El despiece: Maddening Flames



"Maddening Flames eran mi grupo favorito me parece a mí. Era súper fan porque eran de mi pueblo y eran buenos de cojones. Ahora los he vuelto a oír y no sé, pero en la época me parecían muy buenos. Les conocía desde las maquetas y cuando salió el primer disco, pues lo típico, que me molaba más la maqueta porque el disco me parecía que estaba demasiado producido y esas cosas... Pero las canciones me parecen muy bonitas y me acuerdo de todas, de 'Running Out of Things to Say', de 'Big Black Bird'...". Manolo Martínez (Astrud) en Supernovapop, 15 de mayo de 2007.

A principios de los años 90, cuando a nivel de infraestructuras todo estaba por construir en la escena musical independiente de nuestro país, el noise pop era la vía artística más transitada: la mayoría de grupos que llamaban la atención de los medios especializados y que luego buscaba el público más curioso tenían a la santísima trinidad formada por Sonic Youth, Pixies y Dinosaur Jr como modelos para empezar (algunos calcándolos a carboncillo), y se bautizaban con los títulos de sus canciones. Durante el primer lustro de la década, ante la oferta inabarcable de formaciones que hacían brazadas en ese océano impúdicamente ruidoso y efervescente, cualquier cosa que se saliera de esos márgenes de estilo parecía contar con menor respaldo de la audiencia pero, con el paso de los años, los que fueron diferentes destacan entre el rebaño por su personalidad, valía e incluso por su mayor pericia técnica en aquel momento. En ese lugar ha situado la historia a la banda gaditana Maddening Flames.

Muni Camón (voz y guitarra), los hermanos Manolo (guitarra) y Juanlu González (bajo) y Jose María Millán (batería) se juntaron a finales de 1990 en El Puerto de Santa María (Cádiz) para formar una banda que tomó su nombre de unas palabras escritas por el productor Mark Kramer, reproducidas en la carpeta del disco On Fire de Galaxie 500: "Como una brisa extrañamente cálida y alimentada malévolamente por llamas enloquecedoras detrás". Su música, aunque no renegaba de la fórmula resultante de mezclar distorsión moderada y melodías pop, quizás no conocía coetáneos en España en ese momento (diez años más tarde hubieran corrido una suerte muy distinta) porque sus referentes miraban hacia atrás, hasta el lugar en el que se encuentran The Byrds o el Neil Young de álbumes como Zuma, pero lo mismo que les divorciaba del panorama musical patrio les hacía cuadrar dentro de lo que se estaba haciendo a un nivel más global: es fácil pescar el hilo transparente que vincula a Maddening Flames con bandas que les eran contemporáneas y que estaban funcionando con un notable nivel de popularidad en Europa y los Estados Unidos como Bettie Serveert, Teenage Fanclub, Madder Rose o Yo La Tengo. Sus composiciones tomaban una estructura pop-rock más clásica, con preferencia por los medios tiempos, y la cadencia tranquila de la voz de Muni se encargaba de repuntar las emociones que emanaban de las partituras.

Se dieron tiempo para crecer y mejorar, grabando una primera maqueta de cinco canciones en abril de 1992 que prefirieron no utilizar para darse a conocer todavía, a pesar de haber quedado muy satisfechos con ella y de contener piezas tan sólidas ('809', 'Smile') como las que grabarían más adelante. La segunda, registrada en agosto del mismo año y titulada Crooked, empezó a sonar en varios programas de radio y les valió la respuesta positiva de las tres discográficas donde la enviaron, llevándose el gato al agua Radiation (casa de los por aquel entonces intocables El Inquilino Comunista). Contenía cuatro canciones que acabarían formando parte de su primer álbum, cuya grabación tuvo lugar en octubre de 1993 financiada con el dinero conseguido tras ganar un accésit del concurso Villa de Bilbao, compartido con los grupos Banana Boats, Kactus Jack y Los Nadie. Wanderlust se publicó en febrero de 1994, cuando el grupo había tocado en público apenas una docena de veces. Producido por José Manuel Gómez (miembro de sus paisanos Los Hermanos Dalton, que estrenaba así su grabadora de dieciséis pistas), el disco supuso un pequeño hito dentro del panorama nacional (siempre hablando del ámbito independiente), moderado en cuanto a copias vendidas pero recibiendo muy buenas críticas por parte de la prensa especializada, que supo reconocer en la banda un discurso coherente, emocionalmente efectivo y cantado en un inglés que no se reducía a un puzzle de palabras indescifrables para camuflar una mala redacción, sino que explicaba historias tan bien como pudieran hacerlo Le Mans. Hacer eso utilizando el idioma anglosajón todavía no era nada frecuente entre los grupos de ese indie de breviario. Revisando el álbum a día de hoy, la belleza de las composiciones es evidente pero la producción entierra un poco sus encantos al sonar monocromática y turbia. Quizás a las guitarras les faltase empaque y ese bajo, que suena compacto como si con cada nota se doblase la esquina de una caja de cartón ondulado, debería haber sido mezclado de otra forma, pero al fin y al cabo era la primera experiencia seria en el estudio tanto para la banda como para el productor.

