Tarde o temprano: Núria Graham - "Does It Ring a Bell?" (2017)

Presto atención a Núria Graham cantando 'Morphine', la canción que cierra su segundo álbum, el día que ya llevo tres escuchas de Does It Ring a Bell? (2017) porque me he rendido a su atrayente narrativa. A estas alturas, cuando le oigo entonar el par de versos que detienen la sección rítmica ("Juntar las palabras es difícil de por sí / pero la gente se entera tarde de las cosas"), tengo la impresión de que lo hace con tal pericia que debo darme por aludido, aunque lo que esté cantando nada tenga que ver con lo que se me ocurre: que quien se ha enterado tarde soy yo. Me he perdido cómo ha sido la trayectoria que le ha llevado a exudar hoy en día esta finura de ademanes templados y mi sensación es la de estar viviendo una reposición de otro mes de febrero, cuando hace ocho años el disco homónimo de Maika Makovski -otra obra bien atada y deslumbrante, que ya era la tercera de su discografía- también hizo que me preguntara por qué no había puesto la oreja antes. Cuando dio uno de sus primeros conciertos importantes como telonera en la sala Apolo de Barcelona, a finales de 2014, me retrasé y no pude llevarme ninguna impresión, sonando su última pieza mientras me quitaba la chaqueta e intentaba acomodarme en un lateral del escenario. Progresivamente se la vino comparando con la figura americana que esa noche coronaba el cartel y quizás había algo de razón, superficialmente: Graham sufrió una transformación indiscutible -e irreversible- sobre las tablas en los meses que sucedieron a ese concierto; su presencia, física y sonora, se tornó imponente y no es nada reprochable que la imagen de Annie Clark -no quería y acabé diciendo su nombre- fuese para ella una potente efigie, el tipo de inspiración que te empuja a llevar más allá tu propio trabajo aunque transitoriamente adoptes algo suyo. Todo el mundo tiene y necesita ese tipo de referentes. El faro de St. Vincent la iluminaba intermitentemente en el EP que recoge ese momento de cambio y experimentación, In the Cave (2016), pero Does It Ring a Bell? entierra una comparación que ya es un palo de ciego.

La simplicidad esencial de esta colección de diez canciones, el matiz sereno con el que Graham desliza la mano izquierda por los trastes, conversa consigo misma y rasga las cuerdas como si la púa tuviese una elasticidad imposible, es una verdadera sorpresa. Producidas junto a Joan Pons (El Petit de Cal Eril) y armadas con ese sonido de guitarra limpia y acuosa que solo decide caldear en un par de ocasiones; la sobriedad de Aleix Bou a la batería, de Jordi Casadesús al bajo; y el teclado de Artur Tort, bien medido para sostenerlas en un marco celeste cuando lo requieren, al principio pueden parecer monocromáticas, pero poco a poco van revelando su carácter. Ha conseguido concebir un sonido atemporal que ilustra sin referencias literales cómo sus gustos abarcan desde The Durutti Column y Jeff Buckley a Lou Reed y Miles Davis. Por el lado lírico, ha contado que todas las canciones excepto una fueron escritas en un espacio de tiempo concreto, intentando explicarse su errática conducta después de romper una relación importante y sentir que "me estaba autodestruyendo expresamente, todo eso pasó porque yo quería ir hacia la oscuridad, porque es lo que necesitaba en ese momento. Pero luego se acaba la oscuridad".

Tomando prestado el título del disco con el que Kate Bush cerró la década de los 80, diré que Does It Ring a Bell? encierra el mundo sensual de Núria Graham. Su indagación en esa faceta suya que se inclinaba hacia el desorden emocional nos llega en un tono conversacional, una sutileza en sí mismo, que transmite tanta madurez como descaro; la frescura retórica de quien es joven y mira hacia el futuro con confianza cuanto más entiende lo que ha visto en las aventuras que quedan en el pasado. "Besé a Ann por una razón que puedo explicar / (...) estaba buscando algo nuevo que contar", descubre en la canción que da título al álbum, un tema de cadencia sosegada donde mejor sugiere los flashes de esa época convulsa. 'Bird Hits Its Head Against the Wall' es como un espejo de esta, y mientras la música te acuna ella encaja golpes significativos: "Es hora de crecer, chica / no sabes cómo hablar / suenas estúpida, no tiene gracia / ya no eres joven". Cuando se relaja y se repite "Nena, solo estoy esperando que pase el tiempo" uno no sabe si leer que tiene fe o todo lo contrario, y esa tensión nutre estas canciones que fluyen suavemente, melódicas y aún así enigmáticas, mientras mencionan excesos, recuerdos de viajes y de momentos íntimos con más desafecto que nostalgia. 'Cloud Fifteen' brilla especialmente al retratar un momento de lúcido carpe diem en un aguafuerte pop, mientras que 'Lucifer Sam' o 'Smile On the Grass' se aproximan al genero desde un lugar más conciso, la segunda incluso con tintes jazzies. Si en 'Peaceful Party People from Heaven' y 'Morphine' (que suena a cierre natural de esta historia) se permite un margen estructural más holgado para desarrollarlas y desatar a la banda, 'Marianne' y 'Sinner' te engatusan con un juego coqueto que casi te hace olvidar que se está definiendo poco menos que como una calamidad. Se guarda un instante noctámbulo y perverso, 'Hide Your Emotions (Somewhere Safe)', donde su postura interpretativa y la alternancia entre los arpegios y los golpes secos a las cuerdas de la guitarra bastan para hacernos sentir cómo cierra un capítulo. Quizás ahí se aconseje que más le vale guardar a buen recaudo sus emociones, pero al pensar en esa consigna seguro que no tenía en mente su música. Aquí no lo ha hecho.


Para escuchar en Spotify:


Comentarios

JS ha dicho que…
Un artículo fantástico sobre un buen disco.
Muy bien escrito. Enhorabuena.
Por cierto, ¿dónde podría enviarte el enlace de un disco? No encuentro ningún mail al que dirigirme.
Muchas gracias.

Jordi.