El despiece: Babes In Toyland


1991: The Year That Punk Broke. "El año que el punk estalló", resumía para la posteridad el título de un documental a propósito de la gira que Sonic Youth hizo ese año por Europa, llevándose como teloneros a Nirvana cuando faltaba un suspiro para que Nevermind barriera el carácter irreverente que tienen todos y todo en ese film. Capturadas por la cámara de David Markey -con Thurston Moore a la cabeza como reportero satírico-, las bandas con quienes coincidieron en el Reading Festival bullen con carisma en un paisaje que quizás fuese retratado aquí por última vez con esta pureza; el panorama fértil del rock al margen del establishment, distinguido como una contracultura poderosa antes de que llegasen los interrogantes derretidos en símbolos de dólar a sus pastos. El verano de 1991 -inmortalizado en Super 8 con pulso trémulo y sonido distorsionado- se adivinan pocas concesiones. El cinismo aún no se utilizaba con desconfianza contra los camaradas, sino contra todo lo demás: desde Kim Gordon parodiando una escena ebria de divismo de En la Cama Con Madonna a Dave Grohl y Krist Novoselic arramblando con los brebajes y la fruta del backstage con pose afectada y telenovesca. Me hice con este documento en VHS cuando tenía quince años, ocho después de que ocurriese todo, y entre toda esa fauna con la que tanto me divertí solo una actuación musical me hizo rebobinar para recrearme en lo que acababa de ver. Un segmento de a penas tres minutos con Babes In Toyland interpretando 'Dust Cake Boy' delante de la multitud en Reading, con todos sus colegas y el legendario locutor británico John Peel viéndolas desde los laterales del escenario. Una canción con un nervio violento: Kat Bjelland (voz, guitarra) esputando cada verso como si te empujase, entre el grito manchado de repulsión y la intimidación; los redobles de goliat desembocando en porrazos a los platillos; las manotadas al bajo. Algo en medio de esa energía rotunda, disonante en esa filmación, me atrajo por su integridad. Cuando algo te turba así en una primera impresión, es difícil que venga de un farsante.

'Dust Cake Boy' encabezó el primer single de Babes in Toyland, publicado por el pequeño sello Treehouse Records cuando a penas llevaban dos años juntas, en 1989. Bjelland había crecido en un pequeño pueblo llamado Woodburn (Oregón) y ya había formado parte de varios grupos desde que se mudase a la ciudad de Portland cuando tenía 19 años. Formaciones como The VenaraysPagan Babies (junto a Courtney Love, a quien conoció en 1985) o The Italian Whorenuns no fueron más allá de pocos conciertos y maquetas, llevándola de Oregón a San Francisco y de ahí a Minneapolis (Minnesota) en 1987. Sus antiguas discrepancias con Love sobre la dirección en la que debía ir su música pasaron a la historia; Kat estaba decidida a tocar música garage lo más alejada posible del pop y su propósito empezó a concretarse en serio cuando conoció a Lori Barbero, una chica que nunca había tocado un instrumento pero que tenía una batería en su sótano y que se visualizó tocándola cuando Kat la tentó. Lori no era cualquiera; su naturaleza sociable y su rol activo en la escena musical -de la que era una espectadora implicada, cuidando a todas las bandas que pasaban de gira por su territorio- hacían que prácticamente todo el mundo supiera quién era en Minneapolis. 

Tras probar con un bajista y una cantante que no encajaron, el grupo se consolidó como trío al incorporar a una bajista joven y autodidacta llamada Michelle Leon (bajo) y decidirse Kat Bjelland a ser la cantante, algo que había evitado en todos sus grupos anteriores. Su estilo indómito hacía imposible imaginar que hubiese podido reprimir esa furia tanto tiempo. Cuestionada en 1995 sobre qué inspiró una expresión tan abrasiva, respondió: "Estar castigada toda mi vida. Es bueno para la imaginación". Su madre la abandonó siendo una niña y se quedó con su padrastro sin saber que no era su padre biológico hasta bien entrada la adolescencia. La nueva esposa de éste la trató de forma abusiva hasta convertirla en una persona hermética que no osaba abrir la boca en casa, aunque en el instituto era popular e incluso una estudiante modélica. Cuando la abrió en Babes In Toyland fue con determinación, atacando las partes vocales con la misma pasión y ausencia de límites que abordaba las de guitarra. Su personalidad a través de las composiciones, sumado a la simbiosis que existía con Lori y Michelle, dirigió a la banda hacia un rock catártico, primitivo y tremebundo como el que pudieran facturar The Stooges, The Birthday Party o The Cramps. El grupo fichó por Twin/Tone, un importante sello independiente de la ciudad, y viajó a Seattle (Washington) para grabar en solo cinco días su primer álbum con Jack Endino, productor acreditado en discos de Mudhoney, Screaming Trees o Nirvana.