"Es probable que ahora eliminara algunas de las canciones", declaró Muni a la revista Spiral. "Hubiera esperado más tiempo antes de grabarlo para encontrar más canciones y las hubiera tratado de otra manera. (...) No reniego en absoluto del disco, pero me parece que todavía no sabíamos claramente lo que éramos y lo que queríamos". Maddening Flames hacían del medio tiempo el canal perfecto para las reflexiones de Muni, desde la confusión ("Odio el mundo / [...] entiendo muy poco de lo que realmente soy", dice en la seria 'Cobweb') a la nostalgia, fuese en forma de diálogo entre su voz y los punteos de Manolo (ese toque húmedo en la distorsión que, en 'Queen Olive' o 'I Don't Mind', se aviene al sonido de El Regalo de Silvia en su primer álbum) o en la simplicidad de los sonidos acústicos de 'Two of a Kind', aunque la urgencia dominaba oportunamente piezas como la obsesiva 'Left Out' ("Ando sobre tus huellas / duermo en el umbral de tu puerta"), 'It's Me Again' o 'Sick and Tired'.  'Was She Everything', tema que sobresale entre los demás por la desnudez y una supresión completa de la electricidad que les sienta muy bien, daría pistas sobre sus intenciones de cara al próximo álbum.

A finales de abril de 1994 abrieron los conciertos de The Breeders en las fechas de Barcelona y Valencia (donde Kim Deal y compañía no pudieron tocar más de 20 minutos por problemas técnicos de la sala) y aprovecharon una breve estancia en Madrid para grabar una sesión acústica en el programa Disco Grande de Julio Ruiz, donde se pudo disfrutar de cinco de las canciones de Wanderlust con renovada frescura. Ante los micrófonos de Radio 3 reconocieron que la gira había sido positiva porque les había podido ver mucha gente por primera vez, pero admiten la decepcionante realidad de la subsistencia independiente: "En Valencia se vendió un disco y en Barcelona, tres". En septiembre actuaron dentro de la programación del festival BAM de la ciudad condal y contribuyeron a un EP de tributo a Marc Bolan publicado por Colectivo Karma, Cosmic Rocker (versionando el tema 'Raw Ramp') antes de desaparecer para trabajar en un segundo disco que, lamentablemente, también sería su canto de cisne. El grupo volvió al estudio de grabación en abril de 1995 con la idea de depurar su sonido y dejarlo en algo más acústico, sutil y ordenado. Paco Loco fue su elección para producirlo, alguien con una excelente y merecida reputación a los controles de la mesa de mezclas que se había especializado en trabajar con gran cantidad de grupos debutantes, mostrando la versatilidad de sus ideas en discos de contrates extremos como Chandal (1994) de Eliminator Jr. o Draining Your Brain (1995) de Sexy Sadie, proporcionando el equilibrio entre los momentos detallistas y los estallidos de lejía.

La de Six Ways To Sunday es la primera producción de Paco Loco que suena armoniosa, cálida, madura, y es porque trabajó con un grupo que había dado un estirón modélico desde ese otoño de 1993 en el estudio de Los Hermanos Dalton. Se habla de cómo los discos de madurez de la escena independiente española, aquellos que no presentaban fisuras técnicas y donde los grupos ya veteranos brillaban sin complejos, se publicaron entre 1997 y 1999, pero aquí está este álbum publicado en noviembre de 1995 como prueba de que -con toda la discreción del mundo- Maddening Flames firmaron el primero. Paco Loco estuvo inspirado para retratarlos y las canciones desfilan en concordia. La sesiones de grabación incluso propiciaron el inicio de una relación sentimental del productor con Muni Camón que acabó en boda, anunciada por Julio Ruiz cual acontecimiento indie de dominio público desde el escenario del Festival de Benicássim de 1995. Las habilidades de la banda quedaron mejor reflejadas en Six Ways to Sunday. Se expusieron sin temor a la lumbre de las guitarras limpias y acústicas (una paleta muy rica de ellas) y racionaron la distorsión -concisa y flotante- a pinceladas. Chez García (teclado), Carlos José Martínez (cuerdas, aunque mediante sampler por cuestión de presupuesto) y Juanjo Mintegui (guitarra) ampliaron la banda y contribuyeron al preciosismo del sonido.

Muni escribe sobre relaciones acabadas y chicas que no saben a dónde van, escurridizas y complicadas ('Nobody Told Her' -el inicio del disco ya avisa de su desvergüenza pop-, 'Elisabeth', 'María') en unas canciones mejor acabadas que antaño y con más paisaje: desde la misteriosa 'Bedroom Child' (con una letra conmovedora sobre una persona encerrada en sí misma) al júbilo que colma 'Turn Around' y 'Big Black Bird' (muy bien elegida como single: su desarrollo efervescente es de lo más contagioso del disco). Fran Fernández, de Australian Blonde, cantó con Muni en la delicada 'Pretty Girl', uno de los mejores ejemplos para apreciar la altura del trabajo de las guitarras. El grupo dijo que el disco era más accesible que Wanderlust, y el mundo debería haberse enterado pero no fue así. Maddening Flames se disolvieron poco después de que se publicase Six Ways to Sunday. Juanlu González siguió en un grupo que ya tenía paralelo a este, Driver 8, que tomaba de R.E.M. el nombre y algo más, y Muni ha sido la compañera de Paco Loco todos estos años, dejándose oír en las grabaciones de los grupos que pasan por sus estudios en contadas y preciadas ocasiones.


Sesión acústica para Disco Grande de Julio Ruiz en Radio 3, 6 de mayo de 1994:
Podcast (repetición de la sesión, emitida en 2009)

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