizó cosas que había oído decir a distintos yonkis y prostitutas cerca de su apartamento en Eldridge Street, en Nueva York ("Me he adaptado hasta el punto que llevo faldas y medias de nylon barato / Quería saber las dimensiones exactas del infierno"), pero en su libro menciona que en el fondo del texto yace el embobamiento del consumismo y el aislamiento que podría sentir una chica en un pequeño pueblo, que anhela ser arrastrada por un mar de posibilidades con tal de salir de ahí. 

'Female Mechanic Now On Duty' (A Thousand Leaves, 1998)
"Esta es para todas las chicas que no quieren ser madres ni amantes ni putas ni nada", dijo una vez Kim al presentar esta pieza en directo en 1998. El éxito comercial de Alanis Morissette trajo consigo la irrupción de una serie de réplicas suyas, embaladas por las multinacionales con el precinto de "rockera de verdad". Cabalgando esa ola, Meredith Brooks debutó en 1997 con el single 'Bitch', poniéndose al servicio de todos a base de clichés ("Soy una puta, una madre, una niña, una amante, una pecadora, una santa, y no me avergüenzo"), que defendía -y vendía- como un himno feminista para las mujeres de los 90. Kim Gordon armó esta canción a partir de un riff sucio y de combate como una respuesta a eso y como una declaración de principios desarrollada por secciones, de lo salvaje ("Quiero darte vueltas hasta que estés bajo tierra") a lo solemne del interludio, donde dice: "Las mujeres modernas lloran / las mujeres modernas no lloran / me hieres con tu mentira".

'I Love You Golden Blue' (Sonic Nurse, 2004)
En la última etapa de Sonic Youth, Kim cuenta con un puñado de canciones especialmente frágiles ('Turquoise Boy', 'Massage the History', 'The Neutral') que desvelaron una faceta afectuosa poco explorada anteriormente. Entre ellas, 'I Love You Golden Blue' es quizás la más tierna. Susurrando y entonando en su habitual escala quebradiza, va consiguiendo poco a poco ganarse la confianza de una persona demasiado petrificada para hablar, demasiado bloqueada para mostrarse tal y como lo necesita. "Puedo leerte la mente / puedo encontrar el tiempo / puedo sentir la emoción". Sostenida en un entramado de guitarras delicado, la música es una danza estratégicamente ideada para llegar a pinzar el corazón en el mismo punto donde lo hace la letra.

'Little Trouble Girl' (Washing Machine, 1995)
El misterioso goteo de notas al principio de este medio tiempo advierte de que la perversión está a la vuelta de la esquina. Su inspiración para este tema fue la inteligencia con que el repertorio de los grupos de chicas de los 60 (fueran de la escudería Motown o del nido de Phil Spector) se desenvolvía entre lo pérfido y lo ingenuo. La estructura no engaña en el homenaje a ese estilo: un estribillo cándido, cantado a tres voces entre las que domina la de Kim Deal (Pixies, The Breeders); y en las estrofas, Gordon dirigiéndose a su madre en una letra hablada y un tono buscadamente anticuado y respetuoso, mientras se sostiene una misma nota base y los arpegios de guitarra siguen anunciando algo irresuelto. La dicotomía entre la eterna idea de saber estar con que se educa a las chicas y el deseo de romper el molde y vivir su vida. "Lo siento madre, preferiría luchar a tener que mentir".


'Halloween' (Flower single, 1985)
Si los primeros acercamientos de Kim Gordon al micrófono habían dado lugar a piezas directamente sanguinarias ('Brother James'), tenebrosas ('Protect Me You') o mezcla de ambas ('Shaking Hell'), en la cara B del single Flower se dejaba llevar por primera vez por algo realmente negro y borroso. Es curioso que en sus memorias comente que esta canción fue inspirada por un concierto memorable que vio de Black Flag en California (y en concreto por la figura de Henry Rollins), porque en su fraseo arrastrado y narcotizado, y en la forma que tiene de narrar que "estás jugando conmigo / reptas por el suelo hacia mí / tus labios se escurren / retorciendo mis entrañas", podríamos leer el testimonio moribundo de una persona abducida por un espectro. Eso, y la cualidad esquelética de las guitarras y la percusión, inspiraría el título. 

'JC' (Dirty, 1992)
Como toda elegía articulada desde la pasión y las heridas, este recuerdo de Kim a su amigo Joe Cole (asesinado tras un asalto cerca de su casa, en 1991, a la edad de 30 años) conmueve sin empeño ni sacrificio. Es el único punto desnudo y vulnerable que se permitieron en el arrollador Dirty, una pieza igualmente cargada de distorsión pero a la que se otorga espacio y la sensación de ingravidez. El resultado es tristísimo y aún así ciertamente exuberante, por la pasión que la dirige. Las frases de Kim se suceden como si estuviesen a punto de pisarse, la ilustración de una traicionera ansiedad en medio de un recuerdo en la noche: "Y algo me dice que no me preocupe / gírate y corre, eso es un empujón / estás volviendo a atravesar mi corazón / no te olvides de cerrar la puerta".

'Washing Machine' (Washing Machine, 1995)
La pieza que bautizó el primer disco de la etapa post-transicional de Sonic Youth, en la que empezaron a deconstruir las torres de rock erigidas a principios de los 90 con formas más y más abstractas. Aunque no sería hasta dos años después cuando inaugurarían su propio estudio en Nueva York, lugar donde lo grabarían todo a partir de entonces, Washing Machine ya recoge esa cualidad doméstica y libre en el planteamiento que determinaría su producción en la década de los 2000. La primera parte de este tema que bordea los 10 minutos es frenética, disonante (suenan tres guitarras, nada de bajo); Kim adopta un tono entre tosco y simple, como en el papel de una chica excitada ante la idea de un encuentro sexual. En la segunda parte, más expansiva y distendida, narra la aparición de una mujer en el cielo que le dice: "Cariño, aquí tienes un cuarto de dólar, ve y mételo en una lavadora". La figura de la conciencia femenina, no censurándola sino todo lo contrario.

Esta canción siempre fue una debilidad personal cuando me compré Experimental Jet Set... a los quince años. Es fácil sin dejar de ser interesante, preciosa y cálida como ninguna le había oído entonar -y aquí entona bastante- a Kim Gordon hasta entonces. Te acurrucas entre lo aplastante ("Te crees que eres mi hogar / en el fondo eres simplemente un poco puta") y las ilusiones ópticas ("Los vaqueros languidecen / las niñas son abejas / ¿De verdad se dirige hacia mí una diligencia de color verde?") y da igual llegar al meollo de lo que esté describiendo. Cuando te tiene hechizado entre tanta sutileza, la canción se hincha con un acorde mayor y Kim estalla de euforia, con un "Wooooo!" que es pura felicidad. Sí; ocurre dos veces para apuntalar la emoción que produce la primera.

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