Spanking Machine apareció en abril de 1990 y se considera un disco seminal, no solo porque crearía escuela para la inminente hornada de grupos íntegramente femeninos o liderados por mujeres que aparecerían en los años 90, sino porque se desmarcaba del rock ilustrado con distorsión maciza y cuadrada  que había a su alrededor. Endino capturó a la banda prácticamente en directo, sin importar que se acelerasen en un par de compases arrebatadas por la misma interpretación o cualquier otro detalle que por su imperfección normalmente se descartaría como error. Kat retuerce unos acordes que son como matorrales de maleza en canciones donde desenmascara a chicas manipuladoras (las agitadas 'Swamp Pussy' -"Haz un brindis por todos tus problemas / tienes problemas / ¡Deja de existir!"; y 'Lashes': "La niña tiene unas pestañas de rubí / que te azotarán la columna"), les marca el territorio ('He's My Thing') y también se ensucia en relaciones de amor/odio ('Vomit Heart'), la pura repugnancia ('Dust Cake Boy', 'Never') y el rencor (en la lóbrega 'Pain In My Heart' grita: "¡Fríete, fríete de una puta vez, mi triste novio!"). Lori Barbero, cuya forma de tocar la batería es otra clave del carácter de su música, se acerca al micrófono en 'Dogg', una pieza sobre la humillación que se arrastra como el sujeto, con repetidos golpes de bombo sobre los que bajo y guitarra clavan agujas de vudú.

Las incipientes riot grrrls citaban a Babes in Toyland como inspiración y suspiraban hasta el desmayo en sus conciertos pero ninguna se acercó en su música a esa auscultación de la psique, esa cólera y angustia personal. Incluso Courtney Love estudió muy bien lo que estaba haciendo Kat antes de volar a Los Ángeles para formar un grupo, Hole, con el que quería superarla en oscuridad, yéndosele la mano con la espesura de la música y la sobreactuación. Lo asilvestrado de Babes in Toyland, aunque no siempre sencillo en la primera escucha, se traducía en algo ágil; físico como el punk-blues de Pussy Galore y reminiscente en la intención de la no wave de los primeros años 80 (Lydia Lunch viene a la mente cuando Kat enfría la voz con ingenuidad) pero al fin y al cabo devastador por méritos propios. Si en los Estados Unidos validaron su estatus entregando dos temas a la colección mensual de singles del sello Sub Pop, en Gran Bretaña y Europa fue John Peel quien tuvo un rol clave para dar a conocer al grupo, empezando por el hecho de que pincharlo en su programa resultó en la creación del sello Southern exclusivamente para publicar Spanking Machine fuera de América, según la propia fundadora Allison Schnackenberg. John Loder y ella tenían unos estudios con el mismo nombre y se lanzaron a la aventura discográfica cuando se quedaron prendados de la banda. Con ellos y para ellos graban el mini-LP To Mother (1991), siete canciones grises y claustrofóbicas -desde la fascinante montaña rusa de 'Catatonic' a la alucinada caída libre de 'Mad Pilot' o el instrumental 'The Quiet Room', recuperado de los días de Kat en Pagan Babies- que se publicaron coincidiendo con los conciertos veraniegos que culminaron en el célebre Reading. La banda recibió un revés del que no se recuperó en diciembre cuando la pareja de Michelle Leon, un roadie muy querido por los grupos de la escena alternativa llamado Joe Cole, fue asesinado delante de su portal en Los Ángeles por unos asaltantes. Michelle acabó dejando el grupo en un par de meses, a las vísperas de entrar a grabar el álbum que certificaría su fichaje por Warner Brothers, un trato que se había estado gestando durante meses por insistencia del cazatalentos de la multinacional Tim Carr, que vio un concierto del grupo de manera fortuita una madrugada en Nueva York y tuvo un flechazo. Carr veía potencial en el trío para acercarlo a un público mayor y ellas no querían perder la oportunidad ni perdiendo a una bajista con un estilo tan personal. En pocas semanas ya habían reclutado a Maureen Herman, una vecina de Minneapolis que se había mudado a Chicago. Fontanelle (1992), álbum co-producido por Lee Ranaldo de Sonic Youth, elevó su techo comercial cuando Nirvana había desbancado a Michael Jackson de las listas.

Las canciones de Fontanelle, encabezadas por un ajuste de cuentas nada velado a Courtney Love llamado 'Bruise Violet' ("Tú ves las estrellas con los ojos iluminados por mentiras / tú tienes todas tus historias mezcladas con las mías"), venían presentadas con un sonido más metálico, limpio y compacto; como grageas de punk-rock conciso de distintos niveles de brutalidad: 'Handsome and Gretel', plagada de obscenidades, es la más bárbara, pero otras como 'Pearl' o 'Won't Tell' no le van a la zaga, con esas melodías fantasmagóricas que se alternan con el tono bronco habitual. Cohesivo pero aún así versátil, el repertorio destapa detalles como la guitarra cristalina que mece las partes sedadas de 'Spun', las estrofas sostenidas en la tétrica línea de bajo de 'Right Now' o el sonido de cristales rompiéndose en la escalofriante y desesperada ("Aquí estoy, a tus órdenes / porque se ha ido") 'Gone'. A pesar de seguir contando con el apoyo de la crítica y del aumento de su popularidad, la banda estaba a punto de romperse otra vez. La noticia saltó a la prensa atribuyéndolo al estrés de las extensas giras, la mala comunicación entre las tres componentes y el reciente enlace de Kat con el músico Stuart Gray (con quien se mudó a Seattle y empezó un proyecto musical llamado Crunt). La situación forzó una charla entre ellas que sirvió para aclarar malentendidos y desmentir la ruptura la primavera de 1993 con motivos de peso: su participación en la gira itinerante Lollapalooza (compartiendo escenario principal con Dinosaur Jr. o Primus) y la publicación de Painkillers, EP para el que se reencontraron con Jack Endino en el estudio. Cuatro canciones inéditas -dos de ellas descartes de las sesiones con Lee Ranaldo- entre las que destacan 'Laredo' e 'Istigkeit' (casi etérea para sus estándares) y una vitaminada revisión de 'He's My Thing', todas cercanas al enfoque sonoro de Fontanelle. En la cara B del vinilo se añadió un concierto grabado en la emblemática sala CBGB's de Nueva York en abril de 1992.

El año 1994 fue de relativo descanso, centrándose en preparar el siguiente disco, con el que Warner esperaba mejorar las cifras. Esta vez lo co-produjeron con Tim Mac, un ingeniero de Mineápolis que ya había ayudado en Fontanelle y se encargaba de su sonido en directo. Guardado en la recámara hasta mayo de 1995, Nemesisters era su trabajo más pulposo y rock, algo que determina especialmente el sonido de una batería apabullante, henchida hasta lo indescriptible, no en balde el instrumento que saluda aislado al inicio de 'Hello'. También era el disco más irregular. Añadidos notables a su cancionero a parte ('Oh Yeah!', 'Ariel', '22'), la presión que sintieron para alterar su fórmula las llevó a registrar un single incontestable, 'Sweet 69', con un tono de sorna muy saludable; a explorar más allá los límites del grito gutural ('S.F.W'); a acercarse al rock setentero de Led Zeppelin en 'Surd'; a dejar patente el influjo de la Lydia Lunch de Queen of Siam en 'Memory'; y a contar con la voz cantante de Maureen Herman en la sinuosa 'Killer on the Road', un momento de intriga. El disco, no obstante, se tuerce con la decisión de añadir al final un bloque de tres versiones de las que solo se salva el acapella de 'Deep Song' (popular en la voz de Billie Holiday) cantado por Lori Barbero. Las desaliñadas y horrendas revisiones de 'All By Myself' (que Céline Dion llevaría más tarde a las listas de éxitos) y 'We Are Family' (de Sister Sledge) eran un lastre inexplicable que afectaba a todo el conjunto.

Sin cumplir las expectativas de la multinacional y en un lugar incierto creativamente, el grupo terminó su relación con el sello y Maureen Herman se marchó en 1996. Kat y Lori tocaron un tiempo con una bajista llamada Dana Cochrane e incluso Michelle Leon se les unió para girar en 1997 (formación que tocó en el festival Espárrago Rock de Granada), pero poco después acababan aparcando la banda indefinidamente, centrándose Kat en su nuevo proyecto Katastrophy Wife (junto a su segundo marido Glenn Mattson), continuista en su estilo. Con la publicación de una recopilación de rarezas en tres partes (Lived, Viled y Devil) y una última gira a propósito, Babes in Toyland se despedían de sus seguidores el invierno de 2001. Cuando visitaron Barcelona ese febrero, Bjelland declaró en El Periódico al respecto de lo vivido en los 90: "Todo cambió durante cinco minutos (...). Salieron muchos grupos imitando a Nirvana y R.E.M., y se hizo caso a grupos como Sonic Youth, Mudhoney y nosotras mismas. Pero luego, hubo un retroceso y la cosa ha ido incluso a peor". Sobre su legado, añadía: "Aunque ahora hay más mujeres en el rock que hace 10 años, no escucho muchas bandas femeninas en la radio".

En todos los años en que he tenido un ojo encima de grupos con una mayor representación femenina en sus filas, solo he visto un atisbo de la energía que parecían exudar Babes in Toyland en el directo de Vivian Girls, interpretada a su manera. Había una química y una visceralidad en esa banda que no localizo en otras declaradas públicamente admiradoras, como Sleater-Kinney, o que tomaron el testigo de su crudeza, como Yeah Yeah Yeahs en sus inicios. Quizás por eso Kat, Maureen y Lori han vuelto a girar este año. Como ha dicho Thurston Moore hace un par de semanas: "Como banda, creo que estaban representando un verdadero ideal de quiénes eran como mujeres, no solo en el mundo, sino en una industria que siempre tuvo una historia de desequilibrio en igualdad de género. Eso en sí mismo es importante y que se reúnan solo hace que alentarlo".

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